Las soluciones intentadas representan todos aquellos comportamientos que la persona lleva a cabo con la intención de resolver el problema pero que, reiterados en el tiempo, terminan por empeorarlo. El celoso usa distintas estrategias disfuncionales, girando todas en torno al concepto de control, con el objetivo de no perder a la pareja. Para conseguir esto, trata por todos los medios de controlar al otro, fuera o dentro de sí mismo, acusándolo de construir relaciones externas o forzándolo para que las interrumpa.
Veamos algunas soluciones intentadas del celoso:
El control que hace perder el control
El control del otro, ya sea en la vida real o virtual, es la estrategia más utilizada. Nace de la creencia, a menudo inconsciente, de que cuanta más información se tenga de cómo la pareja vive el día a día cuando no está presente el celoso, menos ansiedad se experimentará. En realidad, lo que sucede es lo contrario. Es decir, a menudo la persona que controla, no alcanzando a encontrar un número exhaustivo de pruebas, termina por empeorar su estado ansioso, cargándose de más fantasías angustiantes.
Evitar los intentos de control
A menudo el celoso se da cuenta de que el control excesivo empeora el problema e intenta por todos los medios de interrumpir este comportamiento. El efecto de la prohibición no hace sino aumentar el deseo de conocer la verdad, así que como el intento de parar resulta en la mayoría de los casos fallido, la persona vuelve al control previo.
La búsqueda obsesiva en redes sociales
Como hemos visto, el control se manifiesta también en las redes sociales. A menudo el celoso pasa varias horas, o incluso todo el día, monitoreando a la pareja y sus accesos a las redes, interpretando sus acciones, pensamientos e intenciones. En este caso, el objetivo, además de satisfacer la necesidad de control, es el de vivir “como si estuviese pegado a él”. Pero como tenemos poco tiempo para publicar cada cosa que nos pasa, el resultado de esta paradoja (acercarse estando lejos), de la que a menudo el celoso es consciente, es el de incrementar el número de horas de control, generando una dependencia de la que es difícil escapar.
Tratar de no pensar
A menudo quien es celoso trata de librarse de sus propios pensamientos. El problema es que, como decían los antiguos, tratar de no pensar equivale a pensar. En consecuencia, cuanto más se esfuerce en no pensar en las fantasías que producen los celos, más se intensificarán, transformándose en fijaciones.
Desfogar la rabia
Otra solución intentada del celoso es la de intentar sofocar la rabia, con la convicción de que eso pueda ayudar a cambiar el comportamiento del otro. En realidad, se produce el efecto contrario, el reforzamiento del comportamiento indeseado, en cuanto que la “víctima” apuntará aun más hacia la libertad propia, alimentando así la rabia del celoso.
Racionalizar
La racionalización resulta en vano, porque los pensamientos que animan su mente derivan de una activación de tipo emotivo, es decir, del miedo a quedarse solo […] Así que los pensamientos se hacen enormes y cada vez más reales, desencadenando el círculo vicioso de la ansiedad que lleva a la rabia.
Preguntar
Otra solución, habitualmente utilizada, es la de hacer preguntas a la pareja acerca de sus intenciones reales. Lamentablemente, sin embargo, la pareja no se siente como sincera […], así que cuanto más se haga por desmontar las acusaciones, más se reforzarán en la mente del celoso.
La “regla de la ventaja”
La persona celosa a menudo tiene la certeza de que pareja lo traicionará […] En consecuencia, adoptando la regla de la ventaja, traiciona él primero a su pareja […] Si por un lado esto le proporciona la ilusión de vivir mejor un posible adulterio, por el otro refuerza la idea de la traición y la angustia, sostenida por el pensamiento: “como lo he traicionado, ahora seguramente si lo descubre tendrá una buena justificación para traicionarme o para dejarme”.