El problema: padres demasiado invasivos
Una joven pareja acude a la psicoterapia conyugal, debido a que la esposa siente que no puede aguantar más la dependencia y sumisión excesiva que muestra su marido con respecto a sus padres (…) El marido está de acuerdo con esta definición del problema, pero añade que no ve modo de resolverlo. Explica que, durante toda su vida, sus padres no solamente le han atendido en todas sus necesidades, sino que le han ayudado de todas las formas imaginables (dinero, ropas, coches, una excelente educación, viajes prolongados, etc).
Afirma que ha llegado a un punto en el que cualquier regalo o don adicional que recibe de ellos viene a sumarse a una carga, ya intolerable, de deuda de agradecimiento a su respecto. Pero que sabe que el hecho de rechazar sus constantes y no solicitadas ayudas sería aquello que más les heriría, ya que el dar constantemente es la idea que ellos tienen acerca de lo que deben hacer unos buenos padres (…)
Los padres, que viven en una ciudad situada a 2500 km de distancia, efectúan cuatro visitas anuales, de tres semanas de duración, que el matrimonio ha acabado por contemplar con vivísimo temor.
Los padres toman literalmente posesión de la casa; la joven esposa es desterrada de la cocina (…) El padre limpia y arregla los dos coches, recoge las hojas secas, corta el césped, poda, arranca las malas hierbas. etc. Y paga invariablemente todos los gastos.
Las soluciones intentadas
El matrimonio se siente al borde de la desesperación. Han intentado con todas sus fuerzas, pero inútilmente, establecer un mínimo de independencia. Pero incluso la más leve tentativa de protegerse contra el dominio de los padres es interpretada como signo de ingratitud. Y ello provoca profundos sentimientos de culpa en el marido y una rabia impotente en la mujer (…)
A fin de aliviar algo sus sentimientos de deuda, los jóvenes han intentado también remitir a sus padres un costoso regalo tras su visita. Pero con ello tan solo logran recibir otro más costoso aún a vuelta de correo.
Cuanto más intentan lograr un mínimo de independencia, tanto más sus padres intentan “ayudarles”. Así pues, los cuatro se hallan encerrados en un típico callejón sin salida del tipo “más de lo mismo”.
El objetivo
Deseaban que los padres dejasen de tratarles como si fuesen niños (…) Preguntamos al marido qué era lo que tendría que suceder para demostrarle tangiblemente que habían logrado dicho objetivo. Inmediatamente replicó que tal caso sería cuando el padre le dijese espontáneamente:
Ahora ya eres lo suficientemente mayor como para que los dos os cuidéis por vosotros mismos y no esperar que mamá y yo os mimemos indefinidamente (…)
La intervención
Ya que era inminente una de las mencionadas visitas trimestrales, se le dijo a la pareja lo siguiente: hasta la última visita habían intentado hacer cuanto podían para que los padres tuviesen que limpiar, arreglar y corregir lo menos posible. Ahora tenían que dejar de limpiar la casa varios días antes de la visita, dejar que se acumulase un máximo de ropa sucia, dejar de lavar los coches y dejar también casi vacíos los depósitos de gasolina, descuidar el jardín y vaciar la cocina de toda clase de reservas alimenticias.
Deberían dejar sin arreglar cuanto hubiese de estropeado en la casa (bombillas fundidas, grifos goteantes, etc). No solo no tenían que impedir a los padres pagar las cuentas de víveres, restaurantes, la gasolina, etc, sino esperar tranquilamente a que vaciasen sus bolsillos abonando todos estos gastos (…)
Tenían que aceptar cualquier cosa que sus padres hiciesen por ellos como algo natural y lógico, y darles negligentemente las gracias por ello (…)
El resultado
Llevaron a cabo, al menos en parte, nuestras instrucciones y cuando volvieron a la próxima sesión, dos semanas más tarde, informaron que sus padres habían terminado muy pronto su visita. Antes de marcharse, el padre había tomado aparte a su hijo para decirle en términos cariñosos, pero nada dudosos, que tanto él (el hijo) como la esposa habían estado demasiado mimados, que se habían habituado mucho a recibir cuidado y ayuda de los padres y que ya era hora de que se comportasen de un modo más adulto y menos dependiente de ellos (…)
En lugar de seguir mimando a la joven pareja, se dedicaron ahora a la tarea, no menos propia de padres, de “destetarles”.