"Si eres paranoico nunca estás solo"Fobia social, paranoia y deliriosmobbing

Se trata de una mujer joven de poco más de treinta años. Trabaja como dependienta en un centro comercial desde hace años (…) Desde hace unos meses se encuentra en grave dificultad por lo que ella llama ataques de pánico, porque así se los han diagnosticado (…)

Palpitaciones cardíacas, vértigos, sudoración, miedo a desmayarse: todos los síntomas que la atenazan cuando piensa en ir a trabajar y que se presentan durante la jornada laboral con intensidad variable. Un estado que la lleva a tal agotamiento al final del día que debe retirarse, vencida, y reposar. Sí, porque es una verdadera batalla la que tiene consigo misma: trata de controlarse para no mostrar a los demás, clientes y responsable del negocio, su diabólico malestar, que ella está segura que tiene una naturaleza psicológica (…)

El desencadenante del trastorno

Todo comenzó (este fue el evento crítico o desencadenante) cuando tras una divergencia con su jefe, ha sido transferida a un reparto adyacente para vender mercancía diferente.

Desde ese momento, la idea de tener que encontrarse con él, el jefe, –lo que es inevitable– ha comenzado a desatarle sentimientos controvertidos: temor, incluso de cruzarse un segundo con él (…) Rabia, mucha rabia que nace del sentirse víctima impotente de un error, por el cual se siente injustamente castigada y degradada. Frente a esta onerosa situación, ella lo tiene claro: lo que él hace no es otra cosa que una premeditado mobbing.

El modo en que su jefe se dirige a ella tiene para ella un significado evidente: pretende exasperarla para que dimita. Bajo esta lógica ella no puede hacer otra cosa más que resistir.

Así ha soportado durante muchos meses, anhelando momentos de distracción, cada vez más difíciles de encontrar, hasta quedar prisionera de sus expectativas negativas y los síntomas asfixiantes que la acompañan. Implora paciencia en su familia, llora en soledad y adelgaza consumiéndose cada vez más…(…) No se esperaba que la pusieran contra las cuerdas justamente en el sitio en el que se sentía estimada (…)

Un diagnóstico operativo no basado en los síntomas

En la óptica de la Terapia Breve Estratégica, no basta con los síntomas para poder intervenir en la sintomatología. El diagnóstico –para nosotros– es siempre operativo, es decir, está claro cuando el problema está resuelto (…) Para nosotros, estamos aquí ante un trastorno sobre una base ansiosa anticipatoria, pero que no se construye a partir de un Sistema Perceptivo Reactivo de Ataques de Pánico. El trastorno nace, en cambio, a partir de una ideación paranoide por la cual hay una persistencia a interpretar las intenciones de los demás, en este caso del jefe, como humillantes y amenazantes. Su Solución Intentada consiste en evitar al jefe, para no expresar divergencias peligrosas que teme que facilitaran su expulsión. Y se confina en un aislamiento, que poco tiene que ver con su labor de dependienta, por la cual la capacidad de relación es parte de su papel (…)

  En este vídeo podrás encontrar comentarios de Alicia García Aguiar sobre este caso

El tratamiento para el falso mobbing

Considerando que la sintomatología pueda ser el producto de una ideación paranoide, el primer paso consiste en proporcionar un arma secreta para interactuar con el “enemigo”.

El arma secreta

Cuando el paciente se siente impotente, sin recursos para defenderse o afrontar al presunto enemigo, la sugerencia del arma secreta (construida ad hoc), lo desbloquea de la parálisis de la impotencia: por fin dispone de un inesperado instrumento que le permitirá dejar de sufrir. El simple hecho de disponer de un arma potente modifica la interacción, al punto que, muy a menudo, el arma ni siquiera llega a usarse.

El objetivo de la prescripción es el de intervenir sobre la solución intentada (evitar al jefe) porque solo la hace sentirse más impotente. Con esta prescripción se pide a la paciente que se dirija con extrema cortesía al enemigo y observe los efectos producidos, quizás anotarlos.

Las cartas de la rabia

Al mismo tiempo, bajo la hipótesis de que la emoción de la rabia reprimida es la que está causando las alteraciones físicas percibidas con alarma y miedo a perder el control, se le prescribe que escriba todos los días cartas de acusación a su jefe, en las que debe decirle todo lo que piensa de la situación, la presunta injusticia y la humillación sufrida, sin ahorrarse ofensas. Después de haber escrito hasta no saber qué más poner, debe cerrar cada carta en un sobre y traerla al terapeuta en la siguiente sesión.

Frente a la propuesta del “arma secreta” se ilumina como si delante de ella se abriese la puerta de la venganza o de la salvación…

El éxito era previsible para nosotros: el arma secreta ha dado resultados sorprendentes para ella. Le ha permitido descubrir un aspecto de él/el enemigo, que no había visto hasta ahora: un hombre frágil que sobrevive distrayéndose con su trabajo de la preocupación por la grave depresión de su joven mujer. Sesión tras sesión, el guion ha cambiado hasta el punto de que ella se ha ofrecido para ayudarlo a él, el “frágil enemigo”…

La otra prescripción, las cartas de la rabia, ha canalizado la emoción destructiva, dejando la posibilidad de trabajar sobre la sintomatología ansiosa residual. En particular, sobre la percepción inevitable para todos los que han sufrido de pánico: el miedo al miedo.

(Extraído y traducido de aquí)

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