Otro enfoque es la estrategia de Hemingway anti suicidio. Esta estrategia resulta útil con personas deprimidas educadas y muy inteligentes. Son las que han ido a las mejores escuelas. Tienen buenos títulos académicos y dinero -todo en la vida-, y están aburridas, deprimidas y abrumadas con una especie de angustia existencial.
No se llevan bien con sus cónyuges y no les gusta su trabajo, tienen ataques de angustia o pánico, o problemas psicosomáticos. El terapeuta les dice que es natural que estén deprimidas: ellas son inteligentes. Algo es indudable en la vida: que es sufrimiento, dolor y finalmente muerte. El mundo está lleno de injusticia y horror. Toda persona inteligente está deprimida. Esta es una condición natural de la humanidad. Lo sorprendente es que alguien se pregunte por qué están deprimidas.
Pero cuando uno ha decidido no quedarse en la sala de estar, tal vez vea la vida de modo diferente. Como en el caso de Hemingway, quien era un hombre muy inteligente y creativo. Lo tenía todo y estaba muy deprimido, de hecho, le tentaba el suicidio. Había escrito sobre el suicidio desde sus primeros años, pero no se suicidó hasta la vejez, ya muy enfermo. Había decidido seguir vivo, pensó que podría tener una vida interesante y se embarcó en continuas aventuras. Luchó en guerras y participó en numerosos safaris. Donde estaba sucediendo algo interesante y problemático, allí se encontraba Hemingway. ¿Por qué no vivir así?
Entonces se empieza a planear una aventura con esos clientes y ellos empiezan a ver el mundo de otro modo. Por ejemplo, se les puede decir: “Hay muchos problemas en Sudáfrica. Ya que a usted no le importa vivir o morir: ¿por qué no va a Sudáfrica a luchar por un poco más de justicia?” Cuando la persona tiene que discutir si es realmente eso lo que quiere hacer, empieza a pensar y a planificar algo gratificante.