"Psicotrampas"Terapia Breve Estratégicainseguridad

La inseguridad no puede ser definida de por sí como una forma de patología. Pero cuando se generaliza y se convierte en incapacidad para decidir o para actuar puede considerarse tal.

En medicina, el término “crónico” indica una forma radicalizada de patología que nos acompaña durante toda la vida. Como hemos tratado de explicar desde un punto de vista estratégico, no existe nada que no se pueda cambiar; por ello rechazamos el término “crónico”, que suena como un anatema y que para el que lo cree se convierte en condena.

Más allá de la disputas terminológicas, está fuera de toda duda el sufrimiento de quien está constantemente inseguro sobre sus propias decisiones y a menudo se ve incapaz de actuar para conseguir un objetivo.

La trampa de sobrevalorar e infravalorar

El mecanismo que conduce a una desconfianza así en las propias capacidades es efecto de la trampa de sobrevalorar y/o infravalorar y de postergar. El inseguro sobrevalora siempre a los otros y la dificultad de lo que debe afrontar. Mientras que infravalora los recursos propios.

Por esto tiende a postergar la asunción de responsabilidades y a poner en práctica iniciativas adecuadas a las circunstancias.

La repetición de la táctica de posponer incrementa la baja estima. Y en consecuencia se amplifica la sensación de impotencia en la relación con los otros y con el mundo.

La duda patológica y la inseguridad

Existe también una variante de carácter mas obsesivo compulsivo de esta forma de malestar psíquico y comportamental. Se trata de la duda patológica. En este caso la dinámica que conduce  a posponer la acción es la exigencia obsesiva de valorar por anticipado todas las posibilidades y sus posibles efectos. Para después pasar a la acción solo cuando, a través de una lógica asfixiante, se llega a una decisión correcta y definitiva. Aquí la trampa del pensamiento es la ilusión del razonamiento perfecto.

Entre estos casos de inseguridad se observan individuos totalmente bloqueados en su vida. Realmente incapaces de asumir cualquier tipo de responsabilidad y de sacar adelante proyectos en general.

No es infrecuente que estos individuos se liguen a personas que advierten como protectoras a quienes pedir ayuda y seguridad. Generando una real y verdadera forma de dependencia relacional en virtud de la aplicación de una tercera psicotrampa: la de la ayuda que daña.

Estrategias de psicosolución para la inseguridad

Si en la combinación de psicotrampas prevalece el lado fóbico, es decir, el infravalorar y/o sobrevalorar asociados al postergar y a la ayuda que daña, la intervención terapéutica deberá focalizarse sobre tal guión patógeno y será muy similar al usado para los trastornos fóbicos.

Por tanto, se guiará al sujeto a aplicar primero la técnica del cómo empeorar, después la de la peor fantasía; mientras, se deberá suscitar el miedo a la petición de ayuda, bloqueando por una parte la dinámica relacional que alimenta el trastorno y revirtiendo por la otra las sensaciones fóbicas sobre si mismas en modo paradójico hasta su anulación. Se trata por tanto de apagar el fuego añadiendo leña.

Realizada esta primera importante fase, se guiará al sujeto a asumir pequeños riesgos y decisiones cada vez más complicadas. Hasta conseguir la confianza en los propios recursos y la construcción de la propia autoestima.

Si en el trastorno prevalece el componente obsesivo-compulsivo, la primera fase del tratamiento será decididamente diferente.

Se focalizará sobre el cortocircuito del mecanismo del razonamiento ilusoriamente perfecto, guiando a la persona a la aceptación y ejecución del precepto kantiano según el cual “No existe respuesta correcta a preguntas incorrectas“.

Hasta la completa desaparición del círculo vicioso entre dudas irresolubles y respuestas que tratan de resolverlas, creando posteriores interrogantes imposibles de resolver (Nardone, De Santis, 2011).

También en estos casos la terapia no requiere más que algunos meses y el porcentaje de éxitos positivos es decididamente alto.
Con las palabras de Shakespeare: “No hay noche que no vea el día“.

(Traducción de “Psicotrappole. Ovvero le sofferenze che ci costruiamo da soli: imparare a riconoscerle e a combatterle”. Giorgio Nardone. Ponte alle Grazie)

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