Terapia de pareja: silencios
Una pareja casada, de unos sesenta años, viene a terapia de pareja como último intento antes del divorcio. Después de que los dos hijos han salido de casa, marido y mujer se ven como extraños. De improviso, tras haber desempeñado el duro rol de padres, se han vuelto a encontrar en el papel de esposos, un papel olvidado hace decenios. Los días transcurren entre silencios que duran horas y algún intercambio ritual de opiniones. […]
El pequeño detalle
Se les da la prescripción siguiente:
Cada día, cada uno de ustedes tendrá que organizar una pequeña sorpresa para el otro, escondiéndola en casa; tendrá que ser algo pequeño, un regalo, un pensamiento, una fotografía cambiada, cualquier cosa aunque sea un poco estúpida, cuanto más infantil mejor. El otro tendrá que buscarla por toda la casa hasta encontrarla.
El efecto de esta prescripción es que, a menudo, al esforzarse en una búsqueda en la que se desconoce el objeto, la persona cree encontrar algo y, de este modo se sintoniza, inadvertidamente, en aquellos indicios mínimos, en aquellos elementos que marcan la vida de ambos y que a menudo la rutina ha transformado en cosas banales; otras cosas que inventa la persona misma que las busca, y que cree ver, mientras que la otra persona ni siquiera las ha pensado; a algunas cosas, finalmente, se les atribuye nuevos significados emotivos, de placer e interés renovado.
Los dos cónyuges explicaron explicaron que habían creído descubrir pequeñas sorpresas ideadas a sabiendas por el otro, y al hacerlo se habían dado cuenta de cuántas cosas tenían en común, y de que aún podían tener más. Además, el deseo de sorprender al otro o de vengarse al no haber conseguido encontrar el objeto había encendido una simpática competitividad que se había mostrado como un nuevo recurso (o mejor un recurso adormecido desde hacía tiempo) sobre el que habían vuelto a construir ocasiones de intimidad y de emociones compartidas.
La profecía que se autorrealiza
La lógica en que se basa la prescripción es la de la profecía que se autorrealiza.
Así como una persona que sospecha que su pareja le traiciona empieza a observar todos los hechos de la vida desde esta perspectiva, y acaba inevitablemente encontrando (creando) pruebas de suposición, del mismo modo al querer buscar algo que se cree que existe (la sorpresa escondida por la pareja) se acaba, de forma inevitable, descubriendo las que no existen y materializándolas de la nada: esto da a la persona consciencia de lo poco que basta, a veces, para sintonizarse en cosas concretas y reales que existen, pero que con el tiempo han sido desprovistas de importancia y ya no se perciben.
Según la filosofía china de la estratagema, el cónyuge que busca algo esperando encontrarlo acaba creándolo de la nada: y se sabe que, en algunos contextos, una cosa que se cree cierta acaba siéndolo.
Terapia de pareja: trifulcas
“El que se empeña en una controversia, se preocupa de la verdad como el cazador se preocupa por la liebre”.
Alexander Pope
La pareja que se presenta en el estudio está compuesta por dos abogados, marido y mujer, casados desde hace diez años. Desde hace dos años sus jornadas, llenas de asuntos profesionales notablemente estresantes (trabajan en dos bufetes diferentes), acaban, al regresar a casa por la noche, con disputas diarias sobre los temas más insignificantes; casi parece que dos profesionales de la discusión extiendan a las paredes caseras su actividad de contradicción, como una deformación profesional; se enzarzan en ásperas discusiones sin fin, que dejan a ambos cansados y llenos de odio. El hijo, de seis años, parece sufrir cada vez de manera más evidente, lo que resulta un posterior motivo de debate entre los dos.
Peleas estructuradas
Puesto que también durante la sesión parece evidente que no es posible pensar en bloquear la tendencia a la discusión y a la crítica recíproca -que por otra parte es casi cómica, ya que se presenta llena de ironías, sarcasmos y artificios retóricos desplegados con consumada sapiencia a fin de persuadir al otro- se les sugiere otra sencilla tarea:
Desde hoy hasta la próxima sesión, podréis continuar intercambiando vuestras filípicas y vuestras requisitorias cada vez que queráis, más bien, os invito a hacerlo deliberadamente cada vez que tengáis ganas; no obstante, lo que os pido es que elijáis una habitación de vuestra casa como sala del tribunal, y que vayáis a aquella habitación, y sólo a aquella, cada vez que estéis a punto de empezar una discusión; en otras palabras, lo que os pido es que tengáis vuestras trifulcas solamente en esta habitación: si estáis en otra parte de la casa, interrumpís lo que estáis haciendo y os vais allí; si estáis fuera de casa, dejáis la pelea para cuando estéis en casa o volvéis inmediatamente a casa.
Nos aseguramos, además, de que la habitación convertida es “sala” sea lo suficientemente incómoda: al final de una larga discusión se acuerda que la habitación ha de ser la buhardilla, que está en obras y no tiene calefacción. Bastante perplejos, los dos aceptan el desafío.
Efectos de la prescripción
Después de tres semanas, vuelven y explican lo que sigue:
¿Sabe, doctor? al principio comenzamos encantados a efectuar la prescripción; más bien, ya que la primera discusión se había verificado enseguida fuera de su estudio, en las escaleras del edificio, la interrumpimos de inmediato y nos fuimos a casa; allí, la continuamos en la buhardilla, advirtiendo sin embargo una cierta sensación extraña. Al día siguiente, la trifulca habitual de la noche se interrumpió con una divertida hilaridad, que tuvo como objeto, discúlpenos, la burla hacia su persona y a sus ridículas técnicas.
Tuvimos otras ásperas discusiones, pero siempre se trató de eventos mucho más breves que de costumbre, ya que ambos llegábamos a la buhardilla teniendo ya claro en la cabeza lo que nos íbamos a decir y, sobre todo, con la determinación de estar allí el menor tiempo posible. Al pasar los días, el peso de tenernos que someter a esta regla se ha hecho sentir y en la última semana nos hemos dado cuenta con sorpresa que hemos estado días enteros sin discutir de forma acalorada.
Este hecho se acompaña del descubrimiento de una sexualidad que había ido a menos en los últimos meses hasta desaparecer del todo. De este modo, en vez de hablar de sexo (peleando), los dos habían descubierto que era más sencillo y más agradable practicarlo.
El mito del diálogo como solución
Este caso ejemplifica bien los pésimos resultados a los que a menudo se llega por la aplicación de uno de los muchos mitos de la cultura contemporánea, aquel según el cual todo se puede mitigar con la discusión y con el diálogo. En realidad, también esta utopía se deriva del pensamiento ilustrado, según el cual los seres humanos son buenos por naturaleza, por lo que basta con ponerse alrededor de una mesa, trazar algunos gráficos, y todas las discusiones y divergencias podrán resolverse.
En realidad, como decía Jung, las grandes decisiones de la vida humana (y, añadimos nosotros, también las pequeñas) tienen que ver más con los instintos y otros misteriosos factores inconscientes que con la voluntad consciente, las buenas intenciones y la racionalidad.
La costilla de Adán – 50 películas que deberías ver antes de morir
¡Viva la diferencia!
(De La mente contra la naturaleza. Terapia breve estratégica para los problemas sexuales. Giorgio Nardone y Matteo Rampin. Integral). Terapia de pareja
Muy buen blog! saludos desde Argentina.