Patofobia en forma de cardiofobia:
Los mismos principios terapéuticos del check-up hipocondríaco son aplicables a la prescripción del diario del corazón (Nardone y Watzlawick, 1990; Watzlawick y Nardone, 1997). En este caso el monitoreo se focaliza en el corazón, y en particular en la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Por supuesto, el diario del corazón es una prescripción particularmente adaptada al caso de la cardiofobia, decir, es para el que tiene miedo de los infartos, ictus, trastornos de presión, etc. (…)
El diario del corazón para la patofobia en forma de cardiofobia
Cada hora del día, el paciente deberá parar un instante y, armado de papel y bolígrafo, proceder con el reconocimiento manual del propio latido. La medida se repetirá 3 veces, con intervalos de un minuto de pausa intercalados. El latido cardíaco es particularmente sensible a las respuestas vegetativas: basta un sobresalto, una emoción, un estado de ansiedad, basta la simple idea de tenerla que medir para que se altere inmediatamente la frecuencia. Es la razón por la que es fundamental que la medición no sea solo una sino repetida.
La exigencia de medir manualmente la frecuencia tiene su explicación. Sabemos de hecho que el paciente cardiofóbico se sobresalta cuando escucha su corazón, tiene dificultad para mantenerse escuchándolo de manera prolongada, en dos palabras: huye de las palpitaciones. Obligarlo por tanto a medirlo manualmente le permitirá entonces escucharlo realmente, entrar en contacto táctil y propioceptivo con el propio corazón (…)
Así que se tendrá que enseñar directamente durante la sesión cómo tomarse las pulsaciones manualmente, mediante la presión del índice de la mano sobre la arteria radial del brazo, cosa que el paciente no habrá hecho nunca durante toda su vida. Este aprendizaje impartido durante la sesión produce ya una profunda experiencia emocional correctiva y un cambio terapéutico (…)
Aceptación y autorregulación
Contacto prolongado, familiaridad y aceptación son también en este caso los efectos terapéuticos producidos por la prescripción del diario del corazón. Pero es más, cuando se hace en primera persona, el monitoreo de la propia fisiología cardíaca tiene un potente efecto autorregulativo. También durante percepciones de fibrilación, el automonitoreo repetitivo es capaz de normalizar el funcionamiento en unos pocos minutos. El corazón se transforma gradualmente de un “corazón enfermo” a un “corazón amigo”.
Es frecuente que a menudo los pacientes informen en terapia, después de un monitoreo constante durante unas semanas, del descubrimiento de un corazón bradicárdico (más lento de lo normal). Contrariamente a lo que se esperaban (taquicardia, arritmias), sienten tener un corazón que bate normalmente y con una frecuencia óptima para su edad.
También en el caso del diario del corazón, la evolución de la prescripción sigue las diversas fases de la terapia hasta llegar a un uso únicamente ya “si se necesita”, pero, a diferencia del check up, se deberá tener en cuenta otra variable típica de la cardiofobia: el evitamiento. Como sabemos, el paciente cardiofóbico casi siempre hace uso del evitamiento (evitamiento de esfuerzos, deporte, movimiento y actividad física en general; evitamiento de alimentos concretos, etc) por miedo a que suba la frecuencia cardíaca.
Por tanto, después de los primeros resultados positivos del monitoreo efectuado, se guía al paciente a contra-evitar gradualmente manteniendo un monitoreo constante. Por ejemplo, inicialmente se podría pedir que continuase con el monitoreo pero después de haber subido una rampa de escalera en tres momentos distintos del día, o bien después de una caminata veloz o de haber dado una vuelta en bicicleta, y así hasta restablecer una sana capacidad de movimiento.
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