La lógica no es otra cosa que el método a través del cual el hombre, desde siempre, aplica sus propios conocimientos, resuelve problemas, de modo que es el puente entre teoría y aplicación directa.
Lógica ordinaria versus lógica no ordinaria
La lógica ordinaria es nuestra costumbre de discriminar las cosas a través de la negación y del reconocimiento asociativo. A través de los silogismos, del principio de no contradicción, del principio de coherencia. Y a través de la congruencia.
Estamos acostumbrados a este tipo de lógica. Aunque empíricamente se ha demostrado que no sólo es ineficaz sino también contraproducente cuando se quiere persuadir a alguien de algo. Continuamos utilizando este tipo de lógica sencillamente porque forma parte de nuestra idiosincracia cultural.
Si esto funciona cuando analizamos fenómenos lineales, los fenómenos de causa-efecto, ya no encaja cuando vamos a aplicarlo a fenómenos complejos como la dinámica entre la mente y la mente. O como sugería Gregory Bateson, entre la mente individual y la mente colectiva. Porque para el ser humano el estar en contradicción es una regla, no una excepción. ¿Cuántas veces nuestras emociones y nuestras sensaciones nos hacen hacer algo que no es coherente con nuestro habitual modo de actuar? Muchas veces nuestras reacciones no son congruentes con nuestras acciones.
Cuando hablamos de lógica no ordinaria ya no podemos hacer referencia a procesos puramente cognitivos de racionalización de las elecciones, de las decisiones y de las acciones, como haría, en cambio, la lógica ordinaria. Precisamente porque cada uno de nosotros es parte del sistema y no puede controlar el sistema desde su interior.
Todo es autoengaño
Hemos de partir del presupuesto de que, al ser nosotros el instrumento cognoscitivo de nosotros mismos, ya estamos contaminados y, en el acto del conocer, contaminamos todo aquello que conocemos.
Desafío a cualquiera a que encuentre en su propia vida un ejemplo de aplicación -desde mi punto de vista, imposible- de lógica puramente ordinaria, sin ambivalencias.
Es dificilísimo encontrar alguna cosa que funcione sin que detrás exista un autoengaño. Todo es autoengaño. Tendemos a alterar la realidad que percibimos y a construir constantemente la realidad sobre la base de nuestros autoengaños.
Tenemos ejemplos continuos de ello: me levanto por la mañana y he dormido mal, cada mínimo acontecimiento resulta fastidioso por efecto de lo que he experimentado anteriormente. Es un autoengaño.
También se autoengaña una persona que no se da cuenta de que su pareja la está traicionando. Cuando todos excepto ella lo saben. El autoengaño es un don natural que nos protege de las cosas que nos dañan. Es algo positivo pero que, si se abusa de él, puede resultar patógeno. El autoengaño, por lo tanto, no es algo que hay que denigrar como quisieran hacer los cognitivistas y todos aquellos que piensan en virtud de la ilusión de control racional. El autoengaño es un don que hemos de utilizar, dado que no lo podemos evitar.
Ambivalencias, doble vínculo y paradoja
La tradición interaccional-sistémica ha estudiado las ambivalencias lógicas en la comunicación. Introdujo el constructo de doble vínculo, entonces identificado con la paradoja lógica: un mensaje que transporta un contenido y su contrario.
Watzlawick y otros fueron los primeros en llevar al campo de la Psicoterapia y de la Psicología el estudio de los niveles lógicos de Bertrand Russell. Es decir, la lógica más refinada. Al estudiar las ambivalencias de la comunicación y las ambivalencias en las respuestas de las personas, llegaron a constituir precisamente la lógica de la paradoja, que se convirtió en uno de los conceptos básicos del enfoque estratégico tradicional.
El fenómeno de la paradoja comunicativa con uno mismo, con los demás y con el mundo es el fundamento de la etiología de las patologías psíquicas más graves. Y al mismo tiempo, el fundamento de la estructura de las intervenciones terapéuticas. […] Cuando dentro de mí siento una cosa y al mismo tiempo su contrario es una paradoja. Así como cuando deseo una cosa y la temo al mismo tiempo.
Sin embargo, no estamos en presencia de paradojas:
- cuando pienso que es correcto actuar de un modo pero luego hago lo contrario,
- o cuando realmente creo mucho en una cosa y todas mis acciones van dirigidas a confirmar mi creencia
- o aún, cuando un cierto pensamiento, al repetirse en el tiempo, se convierte en verdadero
Estratagemas y protocolos según la lógica no ordinaria
Es entonces posible construir subgrupos, subclases dentro de la lógica del autoengaño. Con este empeño hemos puesto a punto estratagemas terapéuticas no ordinarias para la mayoría de las patologías más importantes y protocolos de tratamiento relacionados. Conocer los diferentes criterios de lógica no ordinaria y el funcionamiento de dicha lógica, en consecuencia, resulta fundamental para un terapeuta estratégico.
Obviamente, si un paciente nos trae lúcidamente la descripción de su problema y podemos negociar con él lúcidamente la solución, pasamos enseguida a la indicación directa, sin necesidad de la lógica no ordinaria.
El problema es que en mi experiencia, entre más de diez mil casos, quizás unas diez personas pertenecían a este tipo. Cierto, es posible que desde hace 20 años sólo vea pacientes extremos. Sin embargo, si analizamos la mayoría de las denominadas patologías, vemos que funcionan sobre la base de criterios no ordinarios. Raramente se encuentra una patología que se funde en una lógica ordinaria.
Creencia, contradicción y paradoja
La gran contribución de Gregory Bateson y más tarde de Don Jackson y Paul Watzlawick fue precisamente comenzar a estudiar estos fenómenos no lineales y buscar en su interior un nexo, un hilo lógico. Tomemos el famoso diálogo estructurado con el delirio de Bateson, que busca determinar su trama para introducirse en su interior y reconstruirla.
Por desgracia, la tradición interaccional se detiene y se pierde dentro de la paradoja. Como si esta fuera el único criterio lógico existente opuesto a los criterios tradicionales. La lógica de la paradoja aplicada, en realidad, es una pequeña parte, ni siquiera el 30% de lo que usualmente se hace. La lógica de la contradicción y la lógica de la creencia ocupan los espacios restantes, que son mucho más extensos.
(De “Surcar el mar sin que el cielo lo sepa”. Lecciones sobre el cambio terapéutico y las lógicas no ordinarias”. Giorgio Nardone y Elisa Balbi. Herder Editorial)
1 comentario