Pero dejemos la anécdota para volver un poco al libro mismo. Causará un impacto extraordinario desde su aparición en 1967, impacto que por otra parte no se le niega todavía en el momento actual. No hay duda de que los autores han conseguido llevar a cabo una tarea que era muy delicada y difícil: presentar bajo una forma accesible las ideas principales de la cibernética, de la teoría de los sistemas aplicada a la situación familiar, y las ideas esbozadas en la obra de Ruesch y Bateson sobre la comunicación interpersonal.
La síntesis es brillante y Paul Watzlawick, el autor principal, rápidamente se hace célebre en todo el mundo. La obra prefigura una nueva ciencia del comportamiento: enunciando una serie de seis axiomas, al modo de las matemáticas o de la lógica, abre la puerta a la creación de un enfoque formal e integrado del comportamiento apoyándose en la noción de comunicación (…)
La obra no es una simple vulgarización de los trabajos de Bateson. Los autores van más lejos y, partiendo de la teoría de la doble coacción, describen la utilización terapéutica de las paradojas pragmáticas de la comunicación. Aunque estas técnicas terapéuticas ya han sido utilizadas por otros (Erickson, Sullivan, Frankl…) ellos consiguen dar una explicación interaccional de las mismas en coherencia completa con sus premisas teóricas. Consiguen pues relacionar la teoría con la práctica y, en esto, puede considerarse que la obra es realmente un jalón capital para la evolución posterior de la terapia sistémica (…)
Los encuentros entre Haley, Weakland y Milton Erickson tendrán un impacto determinante sobre el grupo de Palo Alto. Ya hemos dicho que, en sus visitas a Phoenix, los dos miembros del proyecto Bateson habían intentado formalizar, a partir de la hipótesis de la doble coacción, las técnicas de intervención terapéutica de Milton Erickson (…) Erickson no se preocupaba de conceptos tales como la homeostasis, la función o el desplazamiento del síntoma, etc. Para él, la pregunta esencial era: “De qué modo, como terapeuta, puedo inducir un cambio en la persona que está ante mi?” (…)
Más que en verificar las hipótesis nuevas del enfoque familiar, los miembros del equipo de Palo Alto se han esforzado en comprender el modo como se producía el cambio y lo han hecho principalmente después de sus contactos con Milton Erickson. Jay Haley será un precursor de lo que se llama la psicoterapia “estratégica”, enfoque que es la base de la “terapia breve” que elaborará el equipo de Palo Alto (…)
Para Paul Watzlawick, el camino es análogo: comprender y formalizar las intervenciones “mágicas” de Jackson y de Erickson para convertirlas en instrumentos de trabajo transmisibles.
Queríamos entrar en la cabeza de este hombre (Jackson) y saber qué pensaba, de dónde sacaba sus indicaciones. Pero él respondía cosas como: “Es evidente, basta con escuchar la risa de la madre”. Lo que parecía ser también el caso de Erickson, quien explicaba sus intervenciones con unas formulaciones analíticas muy complicadas que no querían decir nada. Así pues comenzamos un proyecto en el que imitábamos a Jackson y a Erickson para ver cómo funcionaba el tratamiento. […]
También fuimos a buscar informaciones de personas conocidas por tener excelentes resultados en la resolución de problemas. Nos dirigimos a barmans, a policias…Recuerdo el caso de un policía a quien habían llamado unas personas que decían que los de la familia de al lado se estaban matando. El policía baja de su coche y ve cómo un televisor sale volando por la ventana del tercer piso. Coge el televisor, sube, llama a la puerta y cuando le abren dice, con los restos de la televisión en la mano: “Reparación de televisiones”. La gente se echó a reír; y cuando se ríe ya no se está en el estado de espíritu de matar a nadie.
Pero, igual que no habíamos obtenido una respuesta clara de nuestros colegas, estas personas tampoco sabían por qué habían empleado esto o aquello; todos nos respondían: “Parecía que era lo mejor que se podía hacer”.
Continuaremos con el relato de esta búsqueda en el capítulo sobre la terapia breve, pero por el momento tenemos que llegar al final de la edad de oro del MRI. Cuando los proyectos de investigación se multiplican, cuando se encuentra en un solo y mismo lugar a Don Jackson, Jay Haley, Paul Watzlawick, Virginia Satir y John Weakland (todos en posición de adquirir una estatura internacional), cuando el instituto atrae celebridades del mundo entero, el clima de las relaciones se degrada.
