Cuando el vómito no es espontáneo, sino provocado, suele tener una finalidad inicial de compensación de lo comido: como demasiado y luego me siento mal y culpable, así que vomito.

Pero esta solución a corto plazo se convierte a medio y largo plazo en un serio problema.

En este vídeo expongo las consecuencias físicas y psicológicas del hábito de comer y vomitar, desde las deformaciones provocadas en el cuello y rostro, por ejemplo, hasta la creación de un trastorno psicológico distinto de la bulimia llamado vomiting, donde el vómito seguido del atracón tiene ya un efecto compulsivo placentero del que resulta muy difícil prescindir, pese al deterioro rápido y evidente de la vida del afectado.

El hábito de comer y vomitar puede partir tanto de un trastorno anoréxico como de un trastorno bulímico. La diferencia es que en el trastorno bulímico ha habido un exceso previo (un atracón) mientras que en la anorexia solo una percepción exagerada de exceso. En ambos casos, el vómito tiene la función de compensar lo comido y de calmar la culpa y la sensación de descontrol.

Comer para poder vomitar

Con el tiempo, la función inicial compensatoria se va diluyendo y el vómito pasa a ser una finalidad placentera en sí misma: ya no se vomita por haber comido, sino que se come para luego poder vomitar.

En poco tiempo se ha creado un circuito placentero, una verdadera compulsión placentera, enormemente resistente al cambio. Son necesarias técnicas específicas estratégicas para su desactivación.

Giorgio Nardone fue quien descubrió y dio a conocer este trastorno, frecuentemente confundido con la bulimia (donde puede haber vómitos o no).

La Terapia Breve Estratégica ha recibido el título de “best practice” en el tratamiento del vomiting.

Puedes leer más y profundizar sobre el vomiting en:

–“Hartarse, vomitar y torturarse”, de Giorgio Nardone (Herder Editorial)

–“Las prisiones de la comida”, de Giorgio Nardone (Herder Editorial)