Antes de afrontar este instrumento, dos palabras para explicar la diferencia entre el concepto de contraevitamiento, típico del enfoque estratégico y el de exposición gradual característico del modelo cognitivo-conductual.
El modelo cognitivo-conductual
También en este último enfoque, de hecho, se le da mucha importancia al efecto patológico de la evitación. Para afrontarlo, la terapia cognitivo-conductual usa la exposición gradual a las situaciones temidas, pidiendo al paciente que no active sus habituales reacciones de fuga (prevención de respuesta) (Leveni et al., 2011, pp. 95-96).
A partir de una lista de situaciones temidas, ordenadas por intensidad, se procede a la exposición gradual, partiéndose desde la menos desagradable de afrontar. El recorrido es consciente, directo, explícito, declarado: funciona, pero a costa de una mayor resistencia al cambio por parte del paciente, porque se le pide que afronte algo que le resulta desagradable.
La terapia breve estratégica
El concepto de contraevitamiento, al contrario, no se diferencia tanto por sus objetivos, que son los mismos -llevar a la persona a enfrentarse directamente con sus situaciones temidas- como por la manera de llegar a ellos.
Las indicaciones son en general integradas, marginales, tangenciales, a menudo enmascaradas en otras tareas que “acompañan” a la exposición, sorteando la natural resistencia al cambio (Nardone y Portelli, 2013, p.39). El cambio se induce, sugiere, más que se explica u ordena.
En la comunicación se hace uso de la paradoja, la ironía, lo grotesco, haciendo que el proceso sea una readquisición gradual en la confrontación directa con las situaciones temidas, pero divertida, juguetona, irónica; o bien se usa la hipérbole, convirtiendo a la evitación en un mal peor que la propia cosa evitada (ubi maior minor cessat).
Se trata de pequeñas diferencias estilísticas, cierto, pero que marcan profundas diferencias epistemológicas, que reivindicamos orgullosamente como características del modus operandi de la terapia breve estratégica.
En el fondo, la finalidad es la de engañar al problema para llegar lo antes posible a una mejoría de la situación (y no es cierto que sea la de engañar al paciente, como algunas interpretaciones ingenuas podrían hacer creer).
Un ejemplo de contraevitamiento estratégico
Veamos un ejemplo: La hit parade o lista de las evitaciones y precauciones:
Organizada como una lista compilatoria en la que la persona debe identificar todas las cosas temidas como una suerte de monitoreo diario, esconde en realidad una potente reestructuración. El monitoreo, de hecho, se construye después de incidir en el poder negativo y cronificante de las evitaciones y precauciones. Conseguido el acuerdo de llevarla a cabo, al paciente jamás se le pide que deje de evitar (esto se recalca mucho), porque si fuese capaz de dejar de hacerlo no tendría necesidad de nuestra ayuda, tan solo debe constatar, anotándolas, todas las evitaciones que lleva a cabo…teniendo presente únicamente hasta qué punto el problema se esta cronificando con cada una de ellas. Se trata de una inducción paradójica, que tiene el efecto de promover y evocar la motivación y recursos personales para afrontar aquello que asusta. Al mismo tiempo, el listado se convierte en una medida constante de los progresos del paciente.