Los niños tienen mala memoria, pero yo tengo muy buena memoria para hacerlos recordar.
Mi hijo Robert anunció un día: “Ya tengo edad suficiente y soy lo bastante grande y lo bastante fuerte como para sacar la basura todas las noches.”
Le expresé mis dudas. Él defendió vigorosamente su capacidad para este trámite. Le dije: “Está bien, el próximo lunes puedes comenzar.”
Sacó la basura el lunes y el martes, pero el miércoles se olvidó. El jueves se lo recordé y la sacó, pero se olvidó el viernes y el sábado. Así pues, ese sábado le enseñé un montón de juegos en que había que desplegar gran actividad, muy cansadores; los disfrutó enormemente. Luego, como favor especial, a la noche dejé que se quedara levantado tan tarde como quisiera. A la una de la mañana dijo: “Creo que ya tengo ganas de ir a la cama.”
Lo dejé acostarse. Por casualidad, me desperté a las tres de la mañana, y desperté a Robert para pedirle mis más sinceras disculpas por no haberle recordado que sacara la basura esa noche. ¿Podría, por favor, vestirse y sacarla? Se vistió a regañadientes. Volví a disculparme por no habérselo recordado antes, y sacó la basura.
¿Podría vestirse y sacarla?
Después se desvistió, se puso de vuelta el pijama y se metió en la cama. Me aseguré de que estuviera profundamente dormido, y le desperté otra vez. En esta oportunidad mis disculpas fueron más abundantes que antes todavía. Le dije que no me explicaba cómo podía haber quedado ese montón de basura fuera del tacho en la cocina. ¿Podría vestirse y sacarla? Se vistió y la llevó al tacho que estaba en el porche.
Volvió de allí meditabundo; al llegar a la puerta trasera de la casa dio media vuelta y fue a controlar si había dejado bien puesta la tapa del tacho. Después entró y al pasar por la cocina le echó una nueva mirada, antes de ir a su dormitorio. Yo seguía disculpándome. Se durmió nuevamente, y en lo sucesivo jamás se olvidó de sacar la basura.
En verdad, Robert se acordaba tan bien de esta lección que cuando yo le mencioné que estaba escribiendo este relato, lanzó un reminiscente gruñido.