Peter Gotzsche es médico, máster de Ciencia en Biología y Química, y ha trabajado en la industria farmacéutica entre 1975 y 1983. En 1993 fundó The Nordic Cohrane Center, agrupación de médicos de los países nórdicos que estudian y prueban los medicamentos que la industria farmacéutica vende como seguros. También es catedrático de Diseño y Análisis en Investigación Clínica de la Universidad de Copenhague, donde dirige las investigaciones de doctorados sobre la seguridad de los medicamentos. Lo entrevisto en Barcelona, donde ha venido a presentar el libro Psicofármacos que matan y denegación organizada, publicado en Los Libros del Lince.
La lectura de Psicofármacos que matan y denegación organizada me ha dejado muy triste. Dices y argumentas que el grado de conocimiento sobre las enfermedades psiquiátricas es muy bajo, sobre todo comparado con enfermedades de otras disciplinas médicas, pero, en cambio, los tratamientos que dan son muy lesivos e incluso mortales.
Explico con mucho detalle por qué he llegado a las conclusiones a las que he llegado. Lo he documentado muy bien. He explicado historias espantosas sobre la psiquiatría, que son reales; no me las he inventado.
¿Pero entiendes mi tristeza? Porque ya no sé a quién creer si no puedo creer en los médicos.
Te entiendo, pero te digo que hay muchos psiquiatras honestos dentro de la psiquiatría, y que me agradecen el libro que he escrito. Dicho esto, yo continúo explicando que es muy complicado definir qué significa estar enfermo o tener una enfermedad mental. Los diagnósticos psiquiátricos no son más que constructos sociales. Y también digo que la psiquiatría se ha convertido en un cuestionario sencillo, y una vez alguien ha rellenado el cuestionario, el psiquiatra hace el diagnóstico.
Por eso escribes que vigilemos con lo que decimos a un psiquiatra. Por ejemplo, si vamos a la consulta y le decimos que oímos voces, ¿estamos perdidos?
Sí, y lo argumento. Si vamos y lo decimos, se nos hará un diagnóstico ligado a fármacos que será difícil de revertir. Mira, en 1973, el psicólogo David L. Rosenhan hizo un estudio con ocho compañeros. Todos fueron a hospitales psiquiátricos y dijeron que oían voces. Los ingresaron, y al cabo de pocos días de estar ingresados, ellos se comportaban normal, y decían que ya no las oían. A pesar de ello, estuvieron hospitalizados un promedio de diecinueve días, y entre los ocho les llegaron a recetar más de dos mil pastillas, que no se tomaron. Les dieron un diagnóstico de esquizofrenia en remisión.
Con el TDAH aún eres más incisivo. Dices que es un invento, que los psiquiatras no saben lo que hay que hacer, pero en todas las escuelas hay niños diagnosticados con TDAH y medicadas.
Medicar a un niño por TDAH es un crimen contra la humanidad. El cerebro infantil es muy sensible. Por eso no les damos alcohol; en cambio, les damos químicos que les dañan el cerebro para siempre. No tiene ningún sentido. Si nos encontramos a unos padres que dan anfetaminas a su hijo, aquellos padres serían malos y estarían haciendo una ilegalidad. En cambio, si un médico receta anfetaminas, que son los medicamentos que dan para el TDAH, está permitido.
¿Qué provocan los medicamentos del TDAH?
Los medicamentos del TDAH crean problemas cerebrales. Es una locura. Los estudios demuestran que estos medicamentos causan daños irreparables en el cerebro de los niños, y que los hacen adictos a ellos. De mayores, hay un porcentaje muy alto de que se conviertan en drogadictos y criminales, mientras que al mismo tiempo crecen los beneficios para la industria farmacéutica. En el libro he dedicado un capítulo entero a testigos de niños muertos por medicamentos que la psiquiatría que les ha dado. Mantengo que debería estar prohibido dar medicamentos psiquiátricos a los niños.
Es más, insisto en que, si se hiciera más caso a los niños, habría menos diagnósticos. Y no haría falta ir a psiquiatras ni a médicos, a los que les resulta más sencillo explicar a los padres que sus hijos tienen un trastorno mental que aconsejarles cambiar la forma en la que los educan. ¡Ah! Y un dato. En California las familias reciben ayudas del gobierno si un médico diagnostica TDAH a los hijos. No hace falta que te diga que la tasa de diagnóstico ha aumentado allí drásticamente.
¿Afirmas que es una cuestión filosófica decir que el TDAH es una enfermedad?
No es una enfermedad. Repito, no lo es. Lo repito hasta la saciedad. Recomiendo que los adultos hagan la encuesta de cribado de la OMS en la que las respuestas determinan si hay TDAH o no. Dos familiares muy cercanos lo han hecho, y el diagnóstico les salió positivo.
