Aplazar las decisiones nos hace perder la capacidad de decidir. Este koan japonés sugiere que evitemos pensar y analizar demasiado nuestro estado antes de actuar, puesto que nos hace sentir inseguros y tensos en nuestro papel, al limitar nuestra capacidad y aumentar el peso de nuestras responsabilidades.
Aplazar una decisión para cuando estemos más relajados, aunque en un primer momento nos puede hacer sentir menos tensos, representa un principio de fuga que provocará que el temor aumente en lugar de reducirse. Del mismo modo, el alivio inmediato causado por el aplazamiento de la decisión se transformará, posteriormente, en una tensión aún mayor.
Como se suele decir, lo hecho hecho está. Quedarnos en vilo es la condición más estresante que se puede dar cuando tenemos que gestionar los resultados de nuestras acciones. Así pues, en este caso también es importante reestructurar nuestras percepciones inmediatas valorando los efectos que pueden desencadenar en lugar de limitarnos a los del momento.
Por tanto, el miedo al aplazamiento y a la procrastinación debe construirse como una psicotrampa efectiva (Nardone, 2014). Sus resultados, aunque en un primer momento parezca que alivian la tensión, son realmente funestos.
Solución: anticipar y comprobar (la técnica del cómo empeorar)
A este respecto, resultan de gran utilidad las estrategias mentales consistentes en anticipar lo que puede hacernos caer en dichas trampas. Por ejemplo, como ya hemos visto, imaginar por las mañanas todas las maneras posibles que nos impidan alcanzar nuestros objetivos cotidianos y por la noche comprobar los que hemos logrado.
La técnica del cómo empeorar, aplicada al día a día, es un antiguo autoengaño estratégico que ayuda a detectar los comportamientos disfuncionales y a suscitar una aversión natural hacia ellos: imaginar de manera racional y voluntaria cómo fracasar produce el efecto espontáneo del rechazo a aquello que hemos entendido como un fracaso (Nardone, 2004; Nardone y Balbi, 2009; Nardone 2014).
Si quieres enderezar algo, aprende antes cómo retorcerlo aún más, dice la antigua sabiduría china.