Arriesgarse a explorar lo desconocido:
Un hombre está de puntillas en una pequeña habitación oscura y vacía, los brazos estirados hacia arriba, las manos aferradas a las barras de la pequeña ventana, única fuente de luz de la habitación. Si se aferra con firmeza e inclina hacia atrás la cabeza, puede ver un pequeño rayo de sol entre las barras superiores.
No quiere correr el riesgo de perderlo de vista. Y así sigue tendiéndose hacia el rayo de sol, firmemente aferrado a las barras.
Está tan empeñado en el esfuerzo de no perder de vista ese resplandor de luz vital que no se le ocurre soltarse y explorar el resto de la celda. Así nunca descubrirá que la puerta del otro extremo de la celda está abierta y que él es libre. Siempre habría podido salir a la luz del día, con solo haberse soltado.
IMAGEN: Fotograma de "El show de Trumman"