Eres muy valiente afirmando lo que afirmas. Te habrás creado muchos enemigos dentro de tu trabajo.
Sí, es cierto. He hecho muchos enemigos, pero a la vez mis denuncias me han hecho encontrar los amigos más honestos, que también opinan como yo, y que luchemos juntos para cambiarlo todo. En Dinamarca los médicos tienen prohibido ayudar a vender productos a las compañías farmacéuticas. También quiero decir que desde que soy pequeño no me gusta aceptar el sistema con todas sus corrupciones. No lo tolero.
Otro capítulo importante del libro es la depresión. Denuncias los medicamentos para la llamada “depresión postparto”, por ejemplo.
Denuncio todos los medicamentos para depresiones inventadas. Habrá un momento en el que se inventarán unos porque no tenemos motivación, por ejemplo. De hecho, la medicina mala es la que da medicamentos para todo: si suspendes un examen; si tienes una mala relación con la pareja y estás triste; cuando te deja la pareja; si te has quedado sin trabajo. Es una locura. Uno de mis mejores amigos es psicólogo y me dijo que en la consulta preguntó a un paciente para qué tomaba el medicamento que tomaba, y le respondió que no lo sabía. Y esta es la gran locura: no saber por qué se toma lo que se toma.
¿Tus libros y tus investigaciones conseguirán cambiar la psiquiatría?
Sí, nosotros podemos cambiarlo a pesar de la dificultad. En mi país, Dinamarca, ya ha habido cambios. Porque a raíz de mis libros y artículos han habido grandes debates y, como consecuencia, se empieza a recetar menos. En EEUU sé que se empieza a debatir menos. En Catalunya y en España hay mucho trabajo por hacer. Tenéis que luchar por conseguirlo. Tras la dictadura de Franco, tenéis que hacer esta lucha.
Lee la entrevista completa a Peter Gotzsche aquí
Excelente articulo, rompiendo paradigmas y cuestionando a uno de los más grandes negocios en salud mental.
Muy interesantes y valientes las ideas expuestas por el Doctor
Interesante y preocupante.
Ahora lo de “Tras la dictadura de Franco, tenéis que hacer esta lucha” no sé a cuento de qué ha venido. No sé lo que pasaba con Franco pero sí sé que lleva muerto más de 40 años. ¿Es que existe una especie de “larga sombra franquista” que cubre hasta el día de hoy no sólo España sino al resto del mundo donde este señor también dice que opera hoy la mafia farmacéutica?
Pues yo que soy Español pero viví casi toda mi vida en Hispanoamérica y vengo acá a España ya grande y en Galicia en particular,observo horrorizado como los viejitos llevan d la farmacias en una sóla visita más fármacos que productos del Mercado,creo que NO es tan exagerada la parte final de la nota donde este gran investigador médico hace mención a la Dictadura Franquista.Honestamente y no por dar la contraria,pienso que en nada es exagerada esta afirmación-.
Hay una cuestión muy sencilla de comprender acerca de lo que se estipula como enfermedad mental y lo que no. Cuando una persona lleva demasiados años viviendo una vida llena de amarguras sin hablar de ello, el malestar acumulado puede ser muy difícil de explicar en pocas citas con el psiquiatra en su despacho, pero se puede resumir de una manera muy simple: el mundo en el que vivimos se ha convertido en un caldo de cultivo para el malestar emocional, sobre todo cuando algunas personas no se muestran dispuestas a comulgar con el sinsentido en el que vivimos. Y ocurre que las personas que no quieren ser “un ladrillo más en el muro” son aquéllas que más pueden aportar para solucionar la locura social en la que nos han educado desde siempre.
No se puede solucionar un supuesto problema mental cuando éste no es otra cosa que una reacción natural contra la naturaleza enfermiza de la sociedad, y la cual, por cuestiones del azar, puede hacer que algunas vidas en concreto sean un cúmulo de problemas mayores de lo normal, lo cual desencadena el trastorno. Habrá quien crea que, si la persona se siente mal, es esa persona la que necesita tratamiento; el problema es que el tratamiento que se nos ofrece empeora el problema, porque los problemas de la vida no se esfuman tomando pastillas. Lo que se necesita es menos medicación y más terapia humana, de persona a persona, y, sobre todo, VISIBILIDAD. Aquellas personas que pueden dar un testimonio útil para los pacientes psiquiátricos y para el resto de la sociedad necesitan que alguien les proporcione la ocasión de explicar la verdad del asunto desde dentro, porque la verdad, en este caso, está dentro, y no fuera.
Siempre se ha dicho que hablando se entiende la gente. Hablando también se solucionan los problemas. Y, cuando el problema es muy arraigado y ha ido creciendo con el paso de los años, el problema sigue solucionándose mediante el diálogo. La única diferencia es que se requiere más trabajo y más tiempo. Pero, con los testimonios adecuados y la voluntad firme, se puede hacer.