Precedentes
En su libro “Cambio” (1974), Paul Watzlawick da una definición de cambio un poco sorprendente para la época: “El cambio es la única constante en nuestra vida“, característica del existir que no se puede evitar. Cambiamos continuamente, no hay nada que permanezca la misma cosa. Pero dentro del cambio algo tiende a mantenerse. De hecho, podemos decir que “el cambio es la constante que mantiene el equilibrio“, todo aquello que es equilibrio sano es movimiento, una oscilación entre movimientos que no se detienen nunca.
El enfoque sistémico-estratégico nace de las observaciones de Jackson sobre la homeostasis de los sistemas familiares. De la idea de homeostasis se deriva inevitablemente un concepto fundamental de la Escuela de Palo Alto: la resistencia al cambio. Si un sistema (un paciente) pide ser cambiado cognitivamente, pero emotivamente se resiste al cambio, no se puede pensar en hacerle cambiar a través de la explicación, típica de la “lógica ordinaria”. Esto sería una ingenuidad estratégica: mientras más alerto a la persona respecto a la posibilidad de cambiar, más ésta se resistirá al cambio; mientras más empujo a alguien al cambio más lo boicoteará, no por no querer colaborar sino por una tendencia intrínseca a mantener su propio equilibrio (homeostasis).
Tipos de cambio
El cambio no es lineal, los cambios tienen saltos, como ha sido descrito por la teoría de las catástrofes, o proceden en espiral, por lo que avanzan, retroceden, y vuelven a avanzar y retroceder. Si no consideramos esto el riesgo es desviarse debido a la ilusión de que el cambio terapéutico llegue por fases. El cambio no es como una especie de iluminación mental sino un cambio en la percepción de la realidad y por efecto de esto de la reacción a ella, un cambio en la sensación de la realidad pasando a través de la experiencia más que de la consciencia. El insight será el efecto del cambio y no su causa.
El cambio drástico
Es un cambio rapidísimo, un saltus de un estado a otro provocado por una intervención tan directa que produce un cambio inmediato en la percepción de la realidad. Cuando el cambio se produce de manera tan rápida y devastadora, lo que sucede después no puede ser tan rápido. Después del primer cambio drástico el cambio continua de manera gradual, paso a paso hasta la construcción de una nueva realidad. De hecho, en este caso es como si tuviésemos que construir un rascacielos; hemos de empezar desde los cimientos y hundirlo bien en el suelo, luego continuar con el primer piso, luego el segundo, el tercero, y así sucesivamente, de modo gradual, hasta llegar a la última planta. Si no, todo se desmorona.
El cambio gradual
Sucede paso a paso, es decir, para producir el gran cambio se introduce un pequeño primer cambio, luego otro, otro y otro más, hasta que la suma de los cambios individuales conducen al objetivo prefijado. Durante las entrevistas se determina cómo funciona y cómo persiste el problema, se construye una buena relación terapéutica creando la atmósfera, el contexto y el clima adecuado para la intervención, y se dan una serie de prescripciones en secuencia progresiva con el claro objetivo de romper el círculo vicioso de interacciones que mantiene el problema.
La diferencia entre este tipo de cambio y el anterior es clara: el cambio aquí no es rompedor, sino que llega con lentitud. En este caso es esencial, con el fin de llegar a la resolución del problema, evitar tener prisa y continuar gradualmente, de otro modo el fracaso sería inevitable. También en este caso es como si tuviésemos que construir un rascacielos, comenzando por los cimientos y continuando paso a paso.
Como escribe J. Weakland, “cada cosa lleva a otra cosa que a su vez lleva a otra…si te concentras en hacer la más pequeña y luego la siguiente y así sucesivamente, habrás hecho grandes cosas habiendo hecho sólo pequeñas cosas”.
Cambio geométrico exponencial con efecto avalancha
En este caso la “catástrofe” se produce no porque irrumpa un rayo sino porque se introduce de forma voluntaria una reacción en cadena que lleva a la gran explosión, el mínimo efecto que activa una reacción acelerada hasta la explosión total. En este caso se trabaja por acumulación, se trabajan las prescripciones sin agobiar o acelerar hasta llegar a la saturación, y entonces se produce el efecto de “la gota que colma el vaso”, la bola de nieve que lanzada rueda y rueda y se hace tan grande que se transforma en avalancha. El proceso de acumulación lleva al punto de ruptura.
En relación con el objetivo que nos ponemos y la tipología de resistencia al cambio de la persona, podemos decidir qué tipo de cambio buscar. El cambio drástico encaja en las situaciones en que las personas no son capaces de colaborar aunque quisieran en el proceso de cambio, ya que están totalmente invalidadas por el problema. Por otro lado, el cambio gradual encaja en las situaciones en las cuales las personas colaboran y están dispuestas a llevar a cabo correctamente las indicaciones. Finalmente, el cambio geométrico exponencial encaja en las situaciones en las que las personas, o tienden a oponerse activamente al cambio o, a causa de su rigidez, no son capaces ni de colaborar ni de boicotear.
En todos los casos “Lo ideal es que el efecto pase inadvertido y que el cambio se produzca como una inclinación natural de los acontecimientos“. F. JULLIEN, “Tratado de la eficacia”
(Más en “Surcar el mar sin que el cielo lo sepa. Lecciones sobre el cambio terapéutico y las lógicas no ordinarias“. Giorgio Nardone. Herder). Tipos de cambios posibles.
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