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Con esta expresión nos referimos a la tendencia que tienen ciertas personas a dedicarse completamente a las necesidades de los demás, descuidando las suyas propias […] El altruista patológico se dedica a las personas con orgullo y satisfacción y considera que esta característica suya es una gran peculiaridad de fuerza y dedicación (en el caso del sacrificante) o de generosidad y ser insustituible para el otro (en el caso del indispensable) […] La extrema capacidad de satisfacer las necesidades de los demás se vive con enorme complacencia, una satisfacción íntima que paga todos los esfuerzos realizados. Esto, obviamente, si los demás aprecian y reconocen lo que hace. Cuando esto no sucede, el altruista patológico experimenta una fuerte frustración y nerviosismo, que puede conducir a caras largas de ofensa o arrebatos repentinos de rabia.

Tanto el tipo sacrificante como el tipo indispensable niega sus propias necesidades, considerando ser más fuerte y tener poquísimas necesidades respecto a la mayor parte de las personas que lo rodean, sin darse cuenta de que, al final, poner en escena su guion y verlo reconocido por los demás es su gran necesidad.

El altruista patológico tiende a instaurar relaciones de dependencia con los demás sin percatarse de que estas funcionan en dos direcciones, puesto que también él, en realidad, depende de los demás para confirmar su rol de sacrificante o indispensable. Y cuando los demás no siguen el juego, puede sentirse rechazado, incomprendido y tratado injustamente. A menudo el sacrificante muestra su desilusión asumiendo el rol de víctima: apagado, sufriente, todo en él comunica:

¿Cómo puedes ser tan ingrato con todo lo que hago por ti?

suscitando en el otro fuertes sentimientos de culpa mezclada con irritación. El indispensable, por contra está más orientado a la comunicación directa: puede llegar a gritar al otro toda su rabia y desilusión, dejándolo con frecuencia atónito y sorprendido por la explosión de ira, porque no entiende las razones.

¿Soy un altruista patológico?

Si bien las dos categorías de altruismo patológico tienen fuertes puntos en común, podrás descubrir cuáles te representan mejor, reconociéndote en las afirmaciones siguientes.

Sacrificante

  • Soy una persona altruista: me agrada ayudar a los demás, incluso a costa de dejar de lado mis propios deseos y necesidades
  • A menudo me dicen que debería pensar más en mi mismo
  • Para ocuparme de los demás, a veces me olvido de mi bienestar, incluso físico
  • Sacrificarme por los demás no me pesa: es bonito verlos felices
  • A menudo pienso que me gustaría tenerme más en cuenta a mí, pero no puedo permitirme dejar de cuidar a las personas que amo

Indispensable

  • Me hiere mucho cuando las personas no se enteran o parecen no enterarse de todo lo que hago por ellos
  • Me agrada mucho que los demás me consideren una persona empática, acogedora y se dirijan a mi si necesitan ayuda
  • Me gusta tanto ayudar a los demás que no consigo no hacerlo
  • Encuentro gratificante que los demás me necesiten
  • Mi enfurece mucho que las personas sean ingratas
  • Me hace sentir orgulloso ver lo importante que soy en la vida de los demás
  • Soy muy bueno anticipando las necesidades de los demás y  satisfaciéndolas sin esperar a que me lo pidan
  • A veces temo que si no estuviese tan disponible, los otros empeorarían su consideración hacia mí.

Una última provocación

¿Estás seguro de que todo lo que haces por los demás es altruismo puro? ¿O dedicarte a los demás te sirve también para satisfacer tus necesidades? ¿Es posible que el hecho de que los demás te necesiten nutra tu orgullo y quizás te haga sentir superior?

Tómate tiempo para reflexionar.

(Extraído y traducido de aquí)

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