Autolesiones y trastornos alimentarios
La investigación ha puesto en evidencia la frecuente coincidencia de la aparición de un trastorno alimentario y formas de autolesión.
En un informe realizado por algunos expertos (Favaro et al, 2004), se cuantificaba en un 25% los casos de trastorno alimentario asociados a comportamientos autolesivos.
Sin embargo, si se incorporan las diferentes formas de patologías alimentarias – anorexia nerviosa, binge eating, bulimia nerviosa (…)– se obtienen datos clarificadores:
El dato que se refiere a la asociación entre bulimia nerviosa con autoinducción al vómito, patología definida hace más de 10 años como Vomiting syndrome (Nardone et al, 2011), abarca más del 65% de los casos. Lo que indica de forma innegable que entre ambas formas de trastorno existe una relación (…)
Giorgio Nardone en su estudio de veinte años sobre los trastornos alimentarios y su tratamiento, destaca que en casi el 70% de los casos de vomiting aparecen también compulsiones autolesivas.
Una única patología
Por tanto, de los datos (…) se deduce que comer y vomitar se halla asociado en la mayoría de los casos a la compulsividad autolesiva, y viceversa. Esto indica que en ambos casos nos encontramos frente a una única patología. Sería una patología con manifestaciones compulsivas.
Apoya esta tesis el hecho de que las evoluciones de ambos trastornos presentan notables semejanzas. Ambos aparecen como actos compensadores y autorreguladores. Y ambos se transforman luego en compulsiones irrefrenables.
Respecto al vómito, existe desde hace tiempo literatura que indica que más de dos tercios de los casos de anorexia nerviosa prolongada en el tiempo se transforman en bulimia nerviosa con vómito (…)
Si el ritual de comer y vomitar se intensifica hasta convertirse en cotidiano, al cabo de unos meses el acto de vomitar como acto compensatorio se transforma en placer compulsivo. Al llegar a este punto, los sujetos ya no vomitan porque han abusado de la comida, sino que comen en exceso deliberadamente para vomitar después (Nardone et al, 2011).
Actos autolesivos mayores y menores
En cuanto a la compulsión a cometer autolesiones, estas aparecen la mayoría de las veces no como actos destructivos, sino como modalidades autopunitivas. Con ellas se inflinge un dolor físico para aliviar otro dolor de tipo emocional.
Pero hay que distinguir entre:
- autolesiones mayores: típicos de las personas que padecen esquizofrenia o demencia (…)
- autolesiones menores: típicos de personas que carecen de control de la impulsividad o están afectadas por una patología compulsiva.
En nuestro caso se trata de la tipología de autolesiones menores. Estas no causan, al menos de una forma inmediata, daños invalidantes o permanentes en la persona.
Hablamos de hacerse cortes, producirse quemaduras leves, desollarse, arrancarse pelos y cabellos, morderse, golpearse partes no peligrosas del cuerpo.
Un placer sutil
Es evidente, por tanto, que estos comportamientos no tienen nada que ver con los actos suicidas. En los actos suicidas el objetivo es poner fin a la vida y no torturarse. Desgraciadamente, es frecuente en la literatura establecer una equivalencia errónea entre intento de suicidio y compulsión autolesiva.
Sin embargo, la aclaración nos la proporciona justamente la habitual evolución del trastorno. Puesto que si se intensifica en su frecuencia, se transforma gradualmente de dolor en placer sutil.
En este punto, el hecho de autolesionarse, además de ser un acto compensatorio de otro dolor o una punición, es una búsqueda compulsiva de sensaciones fuertes.
Puntos en común y funciones de las autolesiones
Como bien se ve, el síndrome de vomiting y el de autolesión tienen muchos puntos en común (…) Comparten el tipo de formación y persistencia. Y la función al principio compensatoria y autorreguladora, que se transforma posteriormente en un ritual de placer. La sensación de dolor autoinfligido se transforma lentamente en un estremecimiento de placer irresistible.
Otra característica común a ambas formas de trastorno es el hecho de que desempeñan también funciones de pura búsqueda de sensaciones transgresoras o de sedante eficaz frente a la frustración o el dolor.
Los pacientes cuentan claramente que recurren a los dos tipos de compulsión. A veces persiguen el primer objetivo y a veces el segundo. Aunque predomina la búsqueda de sensaciones transgresoras que precisamente por su poderosa fuerza también desarrolla una función sedativa.
En resumen, cabe afirmar que cuando los dos trastornos aparecen asociados se convierten en las dos caras de la misma moneda.