Fobia social, paranoia y deliriosTerapia Ericksonianaespejo

La técnica del espejo:

(Habla Erickson:)

Tuve dos Jesucristos en la sala. Se pasaban el día entero diciendo “Yo soy Jesucristo”. Detenían a cualquiera para explicarle: “Yo soy el verdadero Jesucristo”.

Así pues, hice que John y Alberto se sentaran en un mismo banco y les dije:

“Siéntate ahí. Bien, cada uno de ustedes dice que es Jesucristo. John, quiero que le expliques a Alberto que tú, no él, eres el verdadero Jesucristo. Y tú, Alberto, quiero que le digas a John que el verdadero Jesucristo eres tú y no él”.

Los tuve sentados en ese banco el día entero, mientras cada uno de ellos le explicaba al otro que él era el auténtico Jesucristo. Después de un mes, John dijo: “Yo soy Jesucristo, y ese loco de Alberto dice que él es Jesucristo”.

Uno de los dos está loco

Le conteste: “¿Sabes una cosa, John?, tú dices lo mismo que dice él, y el dice lo mismo que dices tú. Ahora bien, yo pienso que uno de ustedes dos está loco, porque sólo hay un Jesucristo”.

John reflexionó sobre esto una semana. Decía: “Yo estoy diciendo lo mismo que dice ese loco. Él está loco, y yo digo lo mismo que él. Esto debe significar que yo también estoy loco; y no quiero estar loco”.

Yo intervine: “La verdad, John, no creo que tú seas Jesucristo.

Y tú no quieres estar loco. Pediré que te den un trabajo en la biblioteca del hospital”. Trabajó allí unos días y después vino y me dijo: “Hay una terrible equivocación; mi nombre aparece en todas las páginas en todos los libros”. Abrió uno de los volúmenes y me mostró que allí decía JOHN THORNTON; en todas las páginas encontraba su nombre. Yo le di la razón y le mostré que en todas las páginas aparecía MILTON ERICKSON.

Le pedí que me ayudara a encontrar el nombre del doctor Hugh Carmichael, el nombre de Jim Glitton, el nombre de Dave Shakow. En realidad, podíamos encontrar en esa página cualquier nombre que a él se le ocurriera.

Dijo John: “Estas letras no pertenecen a un nombre; ¡pertenecen a esa palabra!”

“Así es”, respondí yo.

John siguió trabajando en la biblioteca, y seis meses más tarde pudo irse a su casa liberado de sus identificaciones psicóticas.

Descubrir que son ideas delirantes

Erickson no confía en los métodos comunes de persuasión, sino más bien en la técnica de “espejar” la conducta del paciente. Ambos casos colocan a John en situaciones en las que puede descubrir por sí mismo que sus ideas son delirantes. En el primer ejemplo, se las ingenia para que el delirio de John sea espejado por otro paciente que padece del mismo delirio -un espejo muy conveniente-. En la segunda, el propio Erickson reproduce la conducta de John al encontrar su nombre en las páginas del libro.

Este método del “espejamiento” es el empleado por Robert Lindner en su relato, ya clásico, “El sofá de propulsión a chorro“, contenido en su libro “The Fifty-Minute Hour“. Según me contó Erickson en una oportunidad, Lindner fue discípulo suyo y lo consultó antes de publicar ese libro. El relato en cuestión versa sobre un paciente que vivía en un mundo delirante hasta que el terapeuta comienza a contarle detenidamente sus excitantes experiencias y “viajes” por esos mismos mundos. Cuando el terapeuta se une al paciente en sus ideas delirantes, éste asume el rol de aquél y trata de mostrarle que, en verdad, el tipo de pensamientos en que ambos están inmersos es delirante.

(De “Mi voz irá contigo. Los cuentos didácticos de Milton Erickson“. Sidney Rosen (compilador). Paidós.). La técnica del espejo.

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