"Modelos de familia"Niños, trastornos de conducta y familiaTerapia Breve Estratégicademocrática permisiva

La característica que mejor distingue este modelo es la ausencia de jerarquías. Ya en el momento en que se forma la pareja, habitualmente, el contrato prevé un amplio margen de libertad para los cónyuges, a menudo diplomados o licenciados, y ambos insertos en el mundo del trabajo.

La mayoría de las veces se observa una situación paritaria desde un punto de vista económico y la tendencia a una distribución de las competencias en la gestión de la vida cotidiana.

Premisas ideológicas

A menudo este modelo es el fruto de premisas ideológicas que puede madurar en el seno de la familia de origen en la que ya estaba en vigor un estilo educativo democrático. O bien en contextos juveniles de compromiso social, cultural o político. También como rebelión al modelo de la propia familia de origen.

Los presupuestos que hemos notado con mayor frecuencia son los siguientes:

  • Las cosas se hacen por convencimiento y consenso, y no por imposición
  • El consenso se obtiene a través del diálogo fundado en argumentos válidos y razonables.
  • Las reglas se pactan.
  • El contrato es el único enemigo de la prevaricación.
  • La finalidad principal que se debe perseguir es la armonía y la ausencia de conflictos.
  • Todos los componentes de la familia tienen los mismos derechos.
Padres rehenes

En el momento en el que las relaciones se vuelven más complejas por el nacimiento de un niño, los hijos se convierten en dominantes y los padres sufren sus deseos y caprichos.

Pero, ¿cómo es posible que padres tan preparados y atentos en no convertirse en dictadores se conviertan en rehenes de los hijos y que éstos se transformen en “pequeños tiranos”?

Es uno de estos casos clarísimos en los que la mejor intención, en este caso la salvaguardia de la democracia, produce una consecuencia opuesta. Con la llegada de los hijos la pareja recurre a la situación del sometimiento, sobre todo si ha funcionado en la relación a dos.

Por utilizar una analogía con el gobierno de un país, estas familias admiten a los hijos en el parlamento como si ya fuesen adultos maduros y responsables.

El hijo, al ser admitido en la discusión o en la elección autónoma en edad precoz, queda cargado por una responsabilidad demasiado grande para él. No posee ni mapas conceptuales ni competencias adaptadas para orientar sus propios comportamientos hacia su bienestar fisiológico (nutrición, ritmos de sueño y vigilia, movimiento y paro, o uso de los medios de comunicación) ni psicológico (valoración de seguridad o peligro, calibración de las experiencias emocionales y afectivas, cariño o desinterés).

Sin sanciones ni tolerancia al conflicto

Las premisas de la familia democrático-permisiva no prevén que las reglas sean impuestas con firmeza y decisión. Y tampoco prevén sanciones: las reglas sólo se enuncian, se explican y argumentan con suavidad y con palabras. Una regla sin consecuencias pragmáticas puede definirse como un consejo o advertencia, pero no como una regla o norma, ya que su transgresión no prevé ningún efecto práctico sobre el comportamiento.

Conclusión: la familia democrático-permisiva vive en una constante fluctuación y transformación de las reglas.

La tolerancia al conflicto y a la discusión es muy baja, así como está poco desarrollada la capacidad de contener las emociones y superar la ansiedad. En el momento en que el deber educativo provoca tensiones y resistencia por parte de los hijos, aparece la solución del sometimiento que, en aquel momento, reporta la “paz familiar”.

Cuanto más prepotente, más consigo

Pero nosotros invitamos a reflexionar sobre el mensaje que este tipo de interacción sobrentiende. ¿Qué consecuencias extraerá un adolescente de un comportamiento de continua rendición por parte de los padres?: Cuanto más prepotente soy, más consigo.

Se puede establecer una complementariedad patógena cuando los padres comienzan a disuadir al hijo con razonamientos, ejemplos y presuposiciones de graves consecuencias, sin darse cuenta de que al hijo le  llega un mensaje de incapacidad de pasar a la acción.

En particular, el padre no consigue convertirse en un héroe, más que sin mancha sobre todo sin miedo, que lo pueda salvar de los peligros en los que se va a meter. Mientras más insistan los padres con los mítines, más harán probable los comportamientos de riesgo.

En este momento, los hijos podrán buscar fuera de los muros domésticos, entre compañeros ya metidos en contextos de transgresión, aquellos héroes fuertes y sin miedo que sean ejemplo y guía para ellos, ya que en los padres dóciles no se puede confiar en el momento de necesidad.

Reglas y significados del modelo de familia democrática permisiva

Las reglas:

  1. El bien supremo que se debe perseguir es la paz familiar, la armonía, la amistad.
  2. Todos los miembros de la familia forman parte, con los mismos derechos, del consejo familiar, desde el nacimiento.
  3. Toda decisión debe originarse del deliberado y unánime consenso de todos.
  4. Hacer de padre no es solamente un hecho instintivo y natural, sino que comporta un proceso de información-formación.

Los significados que se desprenden:

  • El desacuerdo de uno puede bloquear cualquier decisión
  • Todos pueden modificar una regla a su propia conveniencia
  • Si no se respetan las reglas no sucede nada grave
  • Lo que quieren los hijos y lo que quieren los padres está en el mismo plano.
  • Si uno juega la carta del obstruccionismo y de la amenaza al equilibrio tiene muchas posibilidades de salirse con la suya.
  • Los comportamientos no son instintivos sino que provienen de la elaboración personal de teorías científicas, pedagógicas, filosóficas e ideológicas. Los padres intentan poner en vigor normas de comportamiento y a este respecto es claramente visible la escalada simétrica entre hijos y padres. Las reglas no se respetan, los padres proponen otras más blandas, en teoría aceptadas pero puntualmente desmentidas en la práctica y seguidas por otra regla nueva. Como en el modelo hiperprotector, es como si las reglas no existieran, porque carecen de toda sanción y de sentido de responsabilidad para el adolescente.
Confusión en la jerarquía

Para parecer modernos, con el paso del tiempo, puede suceder que los padres imiten a los hijos en su modo de vestir, en sus gustos musicales o en la práctica deportiva. Sólo muy rara vez se dan cuenta de que con estas acciones se llega a un aplastamiento de las jerarquías y a una confusión en la distinción de roles (…) Esta ansia de juventud les puede hacer poco creíbles ya sea como amigos ya sea como apoyo y brújula en las dificultades.

A menudo el hijo no encuentra en los padres aquel sostén estable y tranquilizador y se inician las discusiones, las incomprensiones y los primeros enfrentamientos. Habitualmente, el joven manifiesta comportamientos de rechazo y rebeldía, pero no consigue llegar a ser autónomo. Parece que haga pagar a sus propios familiares parte de sus dificultades y no es raro que se conviertan en auténticas patologías psicológicas (obsesiones, fobias, trastornos alimentarios, etc).

(De “Modelos de familia. Conocer y resolver los problemas entre padres e hijos”. Giorgio Nardone, Emanuela Giannotti y Rita Rocchi. Herder)

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