Quizás exagero, y en realidad la cuestión no es tan peligrosa como parece. Pero no hay duda de que el mundo maniqueo, el mundo de las alternativas caería en graves apuros, si existiesen más personas del temple de Franzl Wokurka de Steinhof, un pueblo de Austria. Las tribulaciones del joven Franzl, que aquí sólo vamos a mencionar brevemente, llegaron a su punto culminante cuando, siendo un colegial de trece años, descubrió al borde de un jardín público un letrero que decía : Prohibido pisar el césped. Los infractores serán multados
Esto le planteó un problema que se había asomado repetidamente en el curso de los últimos años. La situación sólo dejaba dos posibilidades abiertas y las dos eran inaceptables: afirmar su libertad frente a esta represión de las autoridades y pisotear el césped y las flores con el riesgo de ser sorprendido y castigado, o dejar de hacerlo. Pero el solo pensamiento de tener que obedecer a un miserable letrero le encendía de ira por la cobardía de tal sumisión. Estuvo parado largo tiempo, indeciso, perplejo, hasta que de repente, tal vez porque nunca antes se le había ocurrido mirar las flores, se le ocurrió pensar en algo completamente distinto: Las flores son realmente bonitas.
Querido lector, ¿encuentra usted que la historia es trivial? A esto sólo podría responder diciendo que el joven Wokurka no pensaba así. Este pensamiento cayó sobre él como la rompiente de una ola que inmediatamente después le sube a uno como si fuera ingrávido. De repente se dio cuenta de la posibilidad de que la visión del mundo que había tenido hasta entonces podía tener otro sentido. Quiero las flores como son; yo quiero esta belleza, soy mi propia ley, mi propia autoridad, decía Wokurka una y otra vez en su interior.
Sumisión o rebelión
Súbitamente el letrero de la prohibición ya no tenía importancia alguna; el dilema maniqueo “sumisión o rebelión” se había diluido en la nada (…) Así, por ejemplo, cuando aprendió a conducir se acostumbró a ponerse siempre el cinturón de seguridad, porque él había decidido que era una medida razonable.
Más tarde empezó a dedicarse con seriedad y sistema al estudio de esta. filosofía de la vida. Demos rienda suelta a nuestra fantasía y veamos como de repente él es incapaz de comprender la simple lógica de la expresión: “Quien no está conmigo está contra mi”. Cuando nuestro hombre se ponía a reflexionar sobre esto, se sentía como aquel acusado al que el juez pregunta: ¿Ha cesado usted de una vez de maltratar a su mujer, si o no? Y suplementariamente le amenaza con un castigo, porque el acusado no puede responder ni si ni no, sencillamente porque nunca ha pegado a su mujer.
Quizás estas situaciones le parecieron como una pesadilla, y la comparación es acertada, pues, como se sabe, cuando uno tiene una pesadilla, lo que intenta es escaparse, esconderse, defenderse, pero esto no le libera de su sueño. Uno se escapa de una pesadilla sólo al despertarse, pero adviértase que el despertar ya no forma parte del sueño, sino que es algo fundamentalmente distinto y fuera del sueño.
Una tercera posibilidad
Fue en la universidad donde Franzl descubrió que este algo distinto hace de las suyas en la lógica formal. De un modo semejante al caso de la palabra bíblica antes citada, en la lógica formal se empieza por postular que cada proposición es verdadera o falsa y que no se da una tercera posibilidad (tertium non datur). Pero entonces se presenta aquel enfant terrible, el clásico mentiroso que decía. “yo miento”. Si realmente mentía decía la verdad; pero entonces mentía si decía “yo miento”.
Y me acuerdo todavía de que en 1942 ya daba rienda suelta a sus astucias malévolas. Ya sabéis que en aquel entonces el Señor Hitler, nuestro enviado de Dios e idolatrado heraldo de la solución final, empezaba a arriesgar el pellejo y por esto hizo fijar estos bonitos carteles: ¿Nacionalsocialismo o caos bolchevique?
La idea era excelente, pues el más tonto tenía que ver claro que se trataba de decidirse entre lo bueno noble y lo malo diabólico. ¿Y qué hizo Wokurka? Pegó unos papelitos junto a los carteles con la inscripción: “¿Alubias o judías?”
¡Santo Dios! ¡Cómo se enfadaron los apóstoles del reino milenario de que alguien pusiera en ridículo su definición oficial y definitiva de la realidad! Naturalmente la broma no estaba exenta de peligro, pero creo que este Wokurka ni siquiera serviría como candidato a suicida. Sería capaz de encontrar todavía un tertium quid entre el seguir viviendo o suicidarse. Este hombre es peligroso. Hay que ponerlo en la lista negra.
Situación desesperada, pero no seria
Recuerda cómo en 1334 se nos escapó el castellano de Hochosterwitz, a nosotras y a Margareta Maultasch que sitiaba el castillo. Sólo les quedaba un buey y un saco de cebada, y en vez de elegir entre capitular o morir de hambre, ¿qué hizo el bribón? Cualquier niño lo sabe. Hizo degollar el buey, rellenar su vientre de cebada y echarlo todo murallas abajo al campamento de Margareta. Ésta cuando lo vio dijo, ¿Qué sentido tiene que sigamos sitiando, si tienen tanto de comer que pueden compartirlo con nosotros? Y levantó el sitio. Y en el castillo hubo gran regocijo. naturalmente todos eran austríacos, como Franzl Wokurka. Para ellos la situación es siempre desesperada, pero no seria.
Así pues, según parece, el tercero excluido se da. Pero está oculto a la sombra del sentido común, para el cual el mundo se divide clara y exactamente en oposiciones irreconciliables. Laotsé a esto no lo llama el tercero, sino el sentido eterno. Pero por desgracia también este nombre cayó preso del mundo maniqueo, pues también tiene su contrario en el eterno sinsentido. ¿Es ésta la razón por la cual en algunas religiones no se permite nombrar a Dios?
(De “Lo malo de lo bueno”. Paul Watzlawick. Herder)