HEREJÍAS DEL PENSAMIENTO ESTRATÉGICO:
PRIMERA HEREJÍA
El terapeuta que enfoca los problemas humanos desde la perspectiva estratégica puede ser considerado, con razón, un hereje de la psicoterapia. Hereje en el sentido etimológico del término, es decir, que cuestiona con un concepto controvertido o novedoso. Debido a que no se deja encarcelar ni por un modelo rígido de interpretación de la naturaleza humana ni por una concepción metodológica rígida y ortodoxa de la psicología y la psiquiatría.
El planteamiento estratégico de la terapia, que se remite directamente a la concepción filosófica moderna del conocimiento constructivista, se funda sobre la comprobación de la imposibilidad, por parte de cualquier ciencia, de ofrecer una explicación absolutamente verdadera y definitiva de la realidad. Y sobre el hecho de que la realidad más bien está determinada por el punto de observación del investigador/sujeto.
La realidad está determinada por el punto de observación del sujeto
En palabras del epistemólogo Karl Popper, ninguna teoría puede darse su confirmación a sí misma y por sus propios medios sin caer en la “no falsabilidad”.
El pensamiento estratégico no se funda en una teoría que prescriba en consecuencia conceptos de sanidad o normalidad comportamental y psíquica en oposición a los de la patología, como sucede con las teorías tradicionales de la psicoterapia. El pensamiento estratégico más bien se interesa por la funcionalidad del comportamiento humano frente a los problemas de la existencia y de la convivencia entre individuos. En los mismos términos de percepción y relación que todo individuo vive consigo mismo, con los demás y con el mundo.
La llave que abre la cerradura
Remitiéndonos a una famosa metáfora de Von Glasersfeld: “ante una cerradura, lo que nos importa no es la cerradura en sí, su naturaleza y su constitución intrínseca, sino únicamente hacernos con la llave que la abre”.
El foco de atención es la relación interdependiente que cada cual vive consigo mismo, con los demás y con el mundo. El objetivo es el buen funcionamiento de estas relaciones. No en términos generales y absolutos de normalidad, sino en términos de realidad totalmente personal, diversa de individuo a individuo y de contexto a contexto.
Adaptación a la situación y no a la teoría
De modo que siempre se adapten las estrategias a la situación y no la situación a las propias teorías. En la convicción de que el criterio fundamental de validez y verificación de un modelo terapéutico no ha de ser su arquitectura teórica, o la profundidad de los análisis que manifiesta, sino su valor heurístico y su capacidad de intervención real, medidos en términos de eficacia y eficiencia en la resolución de los problemas a los que se aplica.
SEGUNDA HEREJÍA
La tarea del terapeuta se centra no en el análisis de lo profundo y la búsqueda de las causas del problema hasta la extrapolación de las verdades escondidas, sino en cómo funciona y cómo se puede cambiar la situación de malestar de un sujeto, de una pareja o de una familia. El paso es de los contenidos a los procesos, y se trata de un saber cómo más que de un saber por qué.
Se parte de la convicción de que el trastorno psíquico y comportamental está determinado por la percepción de la realidad propia del sujeto; es decir, por su punto de observación que hace que perciba (o mejor, construya) una realidad ante la que él reacciona con una conducta disfuncional. La conducta disfuncional, a menudo, es la mejor reacción que el sujeto cree que puede ejercer en una determinada situación.
La ruptura del sistema perceptivo reactivo
El sujeto adquiere la capacidad de enfrentarse a un problema recurriendo a todo un abanico de diversas posibles estrategias resolutivas, comenzando con la aplicación de la que parece más idónea para cambiarla por otra si no funciona, hasta llegar a la solución del problema concreto.
La primera acción terapéutica que debe hacerse es la ruptura del sistema perceptivo-reactivo rígido del sujeto mediante la ruptura del mecanismo retorcido de soluciones intentadas que mantienen el problema. Y de la maraña de retroacciones personales que se construyen a partir de ellas. Para luego llegar, después de este cambio, a una redefinición cognoscitiva de la situación y de la experiencia.
TERCERA HEREJÍA
El enfoque estratégico es el resultado de aplicar al campo clínico los principios matemáticos de la teoría de los tipos lógicos (Whitehead y Russell), de la teoría de los sistemas y de la moderna cibernética. Se basa en concepciones de causalidad circular, de retroacción entre causa y efecto y en el principio de discontinuidad del cambio y del desarrollo.
