"Más allá de la anorexia y la bulimia"Terapia Breve EstratégicaTrastornos de alimentaciónanorexia crónica

Anorexia crónica:

Me asomé desde la puerta de mi despacho a la sala de espera para que entrara el siguiente paciente y vi venir hacia mí a una joven que parecía caminar sobre nubes, como si no fuera una persona, sino algo etéreo en movimiento. Era un caso de anorexia crónica, puesto que estaba en ese estado desde hacía muchos años.

La joven me contó que estaba en los 40 kilos desde hacía ya 8 años, que había hecho otras recuperaciones en hospitales y clínicas especializadas, que se había sometido a diferentes formas de tratamiento psicológico, y que, además, durante aproximadamente dos años había sido hospitalizada. Ninguno de los anteriores tratamientos le había dado un resultado positivo.

La paciente me comunicó que decidió dirigirse a mí por el consejo de una ex compañera suya anoréxica que conoció dentro de una clínica y que le contó que había conseguido hacer frente con éxito a su problema con mi ayuda. La ex compañera contactó con ella después del tratamiento del mismo modo que lo intentó con las otras 7 pacientes anoréxicas que formaban parte del grupo y que establecieron una fuerte unión entre ellas. La amiga llegó a su casa llorando, ya que ellas dos eran las únicas supervivientes: las otras 7 habían muerto. Esta noticia le perturbó de tal manera que le acabó decidiendo.

Para este caso, como para todos los de trastorno anoréxico estructurado, fue importante establecer durante el primer encuentro una relación muy emotiva, en la que la paciente no se sintiera ni juzgada, ni rechazada, ni empujada directamente a comer.

“Querido doctor:…”

La sesión culminó con la siguiente prescripción:

anorexia crónica

“Querido doctor”… La técnica de las cartas en la anorexia crónica

De aquí a cuando nos volvamos a ver quisiera que hicieras sólo una cosa por mí, una cosa que me ayudará a conocerte mucho más que tantas charlas. Por las noches, cuando te vayas a la cama, sobre la almohada y como última acción del día, coge papel y escribe una carta que me dirigirás a mí. Me gustaría que la comenzaras con “querido doctor”, y después quisiera que me escribieras todo lo que se te pasara por la mente, pasado, presente o futuro, memoria, fantasía o realidad, todo lo que se te pase por la cabeza.

Cuando la hayas terminado de escribir, firma la carta, la metes en un sobre y la cierras sin releerla, y la próxima semana me las traes todas.

Esta prescripción contempla dos efectos: el primero es consolidar la relación terapéutica, creando un contexto de exclusividad de la relación misma; el segundo, mucho más importante, es provocar en la persona abstinente la agradable sensación de comunicarse íntimamente con alguien. Este último efecto, si se obtiene, representa una primera hendidura en la armadura, forjada con la abstinencia de cualquier sensación, dentro de la que la anoréxica se ha aprisionado.

La joven, en el encuentro siguiente, llevó las 7 cartas y manifestó que, una vez que comenzó, se soltó incluso contándome cosas que le habría avergonzado decírmelas personalmente. Me dijo que, después de mucho tiempo, había sentido la necesidad de tener contactos sociales.

La técnica del “como si”

Aproveché la ocasión para sugerirle que:

Cada vez que te encuentres en un sitio con gente, compórtate como si fueras una mujer seductora, de las que están seguras de sus encantos. Por ejemplo, lanza alguna mirada y quizás alguna sonrisa, tengo curiosidad por comprobar qué efecto te producirá.

En el tercer encuentro   me contó que para ella fue francamente agradable representar el papel de una mujer llena de encanto y que las miradas y sonrisas que lanzaba la mayoría de las veces eran correspondidas con otras tantas sonrisas y miradas de complicidad, lo que le resultó verdaderamente placentero.

La pequeña transgresión

Quisiera que hicieras otro experimento, aunque tengo que advertirte que éste te parecerá más peligroso. Quisiera que de aquí a la próxima vez que nos veamos te concedas, cada día, una pequeñísima transgresión a tu rígido orden de alimentación. Te pido algo pequeño, por ejemplo una chocolatina, una de esas cosas que tú sabes que te gustan pero a las que tienes tanto miedo. Te pido que lo hagas a escondidas, sin que los tuyos lo sepan; será nuestro pequeño secreto.

En el encuentro siguiente la joven se presentó con un look mucho más femenino, un nuevo corte de pelo y una expresión francamente más abierta. Me contó que había conocido a muchas personas y que ya no se sentía en peligro entre la gente. Por último, me contó que también había realizado la temida prescripción. Tras el miedo de las primeras veces esta costumbre se había vuelto agradable y cada día se había una pequeña, pero sabrosa transgresión alimentaria. Le sugerí que aumentara un poco la dosis de lo que ahora no le parecía espantoso sino agradable, que intentara incrementar su habilidad al relacionarse con los demás y que añadiera a la pequeña transgresión alimentaria una segunda transgresión.

De la anorexia crónica al equilibrio

A lo largo de aproximadamente 3 meses, la joven incluyó en sus comidas lo que más le gustaba y su peso se recuperó completamente; también su estética había evolucionado a la vez que representaba el papel de mujer seductora. De este modo, representar el papel “como si” le había llevado a concretar esta realidad. Esta terapia para la anorexia crónica representa la construcción de una realidad inventada que ha producido efectos específicos.

La prueba final del cambio radical por parte de la ahora ex anoréxica fue establecer una relación amorosa.

No hay que olvidar que los grandes cambios se obtienen a través de pequeñas transformaciones y alteraciones del rígido equilibrio patológico, que hacen que surja en la paciente lo que de forma natural posee. Como dice el Bhagavad Gita, El abstinente huye de lo que desea, pero se lleva su deseo consigo.

(De “Más allá de la anorexia y la bulimia”. Giorgio Nardone)

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