DepresiónEscuela de MilwaukeeTraumas, duelo y lutoel foco en la solución

Annie, de 28 años, entró en el despacho de Michele (M. Weiner-Davis) con un pañuelo en la mano; había estado llorando en la sala de espera. Al preguntársele “¿Qué te trae por aquí?”, respondió entre lágrimas, y con una voz apenas audible: “Mi vida se está derrumbando”. Pasó a explicar que su novio acababa de romper con ella y que estaba llevando muy mal este rechazo. Dijo que estaba siempre llorando y deprimida. Sus frases eran inconexas y mantenía poco contacto visual.

Sesión 1: el foco en la solución

Tras una breve descripción del problema, inmediatamente Michele le preguntó: “¿Qué es diferente en los momentos en que manejas bien esta situación?” Respondió, sin dudar, que en el trabajo se sentía bien. Puesto que Annie trabajaba a jornada completa, Michele le comentó que le iba bien al menos 40 horas a la semana, una gran parte de su vida. Michele también comentó que sentirse bien 40 horas a la semana está muy lejos de estar deprimida “siempre”, tal y como había explicado al principio. Annie estuvo de acuerdo.

Foto de Michelle DavisPuesto que Annie había identificado una excepción importante al problema presentado (sentirse bien 40 horas a la semana), Michele siguió en esta línea: ¿Cuándo, aparte del trabajo, manejas bien las cosas? Annie contestó que le resultaba muy agradable el tiempo que pasaba con su hijo de 5 años, y que en esos ratos no tenía oportunidad de rumiar sobre su exnovio. Además, por las mañanas estaba demasiado apurada de tiempo llevando a su hijo a la guardería y yendo al trabajo como para preocuparse por su ruptura.

Por eliminación quedó claro que el único rato en el que Annie se sentía abatida era por la tarde, durante un periodo de dos horas, después de que su hijo se había acostado y antes de irse ella a la cama. Incluso admitió que al menos dos noches por semana no se sentía mal. Un cálculo rápido reveló que, en vez de estar deprimida “todo el día” estaba en realidad abatida solo 10 horas por semana. En cuestión de 5 minutos su percepción de la situación se había modificado de forma significativa.

Mantenerse ocupada

Entonces Michele preguntó: ¿Qué es diferente las dos noches por semana en que no estás pensando en Sam? Dijo que esas noches conseguía mantenerse ocupada visitando a su vecino, cosiendo, o visitando parientes. Ella y Michele acordaron que mantenerse ocupada era absolutamente esencial para ella mientras volvía a ver las cosas con mayor perspectiva.

La siguiente serie de preguntas se centró en otras formas de mantenerse ocupada: ¿Qué haces para divertirte?, le preguntó Michele. Contestó que se divertía poco. Siendo madre soltera de un hijo de 5 años se sentía a menudo abrumada por la responsabilidad y pasaba largas temporadas sin relacionarse con los demás o sin participar en actividades gratificantes o que redujeran su estrés. Comentó que su familia no la ayudaba a la hora de cuidar al niño. Había perdido contacto con sus amigos desde que se había empezado a preocupar tanto por la relación con su ex novio. Además, la mayor parte de sus antiguas amistades se dedicaba a ir de copas, una actividad en la que ya no quería participar.

Michele sintió curiosidad y preguntó si Annie había tenido y superado un problema con la bebida. Annie le dijo que había participado como interna en un programa de tratamiento el año pasado y que desde entonces, exceptuando uno o dos pequeños retrocesos, había conseguido no beber. Michele empleó esta información para destacar otro de los lados fuertes de Annie, señalando que no había recurrido a la bebida durante esta época estresante.

Todo saldrá bien

el foco en la soluciónFinalmente Michele preguntó: “¿Cuál será la primera señal de que las cosas están en vías de solución? Annie contestó que, en vez de pensar en su ex novio durante las noches, tendría pensamientos agradables. Se diría a sí misma: “Todo saldrá bien”.

