Cuarto tipo de depresión (el moralista decepcionado):
Antecedentes
Nos encontramos con personas que creen tener conductas honestas, correctas, personas que unen estrechamente la propia conciencia moral con la ley. Son intransigentes sin apelación en relación consigo mismos, con los demás y con el mundo.
El pensamiento absoluto, constantemente expuesto a generalizaciones demasiado banales, se orienta con fuerza hacia posiciones persecutorias, a veces con auténticas derivaciones en ideas paranoicas, por las que el mundo se ve únicamente a través de una mirada sospechosa. Nos enfrentamos a una patología que se alimenta con la renuncia como solución intentada. La renuncia constante pone a la persona en situación de víctima, en este caso víctima del mundo. Encontramos una actividad fortísima en el nivel del pensamiento.
Esperando justicia
Ciertamente podemos decir que la persona que sufre esta variante depresiva combate con el pensamiento: pretende que los demás y el mundo sean diferentes. El moralista espera justicia y firmeza del jefe de oficina o del chófer del autobús hacia los usuarios indisciplinados, etc. Al no poder expresar su desdén, al no poder obtener Justicia (la suya, claro), vive en un estado de rabia y de frustración constantes. consciente de sus propios límites operativos. El lenguaje está sólidamente connotado por reproches, resentimientos y pensamientos agresivos.
La patología de estas personas consiste precisamente en no poner nunca en duda sus propias convicciones, en virtud del hecho de que parten de presupuestos intachables, que todos deberían tener para construir un mundo mejor. Es la ortodoxia de sí mismo, de la propia creencia.
Estas personas presentan en las relaciones un estilo victimista, evitación social, rígidos vínculos personales, modalidades que oscilan entre la pasividad y la agresividad.
Intervención para el moralista (cuarto tipo de depresión)
Si no lo he entendido mal, corríjame si me equivoco, por cuanto me ha dicho, usted se encuentra en esta situación de sufrimiento tras un acontecimiento preciso del que ya no se ha recuperado. Ha intentado afrontar el problema, pero solo mentalmente y de forma inútil hasta renunciar de forma deliberada. Sin embargo, en su combate con el pensamiento ha salido derrotado en lugar de cambiar la situación.
Lo que hemos de obtener con la paráfrasis es poner en duda la eficacia de la solución tentativa, es decir, cómo piensa la persona, conjugado a la renuncia. El objetivo siguiente consiste en hacer emerger la creencia que sostiene su idea. Por lo tanto, hemos de proceder con posteriores preguntas estratégicas.
Siendo usted una persona que se define como correcta, ¿siempre ha creído que los demás lo eran o ya se había dado cuenta de que las personas no son tan intachables?
Si yo soy correcto…
La respuesta más frecuente es la que se basa en la deducción: si yo soy correcto, también los demás han de serlo. Por tanto, aunque respondan afirmativamente a la segunda parte de la pregunta, no pensaban de todas formas que los demás lo fueran en esta medida.
Si no lo he entendido mal, corríjame si me equivoco, usted siempre ha creído ciegamente que, al ser una persona irreprochable también lo iban a ser los demás; que también los demás tendrían que serlo, exponiéndose a una condición de gran fragilidad, en sustancia dando poder a los demás. Ahora está tan mal que su decepción original ya no tiene nada que ver con el acontecimiento, sino que se ha extendido hasta el punto de hacerle creer que en las personas, en la sociedad, en el mundo en general ya no hay nada que salvar. En otras palabras, su extremada corrección se ha convertido en su jaula.
Abriendo un camino en la forma de pensar del paciente
Si el diálogo estratégico se ha dirigido correctamente, es decir, si las paráfrasis han sido confirmadas por el paciente, hemos abierto un camino en su modo de pensar. Y es precisamente en esta fractura en la que hemos de construir un nuevo modo de pensar, que le permita superar las dificultades sin generar problemas psicológicos. Podemos añadir una última paráfrasis que incida aún más en la creencia:
Si no he entendido mal, ahora usted se sentirá como un combatiente derrotado por no haber combatido nunca, pretendiendo sin embargo de los demás su mismo comportamiento íntegro; habría ignorado, de este modo, la variedad de las especies animales que existen en el mundo: las hay que se arrastran, que vuelan…algunas son presas y otras depredadoras…¡Piénselo! (…)
En el mundo, como sabe, hay muchas especies de animales, en cambio a usted le gustaría una población de una sola especie…digamos como la suya, pero los animales sólo viven bien si están en equilibrio con el entorno, de otro modo tienden a la extinción.
Quisiéramos que usted se transformase, durante una hora cada día, en un etólogo que va a estudiar el comportamiento de los animales, intente localizar a los predadores, los herbívoros, etc, e intente reconocer lo que hacen o lo que dejan de hacer para mantener su equilibrio sin extinguirse, y luego nos lo cuenta.
La metáfora, es obvio, se refiere al comportamiento social del hombre. Aunque la respuesta es de escepticismo inicial, la prescripción, una vez llevada a cabo, comporta siempre la ruptura de la visión global.
Conclusiones del cuarto tipo de depresión
Solamente tras haber desmontado la creencia del paciente y haber conseguido el desbloqueo terapéutico de su sintomatología, se puede continuar seleccionando otros tipos de estratagemas.
Es en la tercera fase de la terapia, la dirigida a la consolidación de los resultados obtenidos, en la que se puede pasar a indicaciones fundadas en la lógica del “saturar para romper”, cuya utilidad reside en desplazar al paciente moralista decepcionado de su posición de defensa, la víctima, para colocarlo en situación de aprender a tolerar los riesgos de la imperfección y de la incertidumbre, además de la incoherencia.
Excelente articulo y las intervenciones muy bien ejemplificadas.