Las personas con problemas no resueltos no pueden hacer de terapeutas o de líder, lo que, en cambio, sucede demasiado a menudo. No se puede ayudar a los demás si hay necesidad de ser ayudado: por esto la construcción de la persona del terapeuta es fundamental.
En este punto, la pregunta es: “¿Cómo se consigue ser una persona equilibrada?”. De nuevo, trabajando con la lógica no ordinaria sobre uno mismo, por tanto utilizando los propios autoengaños y aprendiendo a transformarlos de disfuncionales en funcionales, al principio con la supervisión de un experto, para después conseguir hacerlo solo.
Un buen maestro como modelo
La psicoterapia, como escuela, requiere muchos buenos maestros y si tenemos un buen maestro y lo consideramos como tal pero luego descubrimos que no vive bien, lo mejor es cambiarlo. Porque si una persona no ha conseguido construir su equilibrio en la vida tampoco podrá hacérselo construir a un alumno suyo. Un buen maestro ha de ser un buen modelo, y si no es un buen modelo no es un buen maestro.
Con esto no quiero decir que no debo haber tenido problemas, sino que debo haberlos afrontado y superado. Un famoso seguidor de Freud, Cesare Musatti, en su libro Curar neurotici con la propia analisi (1978) declara que “Se pueden curar neuróticos sólo con la condición de ser neurótico“. Yo reescribo esta afirmación en “Se pueden curar neuróticos sólo con la condición de haber sido neurótico”. Puedes hacerlo pero con la condición de que ya no lo seas. No por casualidad El arte de la estratagema (2003), el libro sobre las estratagemas, termina con un aforismo de Gandhi que para mí debería ser el aforismo de todo terapeuta:
“Sé aquello que te gustaría que el mundo fuera” (Gandhi, 1973)
(De “Surcar el mar sin que el cielo lo sepa“. Giorgio Nardone y Elisa Balbi. Herder). La construcción del terapeuta