Los siguientes son ejemplos que ilustran el empleo de este marco:
La enfermera de trasero grande
Erickson atendió en terapia a una enfermera soltera; observó que la mujer tenía un trasero grande y también amor a los niños. Le dijo: “YO SÉ que tiene el trasero más grande de toda la creación. SE que no le gusta, pero es el suyo. Y le gustan los niños, de modo que querría casarse, tener hijos propios. (…) Y tiene miedo de que ese gran trasero constituya un obstáculo…Ese es su error. [Desencuadre] Usted no ha leído el Cantar de los Cantares, de Salomón. Tiene que leer su Biblia. Se habla de la pelvis como de la cuna de los niños [Reencuadre, reclasificación]. El hombre que quiera casarse con usted no verá un gran trasero gordo…verá una cuna maravillosa para los niños”. Los hombres que quieren ser padres QUIEREN también una linda cuna para el hijo (Gordon y Meyers-Anderson, 1981, pags.67-69)
Cara de canela
Una mujer que había sido paciente de Erickson llevó al consultorio a su hija de ocho años. La niña había decidido que se odiaba a sí misma y que odiaba a todo el mundo por la desdicha que le ocasionaban sus pecas, las cuales daban lugar a que los otros chicos de la escuela se burlaran de ella sin compasión. Entró al consultorio encolerizada. Lo primero que le dijo Erickson fue: “¡Eres una ladrona! ¡Robas!” Ella protestó enojadísima, y él agregó que podía probarlo. La niña lo desafió a que lo hiciera. Erickson afirmó que sabía dónde robaba. Robaba en la cocina, del tarro que contenía bizcochos de canela, buñuelos y panecillos de canela. Toda esa canela se le había desparramado en la cara. (Por la madre, Erickson se había enterado de que casi lo único que le gustaba en esos días era la canela). La llamó Cara de Canela. Compartieron una carcajada por la broma, y se estableció entre ellos una relación que condujo a un cambio en la actitud de la pequeña con respecto a sus pecas. Estaba orgullosa de su sobrenombre, Cara de Canela (Rosen, 1982). [Reencuadre, nueva evaluación y vinculación: las pecas como humorísticas y agradables; reencuadre, nuevo nombre: Cara de Canela.]
La recién casada ultrajada
Un alumno de Erickson volvió antes de tiempo de su luna de miel, al borde de la disolución del matrimonio, porque no había podido lograr una erección con la recién casada. Esta se sentía ultrajada. Erickson atendió juntos a los dos miembros de la pareja, y sugirió que el hombre le había hecho a la esposa el mayor de los cumplidos. Le aclaró a la pareja perpleja que aparentemente el joven encontraba que la belleza de su mujer era tan abrumadora que temporariamente le hacía imposible reaccionar (Haley, 1985) [Reencuadre, nueva función: en lugar de desdén, la conducta del hombre demuestra aprecio.]
El hombre de negocios
Un hombre de negocios adicto a la cocaína y el Percodan (droga ésta que había usado para tratar los dolores de cabeza severos que padecía desde los 7 años de edad) fue cuestionado por Erickson en cuanto a su honestidad comercial. El paciente se defendió con vehemencia, protestando que era decente. Erickson lo enfrentó entonces con la deshonestidad de conservar el dolor de cabeza de un niño de 7 años. El hombre se enojó con Erickson por el hecho de que insistiera en ese punto, pero al volver a su casa advirtió que la cabeza había dejado de dolerle. De nuevo en el consultorio, confesó que Erickson había estado en lo cierto; debía de haberse quedado con los dolores de cabeza de niño. Dejó de tomar drogas, y ya no tuvo más dolores de cabeza (Haley, 1973, págs. 258-259). [Reencuadre, separación y vinculación: no era su dolor de cabeza, sino el de un niño de 7 años; nueva implicación: conservar el dolor de cabeza era deshonesto.]