Una joven víctima de una serie de pensamientos obsesivos ritualizados se presentó pidiendo desesperadamente ayuda.
En la práctica, varias veces al día y durante la ejecución de ciertas acciones, algunas de las cuales eran cotidianas, se sentía obligada a repetir mentalmente unas fórmulas de palabras o números. Este síntoma la conducía a reducir su actividad y, en cualquier caso, la atormentaba. Además, considerándose una persona decididamente razonable, no podía aceptar la idea de estar obligada a hacer cosas tan irracionales.
En este caso, como en otros similares, se utiliza una prescripción que ritualice el ritual. De manera que, utilizando la lógica de la creencia, nos apoderamos del síntoma compulsivo transformándolo en un ritual prescrito rigurosamente. Esto suele conducir a su autodestrucción, puesto que altera el modelo de persistencia del trastorno orientándolo hacia su saturación y ruptura.
Prescripción de ritualizar el ritual
A la joven se le prescribió:
De aquí a la próxima vez que nos veamos, cada vez que tenga deseos de repetir una de sus fórmulas repítala al revés; todas las repeticiones que hace de costumbre las repetirá tres veces al revés.
Por ejemplo, si tiene ganas de repetir la palabra “hombre”, esta se convierte en “erbmoh” y, por tanto, usted dirá en su mente “erbmoh, erbmoh, erbmoh”, siempre comenzará por el final de la palabra.
Si la fórmula esta compuesta por más palabras o números el ejercicio se hará más difícil pero usted tiene una mente entrenada…¿no le parece?
Por consiguiente, no creo que tenga dificultades para componer y repetir tres veces al revés incluso frases enteras.
En la siguiente sesión, la paciente dijo que todo había sido muy fatigoso. Pero que había hecho efecto, puesto que después de algunos días los rituales se habían reducido hasta desaparecer. Luego había tenido solo algunos episodios, inmediatamente inhibidos por la ejecución de la tarea prescrita, de ritualizar el ritual.
Sobre la base de esta inequívoca y concreta experiencia, la joven fue luego guiada a aprender a atesorar aquello que había experimentado: matar a su enemigo con su mismo puñal.