Un conocido refrán italiano afirma: “Fiarse está bien, pero no fiarse está mejor”. En este caso, el sentido común parece sin duda razonable, en vista de las frecuentes traiciones y desilusiones que sufrimos por parte de los demás. Se trata de experiencias inevitables, pero (…) la mayoría de las veces son fruto de nuestras expectativas erróneas. Siempre creamos lo que padecemos, no debemos olvidarnos.
En este sentido, hemos de tener en cuenta que desconfiar hasta el punto de defendernos como precaución para poder resguardarnos de grandes desilusiones es, ante todo, un acto comunicativo muy potente en la relación con la otra persona, en la que suscitamos una desconfianza semejante.
Sin duda, todos recordamos a alguien que nos ha transmitido su desconfianza, a menudo no con palabras, sino con una actitud huraña y descalificadora, con una mímica facial fría y rígida, con una mirada huidiza y gestos hipercontrolados. Hemos sentido antipatía y hemos pensado que no podemos fiarnos de esa persona en absoluto.
Defenderse preventivamente genera desconfianza
El modo de comunicar construye literalmente nuestra relación con los demás: si comunicamos desconfianza, eso es lo que suscitaremos en los demás. Si nos defendemos de forma preventiva, la otra persona hará lo mismo con nosotros. De este modo se activará una espiral de desconfianza y de posiciones defensivas que impedirán una relación sana y colaborativa. Como un bumerán, la defensa preventiva se vuelve en nuestra contra.
El sentido común popular, en efecto, rara vez equivale a la sabiduría. Esto no significa que haya que fiarse ciegamente del otro y exponerse rápidamente y sin ninguna precaución(…): tanto la desconfianza como la ingenuidad provocan los mismos efectos (…) La primera modalidad no es menos desastrosa que la segunda, pero está sobrevalorada y por esta razón se lleva a cabo tan a menudo.
Como veremos, esta psicotrampa es la base de muchas patologías realacionales y manías persecutorias. Otro refrán popular, bastante más sabio que el anterior, dice: “Quien siembra vientos recoge tempestades”.
Psicosolución
La alternativa a la espiral simétrica provocada por la desconfianza –o, lo que es lo mismo, defenderse preventivamente de los sonoros reveses que habitualmente reciben los ingenuos– es una estrategia relacional bastante simple en teoría, aunque un poco menos simple en la práctica.
Se trata de estar dispuestos a ofrecer al otro una apertura al contacto y una confianza progresiva, basándonos en sus respuestas a nuestra disponibilidad, ofrecida en pequeñas dosis. Eso significa mostrarnos amables y disponibles al contacto, indicando tanto de forma verbal como no verbal nuestra apertura y aceptación, mientras permanecemos atentos a las respuestas que recibimos.
Si estas respuestas no fueran en la misma línea, habría que cambiar rápidamente de registro. Además, aunque el interlocutor se adecuara a nuestra apertura, no hay que dejar de vigilar su comportamiento: podría tratarse de tácticas comunicativas y no de una disponibilidad genuina y de un verdadero deseo de contacto.
Hay que evitar el deseo de aclarar las cosas con quien se comporta en repetidas ocasiones de manera desleal con nosotros: volverá a suceder lo mismo incluso tras la aclaración más eficaz.
Apertura como solución al error de defenderse preventivamente
La afinidad entre las personas no es una elección deliberada, sino el efecto de sensaciones rara vez mediadas por la razón. Precisamente por esto es importante aprender a ser los primeros en ofrecernos a la apertura relacional para después, en cambio, ser capaces de retroceder de forma elegante frente a una actitud no tan amistosa por parte del otro (…)
En definitiva, ser amable desarma no solo al desconfiado sino también al maleducado: es el modo de matar a la serpiente con su propio veneno.