El coaching personal se define como una forma de intervención que la persona realiza sobre sí misma con el fin de que emerjan los propios talentos y se desbloqueen los recursos que se hallan como enjaulados, ya sea por una serie de dificultades, ya sea por modelos de conducta o de relación que se repiten en el tiempo y de los que no consigue escapar. Desde la óptica del learning by doing, el trabajo sobre el coaching (Milanese, Mordazzi, 2008) ha permitido identificar cuatro sensaciones de base -miedo, dolor, rabia, placer- que anteceden a la emoción y atañen a la más primitiva percepción.
Se creía que nuestros sentidos -vista, tacto, oído, olfato y gusto- reaccionaban al ambiente externo de una manera lineal y que las reacciones no adecuadas se producían por desviaciones cuantitativas de los sentidos.
Percibir es más que sentir: el coaching
La psicología ha demostrado que, en realidad, los puros sentidos no son nunca puros, por el principio de indeterminación de Heisenberg. Somos nosotros los que influimos constantemente en lo que los sentidos nos remiten y, a su vez, las señales de nuestro cuerpo influyen en nuestra conducta y nuestros conocimientos.
La percepción es esta interacción entre el sujeto, sus características psicofisiológicas, su experiencia, su cultura y sus sensaciones. Por tanto, percibir es mucho más que sentir. Lo que interesa al problem solver es la interacción, lo que la desencadena y cómo se pone en marcha.
Miedo
El miedo es, de las cuatro, la sensación dominante, la esencial para la supervivencia y la que anula a todas las demás cuando es alertada. La reacción será diferente según sea la experiencia vivida en situaciones semejantes, de modo que, si durante años hemos desarrollado la tendencia a huir ante el mínimo estímulo alarmante, desencadenaremos reacciones de alejamiento; en cambio, si domina en nosotros un espíritu combativo, asumiremos una posición defensiva o de reacción agresiva. Todo esto en una fracción de segundo.
Así que nuestras sensaciones no son por definición negativas, sino algo circular: como el yin y el yang del taoísmo chino, interactúan constantemente y pueden ser peligrosas o útiles, según sean gestionadas.
Placer
Si consideramos el placer, pensemos en el concepto católico de santidad, que se alcanza a través de la abstinencia de los placeres: ésta conduce al éxtasis, que no es más que un estado de placer. De modo parecido, las anoréxicas se abstienen del placer de comer y pierden progresivamente peso hasta traspasar el umbral que puede soportar el organismo. Éste, para defenderse de la desnutrición, desprende neurotoxinas, que tienen el mismo efecto que produce el consumo de cocaína y que se evidencia en la dilatación constante de las pupilas, el primer indicio con que nuestro cuerpo manifiesta un estado de placer.
Dolor y rabia
Si al miedo y al placer se les pueden atribuir connotaciones positivas, éstas no son tan evidentes si hablamos del dolor, y sobre todo de la rabia. Respecto al dolor, sin embargo, parafraseando a Nietzsche, es válida la idea de que lo que no mata fortifica, puesto que superar cierta dosis de dolor nos hace mucho más capaces de resistir los golpes que nos da la vida.
La rabia, en nuestra cultura, tiene una connotación más negativa aún, porque si una persona está enfurecida quiere decir que ha perdido el control. Existen diversos niveles de rabia: la contrariedad, el fastidio y la reacción de rabia que, si bien no es explosiva, como el miedo, aumenta la capacidad de pensar y de obrar. Desde luego, si se la orienta de un modo constructivo.
Así pues, las cuatro sensaciones de base activan inevitablemente reacciones que, como veremos, pueden incrementar o invalidar nuestra capacidad estratégica. Dado que las incapacidades personales que analizaremos están justo alimentadas por estas cuatro sensaciones, si queremos llegar a ser mucho más capaces debemos aprender a gestionarlas.
Coaching: LAS INCAPACIDADES PRIMARIAS
Hemos hablado de las sensaciones fundamentales y también de la sensación/percepción. De ésta pueden derivar las incapacidades primarias: Tengo una reacción, pero no consigo modularla como querría. De las percepciones pasamos por tanto a las reacciones, que no están mediadas por la mente, pero que influyen en nuestras reacciones a nivel consciente.
Incapacidad de percibir
En virtud de lo que sentimos, podemos tener una percepción alterada de la realidad.
Para el fóbico, por ejemplo, el menor crujido es alarmante. En el extremo opuesto está la inconsciencia, ese estado en que no sentimos miedo y por tanto podemos ser irresponsables y no percibir el peligro dondequiera que esté. Del miedo que bloquea a la incapacidad de utilizar el miedo, que se torna inconsciencia.
Asimismo, en el caso del dolor, es posible padecer un dolor tan intenso que el organismo se defiende haciendo que lo percibamos de un modo atenuado, o bien que el temor a sufrirlo nos haga percibirlo de manera exagerada.
Incapacidad de no reaccionar
Afecta a las personas que tienen reacciones incontroladas, de las que a veces se arrepienten y piensan, o cuyas reacciones van en una dirección distinta a la que deberían haber tenido. En estos individuos, por lo común, el umbral de activación es tan bajo que la reacción ocurre antes de la valoración de sus efectos.
El caso de la rabia es un ejemplo.
Incapacidad de reaccionar
Es propia de la persona que se bloquea porque no distingue cuál puede ser la acción correcta frente a una situación que requiere una reacción inmediata. el miedo puede paralizar y bloquear, impidiendo cualquier reacción. Las personas incapaces de reaccionar por placer, las que se definen a menudo como “tranquilas”, se encuentran tan bien que el estímulo no logra activar su umbral de reactividad, por lo que parecen calmadas y apagadas. El dolor inhibe la acción porque cualquier cosa hace daño. La rabia llamada “intrapunitiva” es la que nos hace implosionar, esto es, estallar por dentro, pero no explotar.
Cada uno de nosotros ha desarrollado en su vida una o más soluciones intentadas, aunque en general se impone una, la que en la mayor parte de las circunstancias ha sido útil y que se asocia a una de las cuatro sensaciones de base. A veces, no obstante, en determinadas condiciones esa misma sensación que nos ha ayudado en otras ocasiones se convierte en lo que limita, modificando nuestra capacidad de percibir adecuadamente las cosas.
Mediante el coaching personal, es posible evitar que en determinadas condiciones la propia eficacia personal disminuya, conociendo primero y gestionando luego las propias incapacidades. En efecto, el carácter puede modificarse en gran parte -aunque algunas estructuras persistan- a fin de lograr que la persona sea capaz no sólo de descubrir los propios talentos, sino también de utilizarlos de la mejor forma en las diferentes circunstancias.
(De “Curar la escuela” El problem Solving Estratégico para profesionales de la educación”. Elisa Balbi y Alessandro Artini. Herder). Coaching.