Cuando me acuerdo del tío Tom siempre sonrío, puesto que era al mismo tiempo travieso y sensato, y dejó grabadas en mi memoria infantil múltiples palabras y experiencias. Un día de verano, mi tío, mi padre, un par de primos y yo mismo, acompañados de Rex, que era mi perro, nos apretamos en la barca de Tom para ir a pescar.
Echamos el ancla para pescar en el río cuyo cauce transcurría detrás de unos viñedos que pertenecían a tío Tom. Rápidamente nos empezamos a aburrir, puesto que los peces no picaban. Mi primo mayor cogió a Rex e hizo ver que lo arrojaba al agua por la borda. Yo le supliqué que no lo hiciera. La barca se balanceó, mi primo resbaló y Rex se cayó al río. Yo me sentía muy angustiado. En lugar de nadar de regreso hacia la barca, Rex se puso a nadar río abajo. Yo no dejaba de llamarlo y de silbarle, pero él seguía alejándose de nosotros.
No se trataba de una pequeña corriente, sino que las aguas bajaban rápidas y con fuerza y arrastraban a Rex. Temía que mi viejo y entrañable compañero se ahogara. De nuevo lo volví a llamar y silbé, pero mi tío me puso su mano en el hombro, de forma firme y reconfortante, y me dijo que dejara de llamarlo.
Él está haciendo lo que es correcto, aseguró mi tío. Es un perro inteligente. Déjalo proseguir. Si intentara nadar en dirección hacia el bote iría contracorriente. Quedaría agotado y se podría ahogar. Además, sabe que no sería capaz de salir del agua. Los laterales de la barca son demasiado altos para él. Está haciendo lo que tiene que hacer.
Ir a favor de la corriente
Aprended de él, continuó diciendo tío Tom. No debéis luchar contra una fuerza que es superior a vosotros. Debéis is a su favor y tratar de utilizarla en vuestro provecho. Rex está dejando que la corriente lo arrastre, y progresivamente se va aproximando hacia la orilla.
Tío Tom tiró tranquilamente de la cuerda del motor fueraborda de la barca, que se puso en marcha trabajosamente, y nos dispusimos seguir a Rex río abajo. Como mi tío había predicho, Rex se fue acercando progresivamente a la orilla ayudado por la corriente. Finalmente llegó a la ribera del río y saltó a tierra firme. Puesto en pie se sacudió el agua, esperó a que llegáramos, olfateó la barca y saltó abordo. A continuación apoyó su cabeza mojada en mi regazo, mientras con su cola golpeaba las tablas de madera de la embarcación.
¡Veis!, dijo tío Tom en un tono tranquilo, mientras dirigía otra vez la barca hacia la parte central del río. Él sabía lo que estaba haciendo. Cuando se tienen problemas no se intenta alcanzar un lugar inseguro. Esto era lo que la barca era para él, un lugar inseguro. Ha buscado tierra firme. No hay que intentar nadar contra la corriente, ya que puede ser más fuerte que uno. Si se está en lugar profundo en el que los pies no tocan fondo, hay que hacer como ha hecho Rex. Él sabe cuidarse. Hay que ir a favor de la corriente y saber utilizarla de forma favorable.