Otros trastornosTerapia Ericksonianahacerle hacer algo

Jay Haley: ¿Qué consideras esencial para provocar el cambio terapéutico?

M. Erickson: Las mismas cosas que son indispensables en la instrucción escolar del niño. No basta con explicarles, (…) es necesario que comiencen a hacer algo (…) Debe escribir en el folio un 1 y después otro 1, hacer una raya y poner el símbolo +, y así aprende que 1 +1 es igual a 2. Es la sensación de hacer algo (…)

La sensación de hacer algo

Cuando trabajas con un paciente (…) no basta con hacerle simplemente decir: “Mi padre ha hecho esto, mi padre ha hecho aquello”, ni hacerle hacer asociaciones libres hasta el infinito. Incluso si un paciente ha hecho sobre su padre asociaciones libres amplias y plenas de insight, el proceso continuará siendo incompleto hasta que no haga alguna cosa concreta.

En terapia lo primero que hago es hacer que el paciente haga algo. Cuando induzco el trance hipnótico, una de las primeras cosas que quiero del paciente es que participe de alguna manera. Le pido que se siente de la manera más cómoda y él lo hace. Luego le hago notar que no ha cambiado de posición y que quiero que lo haga. ¿Podría, por favor, mover el pie derecho un centímetro de derecha a izquierda? Quiero que haga algo. Si se niega, quiero ver si le parece bien que yo le mueva ligeramente la mano. Él continua sin hacer nada, pero yo le muevo la mano de tal manera que cuando paro, la mano se vuelve luego caída por su propio peso. (Risas) (…)

¿Qué es lo que sucede normalmente durante la terapia? El paciente viene a hablarte de sus problemas, y se espera que tú le hables de esos problemas. Espera que le des algún consejo. Tú, sin embargo, le presentas una tarea para hacer.

La paciente que no podía hablar

La paciente que vino el sábado declaró: ¨No consigo hablar. ¿La próxima vez puedo escribir?¨Le respondí: “Claro, pero ¿no podrías nombrarme algunas de esas cosas que escribirás?”. Cierra la boca y sacude la cabeza. Le pregunté si podía hablar. Sacude la cabeza. Estaba completamente bloqueada, un bloqueo verbal. Le pregunté si podía escribirme algo. Sacude la cabeza. Le dije que lamentaba que no pudiese ni hablar ni escribir, pero que estaba contento de que pudiese sacudir la cabeza. Estaba también encantado de que pudiese tener en la mano el lápiz y le di uno para que lo sostuviera con la mano izquierda. Ella me miró con una mirada interrogativa y lo cogió con la izquierda.

Le dije: “Naturalmente, usted no es zurda; así que después de sostenerla un poco con la izquierda, téngala en la mano con la que escribe. No conseguirá escribir aún, ¿verdad? Solo podrá cuando esté ya en su casa. No sé cómo se sentirá por el hecho de no conseguir hacerlo ahora, aquí en mi estudio. ¿Piensa que estará contenta de conseguir escribirme en casa?”. Y entonces comenzó a hablar.

H: ¿Consiguió explicarse?

E: Sí (…) Era una profesora: sacudir la cabeza era una manera de comunicar. Haciéndole sostener el lápiz le estaba pidiendo algo más que comunicar: le hice hacer algo equivocado, porque ella no era zurda. Era algo equivocado sostener el lápiz con la mano izquierda. ¿Comprendes?

H: Comprendo, pero no veo qué importancia tenía

E: Le pedí hacer algo equivocado en la comunicación. ¿Comprendes?

H: ¿Quieres decir que le estabas pidiendo que hiciera aquello que ya estaba ella haciendo?

E: Exacto, comunicar de manera equivocada. (Risas) Entonces hice que cambiara el lápiz a la mano correcta y le pregunté qué sensaciones tenía.

H: ¿Esto equivalía a decirle que comunicara de la manera apropiada?

E: A decirle que escribiera. De hacer la cosa justa [right en inglés], porque yo hablé de ´mano con la que escribes´, no de la mano derecha [right]. Le pregunté qué pensaba sobre ello, y comenzó a verbalizar, a comunicar de la manera correcta. Por el solo hecho de hacerla hacer estas cosas tuvimos después una amplia charla (…)

Era una profesora

H: Pero ¿por qué no aceptaste su declaración de que escribiría para la próxima vez?

E: Ella había entrado en mi estudio perfectamente preparada para hablar conmigo, después se bloqueó completamente. Si le hubiese permitido irse a casa después de una hora de silencio, e irse rápido, se habría convencido de que era inútil venir a mí. Era mejor hacerle comprender que aquí en mi estudio ella podía hacer una enorme cantidad de cosas. Haciéndola participar aunque fuese de manera mínima, aprobando sus sacudidas de cabeza. Mostrándome contento de que consiguiese sacudirla, que consiguiese comunicar, aunque fuese en negativo. Y después haciéndole coger con la mano el lápiz. Para una profesora esto era importantísimo. Ponérselo en la mano equivocada era algo que la hacía sentir segura.

Weakland: Que la hacía sentir segura y que a la vez quería corregir.

E: Que quería corregir: era una profesora.

H: (Riendo) Es un bonito ejemplo (…)

(Extraído y traducido de aquí)

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