Reestructuración en la escuela: Transformando la violencia en afecto
En la escuela primaria había dos niños, Carlos y Pedro, que se acosaban continuamente, lo que a menudo daba lugar a un enfrentamiento físico. Todo el mundo trataba de convencer a los dos chicos de que abandonaran este comportamiento, ¡pero no servía de nada! Ni siquiera las medidas correctoras dieron resultado alguno. Toda la escuela estaba preocupada por este comportamiento.
¿Qué funcionó? Pensamos en cambiar la realidad reestructurando el comportamiento. En presencia de los profesores, los padres y los propios alumnos, sus peleas fueron reestructuradas como la forma que tenían los niños de mostrarse afecto mutuo. Los individuos que muestran indiferencia mutua no se acosan, no se pelean. En una escuela de más de quinientos alumnos, estos chicos decidieron escogerse el uno al otro. El hecho de que invirtieran tanto tiempo y energía en pelear muestra que ambos debían de tener mucho interés por el otro. El efecto fue asombroso, fabuloso.
Transformando peleas en muestras de afecto mutuo
Las peleas se redujeron de inmediato, sencillamente porque cada vez que los chicos iban a empezar una pelea para demostrar su fuerza, nuestras palabras acudían a su mente y los disuadían de proseguir con su conducta habitual porque esto podía revelar el afecto que tenían el uno por el otro, lo que les haría parecer débiles. Además, aunque los niños finalmente discreparan sobre algo, los agentes que los rodeaban (docentes, iguales, etc) no se ponían tan nerviosos por sentirse desarmados ante esta situación. Al reestructurar las peleas como una posible expresión del interés mutuo de los niños, los profesores sintieron que tenían más control, ahora sabían queé decir y cómo actuar de forma eficaz para detener las peleas.
Ampliando horizontes
John Kitsuse (1962), que estudió el proceso de construcción social o teoría de las etiquetas, sostenía que la desviación no reside en el acto, sino que surge cuando otras personas definen ese acto como desviado. A menudo el acto desviado quebranta algunas reglas que pueden ser específicas para esa comunidad o cultura escolar. Reestructurar es una forma de suavizar la percepción, la lógica, las creencias o los prejuicios rígidos que tiene una persona o un sistema. Es un medio de explorar o ampliar horizontes, lo que desencadena el cambio en la mentalidad aparentemente inmutable de la persona o el sistema.
La reestructuración cambia las premisas o las etiquetas que rigen los modelos de interacción que mantienen el problema (Tennen, Eron y Rohrbaugh, 1991). La manera en que los profesores se explican el comportamiento del niño marcará una diferencia en lo relativo a la manera en que actúan (Thacker, Strudwick y Babbedge, 2002).
Según Weeks y LÁbate (1982), la segunda utilidad de la reestructuración consiste en desplazar el foco de atención del individuo al sistema. En toda situación problemática, siempre hay un portador del síntoma a quien se identifica como el problema y los demás miembros del grupo no ven la conexión entre su comportamiento y el del “enfermo” o el “malo”.
Judy Baker et al. (1992) sostienen que la reestructuración positiva también puede ser un preliminar importante para la prescripción de sugerencias directas o indirectas, especialmente el mandato paradójico. En efecto, se colaborará más si al comportamiento en cuestión se le ha dado una connotación positiva.