Si el “conocimiento o la verdad definitiva” representan una ilusión humana extremadamente difundida, veamos ahora una psicotrampa que es prerrogativa solo de los sujetos más inteligentes e intelectualmente más elevados. Se trata de la idea según la cual a través de un razonamiento que respeta los criterios de la lógica racional, se pueden afrontar todos los problemas y dificultades de la vida.
La hipersolución del racionalismo
Es lo que Paul Watzlawick definía como la hipersolución del racionalismo: depositar la confianza propia, a veces de modo ciego, en la capacidad de analizar cualquier fenómemo humano. Iluminados por la luz del intelecto, llegamos a través de una lógica cuadriculada a las explicaciones y al control.
Este sublime autoengaño es el producto de milenios de filosofía y lógica, que desde Aristóteles en adelante han guiado con éxito al hombre para desarrollar la inteligencia y la capacidad de gestionar la realidad. Pero cuando todo ello se convierte en una forma rígida y absoluta de análisis de cada fenómeno, el proceso pasa de funcional a disfuncional.
Hegel, empujando la “luz del intelecto” hasta posiciones metafísicas, sostenía que “si la teoría no concuerda con los hechos, tanto peor para los hechos“. La absoluta confianza en la capacidad de “racionalizar” se convierte en una suerte de religión del intelecto. Y provoca efectos similares a los de una fe dogmática, como afirmaba drásticamente Georg Lichtenberg: “La fe ciega en la razón te hace más estúpido que cualquier religión“.
Encaja porque está creado para que encaje
Más allá del duelo histórico entre “racionalistas” e “irracionalistas”, no debemos nunca olvidar que en los razonamientos lógicos y en los cálculos matemáticos “todo encaja” porque nosotros hemos construido tales modelos de análisis justo para que todo encaje.
Por ejemplo, el estupor que se siente frente a la perfección de complejos pasajes matemáticos debería ceder el paso a la idea escéptica de que se trata solo de construcciones estructuradas para funcionar así. Esto ha permitido al hombre desarrollar capacidades tecnológicas formidables. Pero todo ello solo puede aplicarse con éxito a los fenómenos lineales, caracterizados por nexos de causa-efecto. No a los recursivos ni autopoiéticos.
Ninguna explicación racional o cálculo matemático, como sostiene uno de los más grandes lógicos y filósofos del XIX, Ludwig Wittgenstein, puede ayudarnos cuando amamos a alguien que no nos ama. O cuando debido al miedo nos comportamos de manera irracional. Como por ejemplo, al repetir un “mantra” para propiciar el buen éxito de un evento que tememos. Así mismo, el hecho de podernos racionalmente fiar de los datos según los cuáles el avión es el medio de transporte más seguro, no nos ayuda nada a superar el miedo a volar. De nuevo, los ejemplos son innumerables.
Aquí es importante evidenciar, con las palabras de Nietzsche, cómo se constituye esta trampa: “Todo lo que es absoluto forma parte de la patología”. Y esto vale también para la inteligencia y la lógica, si se llevan al extremo.
PSICOSOLUCIÓN PARA ESTA PSICOTRAMPA
A fin de que sea eficaz, aquello que el hombre ha magistralmente construido se aplica solo donde funciona. En otros términos, nos resultará de gran ayuda si debemos tomar una decisión sobre una cuestión práctica, como
- un itinerario de viaje,
- una compra conveniente,
- la elaboración de un presupuesto económico.
Si por el contrario debemos decidir si perdonar o no a quien nos ha traicionado, o superar la fobia al vuelo o interrumpir los rituales propiciatorios compulsivos, debemos recurrir a instrumentos lógicos diferentes que nos permitan gestionar
- los autoengaños disfuncionales,
- las emociones irracionales
- y nuestros comportamientos contradictorios, si no paradójicos.
Afortunadamente, con su inteligencia el hombre ha conseguido producir también instrumentos que van más allá de los límites de la racionalidad clásica. Y estos son útiles para afrontar fenómenos más complejos para los que la lógica no puede ser aplicada.
(Traducción de “Psicotrappole. Ovvero le sofferenze che ci costruiamo da soli: imparare a riconoscerle e a combatterle“. Giorgio Nardone. Ponte Alle Grazie) Razonamiento perfecto