La sensación fundamental del dolor abarca muchas dimensiones, físicas y emocionales, ligadas al sufrimiento, al duelo, a la pérdida.
La lógica principal que está en la base de la intervención sobre el dolor se expresa de manera eficaz en el aforismo de Robert Frost: si quieres salir has de pasar por el medio. En efecto, si el dolor evitado se mantiene y se incrementa cada vez más, para superarlo es necesario meterse dentro y pasar a través de él. Intervenir sobre el dolor significa, por tanto, intentar acelerar este proceso, haciéndolo lo más rápido y eficaz posible.
Pasar por en medio del dolor
Frente a una herida dolorosa, podemos decidir desinfectarla o protegerla de modo tal que no se infecte, acelerando de este modo el proceso de cicatrización. Pero no podemos hacerla desaparecer por arte de magia, no sentir el dolor o evitar que quede la cicatriz. De forma paralela, se sabe que las personas que han atravesado experiencias dolorosas se vuelven mucho más capaces que las demás en gestionar esta sensación cuando se presente en el curso de su vida. Como escribe Nietzsche, lo que no me mata me fortalece.
Una situación típica es la del dolor asociado a un fracaso o al “luto” de un abandono amoroso. (…) Cuanto más se esfuerza la persona en la tentativa de olvidar voluntariamente a la pareja perdida, más acaba por producir el efecto de recordar cada vez más. Ya que pensar que no hay que pensar es pensar aún más
Intervenir en una situación delicada y dolorosa como ésta requiere, antes que nada, la capacidad de sintonizarse con la situación de sufrimiento de la persona. Poniendo de manifiesto que no hay nada de patológico o equivocado en el hecho de continuar sufriendo por alguien que nos haya abandonado, aunque hayan pasado algunos meses.
Más bien, se subraya el hecho de que, a diferencia de otras sensaciones, el dolor ligado a un duelo nunca se cura del todo, sino que se decanta poco a poco como el poso del vino que se va alojando en el fondo hasta dejar de enturbiar el líquido. La persona tiene que aceptar, por lo tanto, que no es posible anular el dolor de golpe y porrazo (o mejor, a fuerza de voluntad, como se desearía). Sino que, en cambio, es posible emprender un recorrido que, al hacerla pasar a través del propio dolor, facilite su proceso.
La galería de los recuerdos
El coach puede prescribir a la joven la técnica de “LA GALERÍA DE LOS RECUERDOS” (Nardone, 1998):
Se pide a la mujer que cada noche, antes de acostarse, recorra mentalmente su historia de amor ya pasada, yendo a la búsqueda de aquellas que para ella son las imágenes más significativas e importantes. Con estas imágenes, en el transcurso de algunos días, tendrá que construir en su propia mente una auténtica “galería” de cuadros de recuerdos.
Obviamente, entre las imágenes que escogerá habrá algunas que inducirán sensaciones positivas y otras que, en cambio, provocarán sufrimiento. También en las experiencias más tristes, sin embargo, al observar los antecedentes o quizá las reacciones posteriores, podrá encontrar algo bello o agradable.
En cada cuadro, por lo tanto, tendrá que resaltar un aspecto positivo. Una especie de “marco” que al volverlo a mirar le permita vivir también una sensación positiva junto con la negativa.
Una vez que se haya construido en la mente esta especie de galería compuesta de obras pictóricas, la persona deberá visitarla cada noche, antes de acostarse, durante un periodo que puede variar desde algunas semanas hasta un mes.
Al recorrer su galería de los recuerdos, podrá volver a vivir los momentos bellos, consiguiendo poco a poco emanciparse del dolor que éstos eran capaces de provocarle pero, al mismo tiempo, manteniendo dentro de sí el recuerdo de la persona que ya no está. A continuación, podrá decidir cuándo quiere visitar la galería, cada vez que sienta la exigencia, con el fin de tomar distancia emocional de forma gradual de la historia pasada pero salvaguardando sus aspectos positivos.
Crónica de los desastres realizados
Cuando el sufrimiento está ligado a recuerdos exclusivamente negativos (un incidente, un despido, una caída financiera, etc) una maniobra extremadamente eficaz para permitir pasar a través del dolor es la llamada “CRÓNICA DE LOS DESASTRES EFECTUADOS”.
Cada día se guía a la persona a que ponga por escrito, en una especie de diario o relato y de la manera más detallada posible, todos los recuerdos del evento sufrido en el pasado. De modo que pueda contemplar “el esplendor de los desastres” llevados a cabo.
El hecho de recorrer por escrito el evento trágico permite, poco a poco, distanciarse emocionalmente del dolor que éste ha provocado. Volviendo a poner, de este modo, el pasado en el pasado e impidiéndole continuar invadiendo el presente y limitar la construcción del futuro. Como acto final, en una especie de ritual de paso de superación del pasado, la persona puede entregar simbólicamente al coach sus escritos, y con ellos todo el dolor que contienen. Ritualizando de este modo la completa superación del acontecimiento doloroso.
Tras el túnel
Saber mantener el rumbo hasta que ya no se siente mal es indispensable para alcanzar la vía de salida al otro lado del túnel.
La situación es similar a la que se puede vivir en ciertas pruebas de resistencia física: el participante que consigue empujarse más allá de los primeros cinco minutos de carrera sin ceder a la intensa fatiga que experimenta puede descubrir que, pasado el punto crítico, ésta se nota cada vez menos, y puede llegar a correr hasta 20 ó 30 minutos sin necesidad de detenerse.
Para ayudar a la mujer a que mantenga hasta el final el rumbo una vez iniciado el recorrido del enésimo distanciamiento de la pareja, el coach puede recurrir a la estratagema si quieres enderezar una cosa aprende primero cómo torcerla más:
Si yo quisiera voluntaria y deliberadamente no mejorar sino empeorar mi situación de dolor, ¿qué debería hacer o no hacer, pensar o no pensar?
Respondiéndose cada día la pregunta, la mujer acabará por anticiparse mentalmente a sí misma todo el dolor a través del cual acabaría inevitablemente por pasar si decidiera regresar por enésima vez: las nuevas traiciones, las nuevas discusiones, los nuevos adioses y separaciones, etc.
También en este caso el coach explota la sensación dominante en la base de la incapacidad de la joven -el dolor- como recurso en vez de como límite. Un dolor peor, anticipado mentalmente, ayudará a la persona a soportar el actual. Y a mantenerse sólida en la dirección emprendida hasta la completa superación del límite.
(De “Coaching estratégico. Cómo transformar los límites en recursos” Roberta Milanese y Paolo Mordazzi. Herder)
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