La capacidad creativa puede cultivarse hasta la muerte: los estudios de Elkhonon Goldberg demuestran netamente que, al contrario de lo que se pensaba hasta ahora, nuestro cerebro no sufre un proceso de inexorable deterioro con el avance de la edad, sino que si se estimula correctamente continua construyendo nuevos circuitos sinápticos. Además, el gran neurocientífico demuestra que la mente de las personas por encima de una edad, desarrollan mayor capacidad de trabajar por esquemas asociativos, que incrementan la capacidad intuitiva (Goldberg, 2005). Por tanto, si consideramos, en línea con lo que afirmaba Bateson y Jobs, que la capacidad creativa es el producto de la actitud de conectar combinatoriamente los conocimientos, las personas de más edad resultan más habilidosas para inventar que las jóvenes; Goldberg lo define como “la paradoja de la sabiduría”.
Quién preside las dinámicas mentales
Otro avance en el conocimiento de nuestro funcionamiento mental que el desarrollo de la neurociencia ofrece, es el relativo al rol de las dinámicas perceptivo-emotivas predominantes sobre las cognitivas (Koch, 2012, Dennet, 2017). Este aspecto es contrario al que aún permanece como prejuicio en la filosofía y la psicología, es decir, que las dinámicas cognitivas presiden las más importantes funciones mentales, por las cuales la conciencia y la consciencia no solo se suelen sobreponer erróneamente como funciones, sino que se consideran esenciales para el desarrollo de cualquier competencia y habilidad, incluida la creatividad.
Por otro lado, también contra esta dogmática tenemos los miles de ejemplos de cómo el destello del genio o el acto puramente creativo aparece la mayoría de las veces en momentos de distracción de la actividad del esfuerzo consciente creativo. Pensemos en las invenciones de Arquímedes, mientras se relajaba entre los efluvios del baño caliente perfumado, o en Einstein, que encontraba soluciones matemáticas creativas tocando el violín, o en la caída de la manzana en la cabeza de Newton, que le hizo tener la intuición de la gravedad.
La creatividad como cualidad emergente
Hoy sabemos con evidencias que la consciencia preside el 20% de nuestra actividad cerebral; el resto son dinámicas definidas como subcorticales, mecanismos adaptativos de respuesta emotiva a percepciones externas o internas al organismo (…)
El fenómeno de la creatividad no se puede reconducir a la sola actividad cognitiva, sino que debe considerarse como una cualidad emergente de dinámicas combinatorias de percepciones, emociones y reacciones intuitivas no mediadas por la conciencia (…)
Como prueba empirico-experimental de esto, los estudiosos de los efectos pragmáticos de las paradojas lógicas (Watzlawick, 1974; Da Costa, 1986; Nardone, Balbi, 2008) demuestran que uno puede fácilmente experimentar el hecho de que cuanto más esfuerzo consciente y voluntario se pone en inventar algo, menos se consigue. De hecho, el acto creativo se inhibe justamente por el esfuerzo voluntario, porque es una dinámica que debe fluir naturalmente sin forzarla. No es casual que todos los que podemos definir como creativos, gracias a sus incontestables demostraciones de saber crear algo innovador, revelan la importancia del impulso pasional como trampolín para la creatividad.