La última de las estratagemas esenciales es la síntesis conclusiva de las capacidades alcanzadas gracias al ejercicio de la sabiduría aplicada, o sea, el objetivo más elevado que el sabio-guerrero-persuasor puede lograr.
Vencer sin combatir significa haber llegado a un nivel de habilidad estratégica y virtud tales como para generar en cualquier adversario no solo temor, sino respeto y admiración hasta el punto de que éste ni sueñe con la idea de un enfrentamiento.
El adversario debe advertir en vuestra actitud calma, seguridad y fascinación, capaces no solo de doblegar su voluntad de combatiros, sino de suscitarle el deseo de imitaros. Lo que persuade al adversario de convertirse en vuestro seguidor es la percepción inmediata de vuestras virtudes personales. Para obtener este efecto sugestivo es indispensable poseer un gran carisma. Pero ¿qué es el carisma sino la sabiduría y las habilidades prácticas que rezuman de todos vuestros poros?
Cultivar pacientemente las propias virtudes. Profundizar constantemente en el conocimiento. Aprender continuamente habilidades. Ejercitar sin tregua las capacidades adquiridas para mejorarlas. Ésta es la esencia de Vencer sin combatir. El objetivo no es parecer invencibles, sino convertirse en modelos a seguir. No hacer palanca en el miedo, sino en la admiración.
De Alejandro Magno se decía que sus soldados estaban enamorados de él. Lo habrían seguido donde fuera, no por miedo sino por amor. Todos los grandes líderes han seducido y embrujado a sus tropas, obteniendo así el máximo de ellas. Sun Zu afirma que el mejor general es aquel que es seguido por sus soldados por afecto y admiración, no por temor.
Creo que en este punto el lector se preguntará: “Pero ¿dónde está el truco? ¿Dónde el sutil engaño? ¿Dónde reside el artificio para ser capaces de vencer sin combatir?”
Ausencia de trucos
El truco, en este caso, es la ausencia de trucos. La estratagema paradójica se corresponde con la verdad, en el sentido de que no hay engaño. Ser lo que se parece. Si a la percepción exterior de mis virtudes no se corresponde mi real capacidad, antes o después, esta máscara engañosa caerá y mostrará las miserias. No se trata, por consiguiente, de construirse una imagen de vender a los demás y a sí mismos, sino de construir a través del conocimiento y el ejercicio esas habilidades que fascinan a los otros. Sé lo que pareces. Al final se vuelve al principio: El secreto es que no hay secretos.
Cabalgar el propio tigre no es un artificio, sino una habilidad, fruto de estudio y aplicación constantes. También porque si podemos ser buenos engañando a los demás sobre nuestras reales capacidades, no podemos hacerlo tan bien con nosotros mismos.
Cada uno de nosotros –dice un proverbio chino- duerme cada noche con un tigre al lado. No puedes saber si éste, al despertarse, querrá lamerte o despedazarte.
Con esta metáfora, la sabiduría antigua quiere recordar la relación que cada uno de nosotros tiene con sus propios límites.
Solo intentando mejorar constantemente podemos hacernos amigos de nuestro tigre, en cuanto nadie puede evitar la peor y más peligrosa de las compañías: nosotros mismos.
(De “El arte de la estratagema. O cómo resolver problemas difíciles con soluciones simples“. Giorgio Nardone. Integral)
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