"Psicosoluciones"Otros trastornosTerapia Breve Estratégicaegoísmo

Todos nosotros hemos sido educados para sentirnos culpables cada vez que actuamos, o incluso pensamos, algo que resulte directamente ventajoso para nosotros mismos. Tal reacción se deriva del hecho que se asocia cualquier comportamiento egoísta con una ventaja propia en perjuicio de los otros. Como si fuese inevitable que mi ventaja se correspondiera con la desventaja ajena.

Altruismo para evitar el egoísmo

Esta concepción, que tiene raíces antiguas en la cultura moralista occidental, tiene algunos efectos bastantes negativos sobre lo que pensamos de nosotros mismos y de nuestras acciones. Conduciéndonos exactamente a que nos consideremos malas personas en el momento en que perseguimos egoístamente un objetivo. A causa de tal convicción, se tiende a incrementar la frecuencia de actitudes y comportamientos de tipo altruista. Sin embargo, si se analiza bien, desde un punto de vista estrictamente lógico, el altruismo no es más que una forma perversa de egoísmo. Porque el altruista disfruta dando a los otros, pero de este modo también disfruta él.

Además, incluso cuando el comportamiento altruista es el del sacrificio, costoso para el individuo, el efecto de esto no resulta tan maravilloso como el moralismo tradicional quisiera indicar.

Elster y el altruismo

El comportamiento altruista, en efecto, como Elster (1979) resalta, conduce a la construcción de interacciones sociales basadas en la realidad de unos que dan y otros que reciben. Pero el altruista necesita de egoístas, como veremos “insanos”, que reciben lo que él da. La interacción entre altruistas se convierte en una insostenible escalada simétrica, ya que el altruista necesita del egoísta para sobrevivir como tal. En realidad, el tipo de relación que se basa en el comportamiento altruista tiende a construir, por otra parte, personas que se habitúan a recibir sin dar. Y que, en consecuencia, no desarrollan su propio sentido de responsabilidad.

Sobreprotección y altruismo

El mejor ejemplo de todo esto se obtiene observando la historia de la familia italiana en el último decenio, caracterizada por un sólido incremento del hábito sobreprotector de los padres respecto a sus hijos. Esta sobreprotección relacional, que no es más que un efecto del sacrificio altruístico de los padres por sus hijos, ha producido una realidad juvenil constituida por relevantes inseguridades y escaso sentido de la autonomía y de la responsabilidad. Esta consecuencia del intento bien logrado por parte de las familias. de allanar el camino a los hijos, buscando evitarles los obstáculos y los sufrimientos propios de su crecimiento, sacrosanta vocación de los padres al sacrificio, conlleva también, sin embargo, el negarle a los hijos la posibilidad de conocer sus propios recursos. Y de obtener seguridad personal mediante la experiencia de superar obstáculos.

Egoísmo insano

Este proceso conduce al establecimiento, en quien recibe, del comportamiento egoísta complementario al altruismo, caracterizado por la tendencia a tomar o recibir sin ningún esfuerzo o sin dar nada a cambio. Es esto lo que podríamos definir como egoísmo patógeno para sí mismos y para los otros.

Todo esto, aunque puede parecer una disertación puramente filosófica, conduce a asumir, y éste es el importante autoengaño terapéutico, que si debemos sentirnos culpables cuando realizamos algo de forma egoísta, deberíamos sentirnos aún más culpables cuando realizamos algo en forma altruista.

El lector se preguntará cómo es posible escapar de este dilema.

Egoísmo sano

Pues bien, una vez más el lógico noruego Elster nos indica una salida, definida por mí como el “sano egoísmo”. Este autor, proponiendo un cálculo rigurosamente lógico-matemático, muestra cómo un comportamiento egoísta inteligente puede ser el comportamiento social más adecuado. Afirma que el egoísta estratégico es aquél que estima que, para obtener los máximos beneficios en la relación con los otros, el comportamiento más efectivo es comenzar a dar para recibir. Él distribuirá su capacidad de dar en pequeñas porciones a un mayor número de personas, quienes, en sumatoria, le retribuirán con más de lo que él ha dado.

Este mecanismo, además, puede ser utilizado por los otros, ya que el comportamiento entre egoístas de este tipo es complementario, o sea, se mantiene recíprocamente. El comportamiento del egoísta insano necesita del altruista y el del altruista necesita del egoísta insano.

Si quieres recibir…

En otros términos, aquél que adopta la actitud del egoísta sano, sigue la indicación de Lao Tsé: si quieres recibir, comienza dando. Esa persona transforma la interacción con los otros, pasando de una interacción en la cual alguien gana y alguien pierde, lo que en la teoría de los juegos se define como un juego a suma cero, en una interacción en la cual o todos ganan o todos pierden, un juego con una suma diferente a cero.

Lo interesante es que tal efecto de cooperación ventajosa para todos se obtiene partiendo de un comportamiento declaradamente egoísta, que produce el efecto de un intercambio sano altruista entre los seres humanos.

Toda esta disertación ha sido necesaria para indicar bien al lector la necesidad de transformar el autoengaño de sentirse obligado consigo mismo a evitar los comportamientos egoístas, por un autoengaño basado en el prescribirse el “sano egoísmo”. Nos libera de nuestra tendencia a querer hacer el bien de manera excesiva a nuestras personas queridas. Convirtiéndonos  en personas incapaces de construir relaciones sanas y funcionales, con nosotros mismos y con los demás. Esta nueva actitud, además, nos emancipa del sentimiento de culpa cada vez que hacemos algo sólo para nosotros mismos. Porque, desde esta perspectiva, buscar nuestro bienestar corresponde a que las personas que están a nuestro alrededor estén mejor.

No olvidemos que el egoísmo en el fondo no es más que “la visión en perspectiva de la realidad; todo lo que se aleja de nosotros se empequeñece”. (Nietzsche, La ciencia elegante).

(De “Psicosoluciones“. Giorgio Nardone. Herder)

1 comentario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *

Publicar comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.