Mis artículosTOC y compulsiones placenterasTrastornos psicológicoscompulsiones

Las compulsiones basadas en el placer presentan una estructura muy similar a la de las obsesiones compulsivas del TOC (irrefrenables, inevitables, ritualizadas, esclavizantes). Pero a diferencia de ellas, en las que la realidad se vive como temible o peligrosa, no tenemos de base una fobia sino la búsqueda desenfrenada de placer. Y es justamente porque el síntoma se basa en un placer, que eliminarlo resulta particularmente costoso:

 “Entre el sentido de culpabilidad y el placer, siempre gana el placer”  Nietzche.

Soluciones intentadas

En estas patologías, se dan una serie de soluciones intentadas que, sin funcionar, mantienen la situación problemática y contribuyen a empeorarla.

Ante todo, se observan unas tentativas generales de los familiares, cónyuge o padres, para convencer a la persona a que abandone su compulsión (internet, compras online, vomiting, apuestas, juego de azar, etc). Nos encontramos frente a una amplia gama de estrategias fallidas. Amenazas, cerrar con llave la habitación donde está el ordenador, los sermones sin fin, el candado en el frigorífico, etc… acaban por instigar una escalada simétrica entre la persona y la familia que no hace más que aumentar el comportamiento objeto de discusión.

Pero a veces es justamente la persona implicada en primera persona en el problema la que busca “ayudarse”. Y en el intento de dejarlo puede llegar a obligarse a periodos de abstinencia que desembocan en verdaderos atracones de placer. No olvidemos que “la prohibición sazona los manjares”, como decía Montaigne. Toda solución basada en la prohibición, por tanto, impuesta por uno o los demás, no hará más que echar más abono al problema. Porque lo prohibido aumenta la sensación de placer en lugar de reducirlo.

Frente al fracaso que supone en estos casos la abstinencia de la compulsión placentera, la Terapia Breve Estratégica hace una propuesta terapéutica basada en la idea de que “si te lo concedes podrás renunciar, si no te lo concedes se convertirá en irrenunciable“. Es decir, se busca introducir una serie de pautas en la ritualidad (la “ritualización del ritual”, la trampa a la trampa de la mente), en lugar de la evitación de la misma, para conseguir arrebatarle el control a la obsesión.

Tratamiento para las compulsiones: ritualizar el ritual, la trampa a la trampa de la mente

Esta ritualización del ritual, adaptada a las peculiaridades de cada caso, será lo que permita salir de la encrucijada, puesto que las pautas introducidas acabarán por introducir también los efectos del deber, de la tarea obligada y autoimpuesta, como opuestos a los del placer.

Según Oscar Wilde, “la mejor manera de librarse de una tentación es caer en ella”. Pero de manera controlada, agregamos nosotros. No se prohíbe la compulsión, pero se le incorporan pautas de realización según la actividad y las características de la situación. Para que así empiece a resultar desagradable llevarla a cabo. A veces basta con la obligatoriedad de realizar el ritual en un lugar determinado y durante un tiempo determinado para la desaparición del interés y el placer por realizarlo.

Una vez liberados de la compulsión, la terapia se dirigirá a la consolidación de los cambios. Y al establecimiento de nuevas formas de placer menos esclavizantes y perjudiciales.

Es imposible vivir sin el placer. Pero podemos añadir la satisfacción del control que supone concedérnoslo a voluntad.

“La virtud (y la dificultad) no está en la abstinencia sino en la moderación”.

San Agustín

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