"El placer anulado"Trastornos sexuales y de parejadisfunción eréctil

Impotencia erigendi o disfunción eréctil:

Siendo la atracción uno de los ingredientes fundamentales para una sexualidad satisfactoria, respecto a las problemáticas sexuales, aquella que manifiesta un problema de erección es quizás la más ambivalente de soportar: la mente logra sentir deseo, pero el cuerpo no responde.

La excitación mental no se corresponde con la reacción física de excitación, o la correspondencia existe pero se mantiene en fases alternas, sin que haya un motivo racional para la caída.

En la práctica, la persona trata voluntariamente de conseguir o mantener un estado que, para que perdure, requiere que la mente se deje guiar por sensaciones que, a su vez y si todo funciona adecuadamente, se amplificarán por los significados que la mente les atribuirá. Tanto la ausencia como la caída de la erección son, por lo tanto, el fruto del intento de control mental que tiene la intención de activar el cuerpo pero que lo único que consigue es la inhibición de la excitación que lleva a dejarse ir físicamente (…)

El caso de Dante: disfunción eréctil ante portam

Dante es un joven de 21 años que llega a nosotros con un problema que define como el más invalidante que le pudiera suceder (…) Hace dos años ha conocido a una chica que quiere tener a su lado y con ella ha descubierto el amor (…) Dante nos cuenta que no es que no desee a Beatriz (…) el problema es que durante la relación la calidad de la erección no es siempre la misma (…) El chico explica que el punto débil no es la penetración, sino el mantenimiento de la erección (…)

Dante ha caído en la trampa del intento de incrementar el esfuerzo y el control (…) pero este mecanismo se ha demostrado fallido. Cuando le hacemos ver que esta estrategia, funcional en otros ámbitos, no lo es para el problema que nos ha contado, el muchacho nos mira con curiosidad (…) En su concepción de relación, de hecho, va implícita la idea de esforzarse para que todo pueda funcionar mejor desde el punto de vista de la prestación, y no concibe cómo podría realizarse sin esforzarse.

Reestructuración…

En este punto, frente a tal observación, proponemos a Dante una primera reestructuración fundamental que preparará a una parte de la indicación que se puede aplicar a casos como el suyo:

Se dice que la mujer perfecta te roba el alma, no sabemos si te roba los sentidos (…) Bien. Pero ¿qué es lo curioso de tu interpretación anterior, que además resulta muy peligroso? Que reconduces todo a un esfuerzo voluntario que debes hacer tú, descuidando la interacción con ella.

Esto significa que al sexo no le gustan los pensamientos, de hecho, sabemos científicamente que cuanto más trata el hombre de hacer funcionar voluntariamente su prestación, menos funciona para sí y los demás. En tu caso no es un problema de prestación a la hora de hacer gozar al otro, sino a un problema ligado a tu propio gozo con el que te arriesgas a convertirlo en un problema para el gozo de los demás. Así que la pregunta es: Si continuas esforzándote tú en primera persona, ¿la cosa puede funcionar o no?

…y prescripción para la disfunción eréctil

En este punto proponemos una indicación clave que abre en la mente de Dante un nuevo punto de vista respecto a su propia creencia inicial.

Durante un mes, te pedimos que bloquees tu intento voluntario de forzar las cosas para que funcionen, porque cuanto más tratas de tener el control más inhibes tu placer…El placer no se puede planificar (…) así que cuanto más tratas de provocarte placer racionalmente más inhibes las sensaciones de placer, construyendo una paradoja sin igual. Así que lo primero que debemos hacer es desbloquear esto. ¿Lo harás o es imposible para ti decir: ahora lo haré sin tratar de obtener lo máximo? (…) Ahora me doy un mes de sexo sin pensamientos, debo esforzarme en no esforzarme, debo controlar mi intento de control, y ver qué sucede.

La delegación del control a ella

Para ayudarte y hacerlo todo más picante, le damos a ella la posibilidad de robarte no solo el alma sino también los sentidos: si lo haces todo tú, ella toma lo que puede, lo disfruta, pero así siempre faltará algo. Así que, en una situación donde debemos vigilar la tendencia al esfuerzo, lo hacemos delegando a ella el control sobre la prestación; ella será la que tendrá que empeñarse en hacerte disfrutar a ti, mientras tú te esfuerzas en evitar esforzarte (…) Tendrás que dejarte seducir sin ser parte activa, sufriendo su asalto.

A través de la delegación a ella del control y haciendo paradójico el esfuerzo voluntario, llevamos a la persona a la dirección opuesta a la deseada para que puedan emerger las sensaciones que, tendiendo al placer, conducen a una especie de rebelión de los sentidos sobre la razón (…)

Dante vuelve (…) diciendo que evitando esforzarse y dejándole a ella el control la situación ha mejorado mucho (…)

El grado de erección

Entonces comenzamos con una pregunta aparentemente banal:

¿Qué grado de dureza debe tener tu pene para poder penetrar a una mujer?

Dante nos ha mirado como si la respuesta se diese por descontada. O sea: el 100%, como suele considerar a menudo el obsesivo, que se impone la máxima erección antes de la penetración (…) Sin embargo, en presencia de una lubrificación vaginal, la penetración puede iniciarse a partir del 10% de erección y, metido el pie ya en la puerta, el resto llegará una vez se inicie la penetración (…)

Gracias a la eliminación del intento de control (…) Dante ha conseguido la completa resolución del problema de la disfunción eréctil (…) Dejando de pretender el 100 % de erección antes de la penetración, precisamente lo ha obtenido, como nos cuenta su chica en la siguiente sesión.

(Extraído de aquí)

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