Las expectativas temerosas o las situaciones dominadas por el temor, tal como las que constituyen el núcleo de las neurosis de angustia y las fobias, se caracterizan siempre por un elevado grado de absurdo. Es precisamente por eso que se salen del ámbito de los buenos y razonables consejos. Y también precisamente por eso son accesibles a las prescripciones de comportamiento, cuya extravagancia e irrealidad causa risa y burla a la sana razón humana.
Aquí no solo debe tenerse en cuenta la regla del resto irresuelto, sino que además, y dadas las circunstancias, hay que acercarse a la meta a pequeños pasos y con amplios rodeos.
No acercarse al punto crítico
El hombre prisionero de una fobia que no le permite entrar en un edificio claramente iluminado y lleno de gente, se puede sentir algo más seguro si le damos la indicación, absolutamente absurda, de no acercarse más de un metro al punto crítico del interior del edificio en el que ya sería dominado por el miedo.
Visto desde la razón, la indicación es ciertamente absurda. ¿Qué quiere decir esto y dónde está ese punto crítico? Pero en la vivencia subjetiva del que es víctima de la fobia esta comunicación tiene un resultado totalmente diferente: le proporciona, por así decirlo, una zona de seguridad de un metro a su alrededor y con ello, desde el punto de vista pragmático, la situación se ha transformado de un problema absoluto a otro relativo. Obsérvese también el desplazamiento hacia lo plástico y lo imaginativo.
Fotogramas de “El día de la bestia”, de Álex de la Iglesia