¿Qué sucede en el MRI hacia 1965-67?
Repentinamente parece que los caminos divergen. Satir siente que cada vez la dejan más aparte (…) Los trabajos orientados por la óptica ericksoniana no cuadran muy bien con su personalidad carismática e idealista que la acerca al movimiento del “potencial humano” que se desarrolla en aquel tiempo en los Estados Unidos (…) Satir conservará una gran amargura durante toda su carrera:
“Ya no tenía nada que ver con ellos. Desde mi punto de vista, no estaban interesados en lo que yo hacía. Utilizaban una especie de lenguaje teórico que no tenía mucho sentido para mí y, en el fondo formábamos dos institutos diferentes. Esto me producía tristeza, pero yo no sabía cómo interesarlos en lo que hacía, porque esta gente estaba mucho más preocupada por los juegos sobre los que trabajaban, y por la teoría, que por lo que yo hacía. Creo que ninguno de ellos vino a verme trabajar nunca, aunque yo los había invitado a menudo:
Después de seis años, me marché porque iba de un lado para otro y sabía que allí no tenía ningún apoyo (…) No sabía nada de Milton Erickson; tenía un miedo terrible a la hipnosis porque, para mí, era una forma de control: era por ignorancia, pero era así. Cuando Milton llegó, le vi hacer unos movimientos, le observé en los grupos y era espantoso. Por tanto tuve que ver poco con él. Salí de la habitación cuando él entró: tenía miedo.”
Haley también se marcha. Recibe una oferta de Salvador Minuchin y se va a trabajar a Filadelfia.“Minuchin trabajaba en los barrios bajos y yo quería trabajar con él. […] Palo Alto era un lugar en donde se hablaba de los problemas sociales que había en otros sitios. Era un lugar muy tranquilo.” (…)
Su marcha supone una gran pérdida para el MRI y algunos no comprenden que Jackson lo deje marchar sin reaccionar (…)
Otro problema de esa época: la implicación decreciente de Jackson en el instituto. Jackson no tiene buena salud y además está viviendo unos momentos difíciles en su vida privada. Sólo pasa por el MRI como una ráfaga de viento y ya casi no se interesa por los diversos proyectos en curso (…) Wendel Ray, el mejor especialista de Jackson, dice: Jackson estaba cambiando de centro de interés, orientaba su energía hacia la escritura y quería abandonar la parte administrativa; hay cartas que lo atestiguan. Entre estas cartas, hay una en donde dice: “Hoy me veo más como un escritor que como un administrador del MRI” (…) En otra carta dice: “Me siento más escritor que psiquiatra” y habla de su deseo de dedicar más tiempo a escribir, no sólo sobre psiquiatría sino también novelas. […] El equipo del MRI escribió a Jackson para decirle: “Queremos que te impliques más o que te retires”.
La tensión es pues muy fuerte en el instituto cuando, en 1968, encuentran a Don Jackson muerto. Los rumores más diversos circularán sobre las circunstancias de esta muerte. William Fry, en un artículo en homenaje suyo, hablará de suicidio. Igual que Virginia Satir. Esto es lo que piensa Wendel Ray: “Yo personalmente estoy convencido de que no se trató de un suicidio, fue una muerte accidental. Estaba muy enfermo y tomaba muchos medicamentos. Tuvo que ser hospitalizado muchas veces el año anterior (…) Tenía efectivamente muchos problemas físicos”.
Si, como dice Fry, su enfermedad era muy dolorosa y tenía que tomar una cantidad impresionante de calmantes y de somníferos, llegamos fácilmente a las conclusiones de Wendel Ray, que coinciden por otra parte con las de Watzlawick, Weakland y Fisch.
Sea como fuere, en pocos meses el MRI acaba por perder a tres de sus miembros más influyentes y sobre todo a la cabeza de su organización. Nos parece que, cuando el instituto estaba a punto de dar a luz a uno de sus más bellos florones, el Centro de terapia breve en su conjunto nunca se recuperó verdaderamente.
(De “La Escuela de Palo Alto. Historia y evolución de las ideas esenciales”. Wittezaele y Teresa García. Herder)