Se presenta un joven con fobia a los excrementos, incluso a los propios. Ha empezado a poner en práctica los habituales procedimientos tranquilizadores: evitar cualquier contacto posible con los excrementos, lavarse cada vez que tiene dudas de haberse ensuciado. La limpieza es tan profunda y agresiva que el paciente se ha producido una herida en el ano. La fobia ha llegado a ser tan invalidante que el joven no es capaz de salir porque ve excrementos por todas partes; para él la más pequeña mancha oscura es un excremento (…)
Estudiar al enemigo: la técnica para la fobia a los excrementos
Una vez investigado el problema y adoptando la lógica del trastorno, le pregunto al paciente si conoce bien todos los tipos de excrementos. Este sonríe, en presencia de sus padres que me miran como si yo también estuviese un poco loco, y me dice: Bueno, un poquito sí, los del gato, del perro.
Y yo insisto: Sí, pero también los hay de otros animales, el ratón, el buey, el caballo, el ser humano, hay muchas diferencias…y si queremos luchar contra tu enemigo, antes que nada debemos conocerlo bien, por tanto has de estudiar los excrementos, has de aprender a distinguirlos bien, porque además creo que no todos te inspiran el mismo temor. Sí, así es, los que me dan más miedo son los de perro y de hombre, porque son los que más se ven, que están más cerca…también los de gato, en cuanto a los de buey o de caballo no me dan tanto miedo, y en el ratón no había pensado nunca. Sigo insistiendo: También están los excrementos de ardilla, de otros roedores, de cervatillo, todos son diferentes y por tanto…el primer paso de nuestra terapia será estudiar los excrementos…
Los padres me miran atónitos, pero continúo:
Tienes que hacerlo de dos maneras: primero buscas en internet trabajos sobre todos los tipos de excrementos y me traes todo lo que hayas encontrado: tipos, composición, dónde se encuentran con más frecuencia, todas las informaciones útiles.
Medir los límites con la fobia a los excrementos
La segunda cosa que quiero que hagas desde ahora hasta que volvamos a vernos es que midas exactamente a qué distancia mínima de un excremento eres capaz de mantenerte. Quiero una medición sistemática. Cada día deberás salir una hora, pasear por la ciudad y por el campo y ver personalmente, puesto que ya los has estudiado, los tipos de excrementos y medir a qué distancia puedes acercarte. Sin esforzarte, quiero que llegues al límite más allá del cual empezarías a tener miedo.
El muchacho responde: De acuerdo, interesante (…)
Resultados
Dos semanas más tarde, el paciente me trae unas hojas impresas con toda la clasificación de los excrementos y todas las formas que ha descubierto. Luego me trae un esquema de su aproximación a los excrementos: lo curioso es que por primera vez ha conseguido acercarse a un metro, y ha reconocido los excrementos de perro, gato, buey, caballo, ratón y lagartija. Antes convertía cualquier mancha en un excremento: en estas dos semanas su percepción no ha sido alterada, pero se ha vuelto precisa; no solo eso, sino que ha descubierto que puede acercarse más de lo que creía, y esto lo tranquiliza (…)
Explicación de las técnicas utilizadas
Extrañamente, dice, y sin hallar una explicación, su ritual de higiene tan violento, prolongado y autolesivo, se ha reducido. Le parece un hecho extraordinario y del todo imprevisto: en realidad, era el objetivo de las indicaciones terapéuticas destinadas precisamente a provocar esos “eventos casuales planificados”. Se ha creado una nueva situación en la que ha sido posible inducirlo a hacer algo que antes ni siquiera podía imaginar; he construido una realidad inventada que produce efectos concretos. Al encargarle tareas tan precisas, aparentemente razonables, he logrado que su mente se concentre en eso, focalizando en la tarea la atención que antes tenía puesta en el trastorno, “surcar el mar sin que el cielo lo sepa”.
Pero cuando lo he enviado a medir el límite, encargándole una tarea aparentemente rigurosa y científica, he inducido al paciente a experimentar algo que de otro modo habría evitado, he construido una contraevitación. Los estudios sobre el miedo dicen que, cuanto más evito un miedo, más lo aumento. Hace unos milenios, los antiguos sumerios escribieron: El miedo mirado de frente se convierte en valor, el miedo evitado se convierte en pánico. La contraevitación suscitada por la prescripción estratégica ha permitido al muchacho sentirse tranquilizado respecto a sus capacidades de control.
La intervención disfrazada de exploración sistemática ha producido además una violación del ritual. Esto representa un paso fundamental en el tratamiento del TOC, que se sostiene justamente sobre la ritualidad, cada vez más importante e invalidante a través de su práctica, que confirma y alimenta la creencia fóbica. Violar este guión reduce el poder de la fobia e interrumpe una secuencia rígida, una percepción-reacción disfuncional. Las dos prescripciones, en apariencia banales, representan en cambio una auténtica estratagema terapeutica que utiliza la lógica del trastorno, la tiranía del absurdo, transformándola en su opuesto.