¿Qué es complementariedad?
En el ámbito del paradigma sistémico relacional, la complementariedad describe un patrón de relación donde el comportamiento y las aspiraciones de los individuos o del grupo difieren y se complementan recíprocamente. Esta modalidad relacional, si es vivida armónicamente, permite establecer un equilibrio dinámico y funcional.
Bateson y la complementariedad cultural
Fue Bateson, estudiando durante años el ritual Naven de los nativos Iatmul de Nueva Guinea, quien habló por primera vez de complementariedad (así como de simetría). Según Bateson, cada cultura establece un patrón propio conductual al que los individuos deben hacerse.
El carácter común es, por tanto, el resultado de las relaciones entre los grupos e individuos en el interior de la comunidad. Tales relaciones, por la naturaleza dicotómica del pensamiento occidental, podrían caracterizarse como bipolares. De las cuales típicos ejemplos pueden ser:
- autoridad-sumisión
- admiración-exhibicionismo
- asistencia-dependencia
Y manifestando principalmente uno de estos dos términos, los sujetos presentan sin embargo también el otro extremo de la relación.
La interacción acumulativa entre individuos, grupos y culturas, lleva después a un proceso de diferenciación en las normas del comportamiento individual, definido por Bateson como esquismogénesis. Que puede expresarse de manera complementaria (por ejemplo en la estructuración de estratos sociales, clases, castas, etc) o simétrica (por ejemplo en la creación de facciones, clanes, naciones. etc).
Watzlawick y la complementariedad familiar
Watzlawick, Beavin y Jackson han aplicado los conceptos de Bateson a la terapia de pareja y familiar. En particular, J. Haley ha distinguido dos posiciones en el interior del comportamiento complementario: one-up (que designa a quien tiene el control y define la relación) y one-down (relativo a quien se encuentra en posición secundaria, inferior). Los diversos comportamientos de los miembros de la pareja o de los familiares se reclaman y se refuerzan el uno al otro. Y se da vida a una relación de interdependencia en la que los respectivos papeles son aceptados por los actores en cuestión. Por ejemplo, las relaciones
- madre-hijo,
- médico-paciente,
- instructor-alumno,
- enseñante-estudiante.
La esquismogénesis complementaria, en otras palabras, se da cuando uno de los protagonistas de la interacción se comporta de manera opuesta al otro o a los demás actores del juego. No representa, por tanto, en sí, un esquema relacional disfuncional.
Complementariedad: La patología
Pero la complementariedad puede resultar problemática si una persona llega a asumir y mantener siempre, y no solo en algunos momentos o áreas de la relación, una posición one-up o one-down, determinando una rigidez en la interacción.
Problemas ligados a las relaciones complementarias se dan, por ejemplo, cuando uno de los comunicantes obtiene frente a una petición de confirmación del Sí en realidad una no confirmación. Y por tanto obtiene un creciente sentimiento de frustración y desesperación que puede también caracterizar al otro interlocutor. A veces incluso sucede que ciertos individuos parecen bien adaptados más allá del contexto comunicativo que mantienen con la pareja, mostrando de hecho la patología de su relación solo si se les observa junto a su “complementario”.
Por tanto, desde esta perspectiva encaja perfectamente la teorización de folie a deux ideada por dos psiquiatras franceses, C. Lasègue y J.P. Falret, en 1877. Las conflictualidades complementarias resultan habitualmente menos explícitas y menos visibles que las simétricas. Caracterizadas estas últimas por un elevado e intrínseco nivel de competitividad relacional.
La complementariedad en el ámbito del paradigma sistémico relacional
Se refiere a un patrón de relación en el cual los comportamientos y las aspiraciones de los individuos o grupos difieren y se complementan recíprocamente. Esta modalidad relacional, cuando se vive de manera armónica, permite establecer un equilibrio dinámico y funcional.
Investigadores como Bateson han explorado la complementariedad desde una perspectiva cultural, destacando cómo cada cultura establece patrones de comportamiento propios a los cuales los individuos deben adaptarse. Además, la interacción acumulativa entre individuos, grupos y culturas conduce a un proceso de diferenciación en las normas del comportamiento, lo que puede expresarse de manera complementaria o simétrica.
En el ámbito de la terapia de pareja y familiar, los conceptos de Bateson han sido aplicados por Watzlawick, Beavin y Jackson. Aquí, se observa cómo los comportamientos complementarios pueden generar una relación de interdependencia, en la cual los roles de control y sumisión se refuerzan mutuamente. Sin embargo, la complementariedad puede volverse problemática si una persona adopta una posición dominante o sumisa de manera constante, lo que puede generar rigidez en la interacción.
Complementariedad y patología en las relaciones
La complementariedad en las relaciones puede ser un fenómeno saludable y equilibrado, pero también puede llevar a problemas si se vuelve rígida y disfuncional. Cuando una persona adopta y mantiene constantemente una posición de superioridad (one-up) o inferioridad (one-down) en la interacción, puede generar conflictos y dificultades en la relación.
Los problemas ligados a las relaciones complementarias suelen ser menos visibles que los problemas simétricos, ya que están caracterizados por un menor nivel de competitividad relacional. Sin embargo, estos problemas pueden ser igualmente perjudiciales para la dinámica de la relación.
Por ejemplo, en una relación de pareja donde uno de los comunicantes busca constantemente la confirmación del otro y recibe respuestas negativas o de rechazo, se puede generar un sentimiento creciente de frustración y desesperación en ambos miembros. A veces, estas dinámicas complementarias se hacen evidentes solo cuando se observa a los individuos junto a su “complementario”, y pueden presentar características propias de la folie à deux, un trastorno psiquiátrico en el que dos personas comparten delirios.
Es importante reconocer los patrones complementarios disfuncionales en las relaciones y buscar formas de modificarlos para lograr una interacción más saludable y equilibrada. La terapia de pareja y familiar puede ser útil para abordar estos problemas y promover un cambio positivo en la dinámica relacional.
Espero que esta lectura haya sido de tu gusto, soy Alicia García, psicóloga de terapia breve estratégica en Madrid y Málaga.
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