Matar a la serpiente con su propio veneno
Imaginemos la situación de una joven recién licenciada que, contratada en la empresa familiar que dirige su tío, desde el principio percibe hostilidad por parte de los compañeros de trabajo.
Una colega, en particular, parece descalificarla continuamente. Aparenta la convicción de que si la joven ha sido contratada para aquel puesto depende con toda seguridad del hecho de que es la sobrina del presidente. A las continuas descalificaciones y ataques que la persona percibe a diario la joven acaba por reaccionar con rabia. Mostrándose siempre huraña e irritada. Hasta llegar incluso a agredir verbalmente.
El mecanismo es el de “la profecía que se autodetermina“: la descalificación percibida activa reacciones a su vez descalificantes que terminan por crear realmente un conflicto.
La verdadera debilidad
El coach, por ejemplo, puede preguntar a la cliente:
Según usted, cuando esta colega hace insinuaciones indirectas y usted reacciona enfadándose abiertamente, ¿muestra fuerza o debilidad?.
Ya esta primera pregunta empieza a abrir en la persona la percepción del hecho de que, cada vez que muestra a la otra una reacción de pérdida de control agrediéndola, en realidad no hace más que mostrar su propia debilidad. Y colocarse en una situación perdedora en cuanto a la relación.
El coach, después, podría añadir:
Y el hecho de que usted, enfadándose, muestre su debilidad, ¿cree que inducirá a la otra persona a reducir o a incrementar sus descalificaciones?
Si lo he entendido bien, corríjame si me equivoco, cuanto más usted ataca a su colega en el momento en que se siente descalificada, no sólo muestra su debilidad sino que incluso termina por hacerle un favor. Al sentirse victoriosa, se divertirá aún más al hacerle perder los estribos.
Sólo con dos preguntas y una paráfrasis de reestructuración el coach ha hecho vivir a la joven una sensación de aversión respecto a su habitual guión de agresión. Transformándolo en algo realmente desagradable, puesto que resulta ventajoso para la odiada colega.
La verdadera superioridad
El coach podría continuar después con otra pregunta:
Según usted, si dos personas se cruzan en el extremo de una calle estrecha, ¿gana la que, bajando la cabeza, intenta pasar con prepotencia o la que, en cambio, se pone a un lado y con una sonrisa dice: pase, por favor? ¿Para ganar el enfrentamiento con su colega, le conviene continuar enfadándose cada vez que le provoca o sería mejor oponer amabilidad a sus provocaciones?
El arma secreta: matar a la serpiente con su propio veneno
El coach guía a la persona a descubrir que, si quiere verdaderamente vencer el enfrentamiento, tiene que aprender a proponer amabilidad frente a la descalificación. Con el único objetivo de colocar a la otra persona en una posición de inferioridad.
El coach puede, por lo tanto, preguntar a la joven, ahora ya persuadida, que experimente una nueva arma secreta (matar a la serpiente con su propio veneno):
Desde este momento en adelante, cada vez que perciba un ataque por parte de su colega, tendrá que sonreír amablemente y darle las gracias por las ayuda que le está dando y la cortesía que le muestra. Gracias a esta arma secreta, podrá finalmente “humillar a su colega a través de la sonrisa”.
Sintonizándose con las modalidades perceptivas y reactivas de la persona, el coach utiliza todo el poder rompedor de la rabia hacia los demás para reorientarla en dirección a un cambio funcional en el modo de reaccionar (o “matar a la serpiente con su propio veneno”). De esta manera provoca la primera importante experiencia emocional correctiva para la joven.
Obviamente, cuando ésta empieza a modificar su propia manera de comportarse en relación con los demás y guiada por la idea de poseer un arma secreta con que derrotarlos, se muestra muy amable y sonriente con todo el mundo, acaba por invertir el sentido de la profecía inicial.
Efecto descubrimiento
De este modo, puede descubrir no sólo que no es rechazada o descalificada, sino que incluso puede ser aceptada y estimada finalmente por la odiada colega. A partir de la aplicación de un guión fijo en el plano de la comunicación -la amabilidad- la persona vivirá así una posterior experiencia emocional correctiva en su vida cotidiana. Y esta le llevará a modificar las propias percepciones respecto a los demás y a desbloquear su solución intentada redundante.
Una vez más, reorientar la sensación limitante (la rabia) permite utilizarla. Transformándola en recurso capaz de promover el cambio.
En algunas situaciones es incluso suficiente que la persona sencillamente piense en que posee un arma secreta que poder utilizar en caso de necesidad contra el “enemigo” para interrumpir guiones de relación realmente disfuncionales.
Esto es una demostración extraordinaria de que nuestras percepciones de impotencia o, por el contrario, de posibilidad de victoria, pueden influenciar enormemente el comportamiento ajeno. También cuando se manifiesten solamente a través de los canales sutiles de la comunicación no verbal.
(De “Coaching estratégico. Cómo transformar los límites en recursos”. Roberta Milanese y Paolo Mordazzi. Herder)