Tras una pausa para consultar con el equipo, Michele transmitió el siguiente mensaje a Annie: “El equipo está muy impresionado de que hayas venido aquí para resolver esta situación de una vez por todas. También nos impresiona todo lo que estás haciendo: mantener un trabajo a tiempo completo, ser una buena madre, ser madre soltera sin mucho apoyo, y seguir sin beber pese a todo esto. Nos asombra la cantidad de cambios por los que has pasado recientemente: dejar antiguas amistades, romper con tu novio y dejar el alcohol. Eso es mucho cambio en poco tiempo. ¡No es extraño que a veces las cosas parezcan fuera de control! Necesitamos algo más de información y tenemos una tarea para ti.

Desde ahora y hasta la próxima vez que nos veamos, queremos que observes y te fijes en lo que es diferente las tardes en las que sabes, Annie, que las cosas van a salir bien”.

Sesión 2

Annie entró con un aire de confianza que llevó a Michele a pensar que había tenido una buena semana. Sus sospechas se vieron confirmadas; Annie dijo que había tenido una “semana fantástica”. Cuando le preguntó: “Bien, ¿qué fue de diferente las tardes en que sabías que las cosas iban a salir bien, y qué hiciste para que la semana fuera fantástica?, Annie replicó que había salido todas las noches con su hijo y que lo había pasado realmente bien. Fue a cenar a casa de una vecina amiga suya en dos ocasiones.

También estuvo paseando calle abajo para saludar a un joven del barrio que le había gustado. Este hombre estaba reparando su coche cuando ella apareció, pero hizo una pausa para charlar con ella y con su hijo. También había ido a visitar a algunos familiares esa semana y los encontró comprensivos y simpáticos. Esto le resultaba especialmente sorprendente.

Me siento mejor

Cuando se le preguntó: ¿Cómo te explicas la diferencia en su conducta?, respondió: “Supongo que me siento mejor y por eso soy más sociable con ellos”. Su madre incluso se había ofrecido a cuidar al niño.

Además, Annie había sacado su vieja máquina de coser y empezado a coser de nuevo, algo que no había hecho durante mucho tiempo. Se llevaba mejor con su hijo. Estaba orgullosa de que sus compañeros de trabajo le hubieran pedido ayuda y de que se le estuviera teniendo en cuenta para un ascenso.

Debido a sus logros Annie valoró la semana con un 8 en la escala de 1 a 10, y dijo que se sentía más relajada. Finalmente, añadió que no había llorado ni una sola vez durante esos días. Ese fue el aspecto más sorprendente de la semana (…)

La tarea era una continuación del último elogio: “Fíjate en las cosas que hagas en las próximas dos semanas y que valores con 8”. Se concertó otra sesión para dos semanas más tarde.

Sesión 3

Michele comenzó la entrevista con: “Bien, ¿cuáles son las cosas 8 que has estado haciendo estas dos semanas?” Annie dijo: “Todo ha sido 8”. Sacó dos folios en los que estaban minuciosamente anotados los eventos de la semana. Había estado con amigos y familiares, iniciando un programa de gimnasia, disfrutaba en el trabajo y había empezado a salir con el joven al que había conocido y que vivía en su calle.

Tras tan solo dos semanas, su relación era ya muy buena. A su hijo también parecía gustarle él. Annie estaba encantada de haber salido de su concha con tanta rapidez (…)

Michele preguntó: “¿Quién, aparte de ti, se da cuenta de lo bien que lo estás haciendo?” Annie contestó enseguida que su jefe le había comentado sus progresos. Antes de la sesión, Annie había dicho a su jefe que seguramente la terapeuta le diría que “se perdiera”.

Tras la pausa, el equipo dijo a Annie: “¡Eres una chica sorprendente! ¡¡Todos ochos!! Realmente controlas tu vida y sabes exactamente qué hacer para que siga adelante. Solo nos queda una cosa que decirte: ¡piérdete!

(Extraído de aquí)

(Extraído de aquí)

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