En el momento en que algo se define ya no es una realidad fluida. Se convierte en un fragmento separado de todas sus otras manifestaciones potenciales.
Cuando se define una conducta sintomática, esta comienza a perder su carácter omnipresente e involuntario. Delimitar cuándo se produce esa conducta, dónde se produce, su intensidad, duración y otros detalles de su manifestación hace más predecible y controlable la conducta.
De esta forma, una simple pregunta durante la primera entrevista como “¿Exactamente cuándo se produce el problema?” se convierte en una parte inseparable de una estrategia clínica más amplia.
Cuando se trabaja con un hombre que tiene algún problema innombrable e incontrolable, será difícil, si no imposible, hacer progresos. Una vez que el problema se define como de relaciones sexuales, se convierte en una parte más pequeña del conjunto de su situación vital. Cuando se delimita aún más como eyaculación precoz, entonces el problema se acota más todavía.
La pregunta que uno podría plantearse, entonces, es ¿Puede este fragmento descomponerse aún más?.
El fraccionamiento para la eyaculación precoz
Erickson fraccionaba un poco más la eyaculación precoz y lograba que un hombre en circunstancias similares explicara exactamente cuántos minutos podía dedicarse al sexo antes de eyacular. Esto dividía el proceso. El sexo, como un todo, ya no era el problema. Más bien era un momento determinado durante el sexo lo problemático.
Erickson trataba entonces el aspecto inevitable de la eyaculación precoz indicándole que experimentara una eyaculación parcial en el momento señalado y guardara el resto para un período más largo de sexo. De este modo, incluso la propia eyaculación se fraccionaba. Esto era algo que el hombre sentía que podía hacer y como resultado de ello su comportamiento durante el sexo mejoró sustancialmente (Erickson, 1959d).