A diferencia de la forma más generalizada y clásica de hipocondría, en la fobia hipocondríaca el objeto del miedo es casi siempre estable y definido: se modifica poco en el tiempo y es relativo a enfermedades bien delineadas.
Por lo demás, el concepto mismo de “fobia” implica una cierta especificidad. Porque la realidad que asusta es con frecuencia circunscrita, precisa y claramente identificable. Por ejemplo, entre las fobias no hipocondríacas podemos citar
- el miedo a algunos animales (reptiles, insectos, perros, gatos)
- de una situación específica (volar, el ascensor)
- de un ambiente natural (el agua, la altura, los temporales).
La característica que tienen en común las distintas fobias es la tendencia a la evitación: esto vale también para las fobias hipocondríacas que se caracterizan por comportamientos de precaución y evitamiento activo (…)
En nuestra clasificación, la hipocondría evitante está representada por miedos bien estructurados ligados con las enfermedades y el mundo médico. Asociados a fuertes comportamientos de evitamiento y precaución. Es así que la persona evita visitas, extracciones y operaciones médicas por miedo a descubrir una enfermedad. O bien evita situaciones específicas, como por ejemplo los baños públicos por miedo a infectarse de virus o bacterias. O los lugares de aspecto médico donde son presentes potenciales pacientes contagiosos, o viajes a determinados países por el riesgo de epidemias, pero también comportamientos sociales aparentemente inocuos como estrechar la mano, etc.