El caso elegido es el de un conocido cantante […] El artista se había dirigido a mí por un serio problema: superar su dependencia al alcohol antes de la exhibición, es decir, el beber para inhibir la ansiedad antes de entrar en escena. Esto, que inicialmente era solo un ritual propiciatorio, se había transformado en un hábito para el control de la ansiedad, que aumentaba conforme la exhibición resultaba cada vez más importante. El hombre había llegado al punto de estar casi borracho, y de perder capacidad de desempeño. Así, durante el último espectáculo, se había asustado porque se había dado cuenta de que no conseguía mantener el equilibrio sobre el escenario y sentía que podía caer de un momento al otro por los efectos del alcohol.
Me comentó que por muchas experiencias de éxito que hubiese tenido, nunca se sentía seguro antes de entrar en escena, y que este problema en lugar de atenuarse, se había empeorado exhibición tras exhibición. Lo que bebía rápido antes de la actuación había ido aumentando vertiginosamente, en el intento de calmarse gracias a la sedación alcohólica.
Obviamente, se había dado cuenta de que la suya era una solución intentada, es decir, un comportamiento adoptado para resolver un problema que en realidad lo complicaba. Sin embargo, no conseguía dejar de hacerlo porque el alcohol efectivamente reducía su ansiedad de prestación.
Soluciones para el problema de beber y la ansiedad
Era evidente que necesitaba trabajar sobre la gestión de la ansiedad y, paralelamente, sobre el ritual compulsivo-calmante que se había convertido en dependiente de los efectos químicos del alcohol como inhibidor.
Llegados a un acuerdo sobre estos dos objetivos complementarios, le prescribí dos prescripciones:
- la primera, la técnica validada para gestionar la ansiedad y superar el pánico: la peor fantasía;
- la segunda, un contrarritual que sustituyera al patológico que él realizaba.
Por tanto, una técnica replicable, aplicada a la regularidad del problema y una técnica original para la singularidad del ritual […]
Cada día, después de comer, deberá retirarse en una habitación y apagar la luz. Póngase cómodo y prepare un despertador para que suene a la media hora. Cierre los ojos y trate de traer a la mente todas sus peores fantasías respecto al miedo a fallar en una exhibición […] Una tortura terapéutica.
Después pasé a la segunda tarea: Como hemos acordado, es necesario intervenir en el ritual del vino antes de entrar en escena. Respecto a esto querría que aplicases el método del sumiller que debe probar todos los vinos evitando emborracharse. Por tanto, antes de la prueba, tendrá que tomar un sorbo de vino y tenerlo en la boca, haciendo gárgaras con todos los sorbos para luego escupirlos … salvo el último sorbo. Así mantendremos el gusto y el rito, anulando el daño.
Satisfactorios resultados
Después de tres semanas nos reencontramos y me expresó su satisfacción porque en su último espectáculo el truco del sumiller había funcionado bien, tanto que no había sufrido más efectos desagradables del alcohol […]
Después acordamos cómo seguir afrontando el antes de un espectáculo. Debía seguir con la tarea de la peor fantasía durante la media hora anterior a entrar en escena, y poner en práctica el nuevo ritual […]
Pocos días después partió para una gira internacional y nos reencontramos dos meses después.
Le estaré siempre agradecido […] ha sido un verdadero triunfo […] Todos me han felicitado […] Quería decirle también que he perfeccionado el ritual y he seleccionado un vino particular que me encanta hacerlo burbujear en mi boca.