Desde esta perspectiva, aparece absurda la convicción de que los problemas o las molestias madurados a lo largo de un amplio espacio de tiempo necesitan obligadamente, para ser resueltos, de un tratamiento terapéutico igualmente largo. O la de que los problemas humanos que se caracterizan por un gran sufrimiento y complejidad exigen una solución igualmente complicada y dolorosa.
De igual manera existe la convicción de que un sistema no puede hallar la solución de un problema desde su propio interior, sin incurrir en la recursividad, y provocando sólo un cambio de tipo 1 y no ciertamente el cambio de tipo 2, que representa la solución concreta. Este último, en efecto, exige salir fuera del sistema, requiere un salto de nivel que no puede hacerse en el interior del propio sistema donde actúa el problema.
El insight no mejora los síntomas
Se postula en general que el cambio acontece a través del insight de las causas que en el pasado fueron responsables de las alteraciones actuales. Mas, no existe razón convincente alguna para tal incursión en el pasado. La génesis de los supuestos que impiden la solución es secundaria. El problema se resuelve, ahora y aquí, dando un paso que conduce fuera de la jaula. Los clínicos se van dando cuenta cada vez más de que, si bien el insight puede proporcionar explicaciones muy sutiles de un síntoma, poco hace para mejorarlo.
Hay que obligar al paciente a salir de la rigidez de su perspectiva. Para alcanzar esto no es necesario una profunda y larga excavación a la búsqueda de un supuesto, causa de la situación problemática, anulado el cual deberían desaparecer los problemas del paciente.
Ni tampoco es indispensable un lento y progresivo proceso de adquisición del insight. Éstos son procedimientos basados en concepciones de causalidad lineal y relación determinista entre causa y efecto. Concepciones y convicciones, por lo demás, ya superadas en todas las ciencias avanzadas, de la biología a la física.
CUARTA HEREJÍA
Otra gran herejía, por lo que se refiere a estrategias y procesos de cambio, proviene del hecho de que la mayor parte de las psicoterapias, impregnadas de la idea de la centralidad del pensamiento respecto a las acciones, se basa en el supuesto de que el obrar sigue al pensar. Por consiguiente, para cambiar un comportamiento erróneo o una situación problemática, hay que cambiar primero la manera de pensar del paciente y sólo después es posible cambiar su manera de obrar. De aquí la necesidad del insight.
Primero, cambiar el obrar
Desde el punto de vista estratégico, que en definitiva es el del constructivismo radical, este proceso debe invertirse. Es decir, se parte de la convicción de que, para cambiar una situación problemática, antes hay que cambiar el obrar y, como consecuencia, el pensar del paciente, o mejor, el punto de observación, el marco de la realidad.
Naturalmente, por experiencia no se entiende por cierto el concepto reductivo y fisicalista de acción sensoriomotriz, sino todo cuanto esperamos de nuestra relación con los demás y con el mundo.
Una emoción fuerte determinada por la relación/comunicación con otra persona es, por ejemplo, una nueva experiencia concreta que puede lograr que el punto de observación de la realidad propio del paciente se desplace.
Es el obrar o la experiencia lo que produce el cambio, que posteriormente se refuerza y se vuelve consciente.
Una partida de ajedrez
La terapia estratégica es una partida de ajedrez entre el terapeuta y el paciente con sus problemas. Una sucesión de movimientos que tienden a producir efectos específicos. Y existen también en ambos juegos -ajedrez y terapia- estrategias particulares para reaccionar a los movimientos del adversario, jugadas y contrajugadas.
El planteamiento estratégico no consiste simplemente en una serie de medidas eficaces. Sino en un modo de ver los problemas humanos que no se interesa en la extinción definitiva de todos los problemas de la vida del paciente (quien lo lograse no pertenecería, a nuestro entender, a la especie humana). Se interesa únicamente en la solución focal de los problemas que, uno tras otro, pueden las personas hallar en el camino de su existencia.
Jaque mate al problema
El desarrollo del proceso de la terapia se concluye con el jaque mate al problema presentado. Con la adquisición del procedimiento por parte del paciente para jugar y vencer de forma autónoma aquel determinado tipo de partida.
Por lo demás, como decía Bateson, “la vida es un juego cuyo objetivo es descubrir las reglas; reglas que cambian siempre y nunca llegan a descubrirse”.
(De “El arte del cambio”. Trastornos fóbicos y obsesivos. Giorgio Nardone y Paul Watzlawick. Herder)
Hola, Alicia!
Sólo agradecerte el trabajo en tu blog, que me ha permitido perfilar mejor mis conocimientos en Terapia Breve Estratégica.
Un saludo
Enric
Muchísimas gracias a ti!!