Escuela de Palo Alto y WatzlawickFobia social, paranoia y deliriosOtros trastornosTrastornos sexuales y de parejacelos extremos

Un caso de celos extremos

Con 25 años, Hilario era integrante de una secta religiosa de una moral y religiosidad extremadamente rígida. Después de 3 años y sin haber tenido relaciones sexuales, se casó con Ana, una estudiante de maestra jardinera de 22 años.

Prolijo en demasía, muy ordenado y por sobre todo con manejos de detallismo y obsesividades muy marcados, el paciente se quejaba sobre las probables infidelidades de su esposa. Él trabajaba aproximadamente 10 horas diarias y desconfiaba acerca de lo que ella podría hacer en ese tiempo. Sus celos se habían convertido en una idea fija y eran fuente de graves conflictos en la pareja.

Ana era sumisa y tradicional, y en general acataba los reclamos, las exigencias y las críticas de su marido. Pero en el último tiempo había comenzado a no soportar el asedio constante de Hilario. Discutían y ella terminaba en un llanto amargo, planteando la posibilidad de separación. Era, entonces, cuando Hilario enloquecía, se sentía abandonado y se arrodillaba -literalmente- pidiendo disculpas.

Comienza la terapia para los celos extremos

Hilario comenzó una psicoterapia. El terapeuta invitó a Ana a dos sesiones para después continuar un trabajo individual con él. En una de las entrevistas, el paciente expresó claramente su deseo -como forma de solución-, sobre dejar a su mujer encerrada en la casa o colocar rejas lo suficientemente grandes para mantenerla aislada. Planteamiento que no deja de asombrar: él no se cuestiona acerca de sus celos, sino que sus propias fantasías celotípicas las asume como realidades.

Apoyándose en alguna de estas ideas y fantasías del paciente, el terapeuta prescribió la desconfianza. Pero organizando y planificando “la gran encerrona” de su esposa.

El delirio llevado más allá

Entonces, la mejor activación de los mecanismos de control podría desarrollarse en torno a la seguridad edilicia. No hacía mucho tiempo que habían comprado en las afueras una nueva vivienda grande con jardín. El terapeuta tomó papel y lápiz y, creando una atmósfera de intriga, sugirió a Hilario que comenzara a pedir presupuestos sobre un listado de materiales para asegurar su vivienda  y así evitar que su mujer tuviese cualquier contacto con el exterior. De esa manera, solamente podría salir de allí con él.

En principio, le pidió al paciente que diseñara, regla en mano y proporcionalmente, el plano de su casa. A partir del dibujo se establecerían las normas de seguridad. La casa debía ser circundada en tres partes (la trasera y las laterales) por muros que llegarían a un mínimo de cuatro metros de altura y en el frente tendría rejas cubiertas de chapón y un portón para el auto (…)

Por otra parte, para la seguridad de la casa había otros elementos a tomar en cuenta. Por ejemplo, llamaría a una empresa de alarmas electrónicas para que le diseñasen un sistema y cotizasen su instalación. Pero esto no bastaría. Sería importante que consultase a una veterinaria con el objetivo de que le aconsejase qué perro es considerado el más guardián (…)

Toda esta planificación fue redactada por el terapeuta y entregada al paciente. Después de una semana, en la sesión siguiente, debería traer discriminado todo el material solicitado con los costes correspondientes.

Tarea cumplida… y solución más cerca para los celos extremos

Hilario, como correspondía a sus características, trajo toda la tarea completa (…) Durante la sesión, habló sobre todo de su periplo por corralones de construcción, herreros, cerrajeros, albañiles, carpinteros, empresas de seguridad. Pero no alcanzó a consultar a veterinarias. Había hecho todos los cálculos y presupuestos. Todas las futuras modificaciones de la casa le fueron comentadas superficialmente a su esposa. Pero no le dijo por qué las haría.

Cuando promediaba la sesión, el terapeuta mostraba avidez y sumo interés en los datos que le presentaba. Preguntaba obsesivamente cada detalle, utilizando el plano que el paciente había diseñado. Cuando sumaron, la cifra y el trabajo eran bastante importantes como inversión. Hilario hizo un agudo silencio y un poco capciosamente señaló:

P. Doctor, me parece que me va a salir más económico que resuelva este tema de la desconfianza y los celos…

Conclusiones

Esta fue la llave para que el terapeuta indagara sobre la inseguridad que invadía muchas áreas de la vida de Hilario. Ahora se manifestaba con los celos hacia su mujer. Pero en otra época lo habían asaltado pensamientos de que sus padres lo iban a abandonar (regalar, para ser más precisos), o tener fantasías de ser adoptado, etc (…)

Como se verá, la ausencia de confrontación en el comienzo del análisis del problema llevó a elaborar espontáneamente -por parte del paciente- un camino de cambio de perspectivas acerca de sus celos e inseguridades, como también las defensas que elaboró a partir de estas sensaciones.

(Extraído de aquí)

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