Psicotrampaspensar en positivo

¿Es posible sentirse mejor tratando voluntariamente de pensar en positivo?

Desde la Antigüedad se viene respondiendo en positivo a esta pregunta. Pero es en tiempos recientes cuando se ha intentado dotar de dignidad científica a esta convicción. Psicólogos, sociólogos y economistas “de moda” aportan continuamente estudios e investigaciones que demuestran que el pensamiento positivo influye en el bienestar y la felicidad de las personas.

Aunque algunos resultados puedan indicar una correlación entre felicidad y bienestar por una parte, y la puesta en práctica del pensamiento por otra, son mucho más numerosas las demostraciones de que el hundimiento de las ilusiones suscita profundos desengaños. Que a menudo conducen a formas de depresión patológicas. Además, cuanto más grandes son las expectativas más devastador es el efecto de la desilusión cuando éstas no se realizan. Ese efecto deprimente siempre se ha conocido y la literatura está llena de ejemplos, desde Homero a Virgilio, desde Shakespeare a Leopardi, etc.

Y sin embargo -siguiendo las influencias orientalizantes, desde la beat generation hasta la new age y la psicología positiva-, el ejército de los que creen firmemente en el optimismo y en el pensamiento positivo sigue creciendo: una especie de religión moderna sin Dios basada en la presunta capacidad del hombre para influir positivamente en su propio destino mediante el pensamiento optimista.

El mecanismo de profecía autocumplida

Pero, como los investigadores saben muy bien, el mecanismo de la profecía autocumplida funciona mucho más en sentido negativo que positivo. Y los efectos positivos son posibles solo cuando el mecanismo del autoengaño es inconsciente. Cuando el mecanismo es voluntario se obtiene un efecto paradójico (es decir, que cuanto más se intenta una cosa más se obtiene la contraria).

Por ejemplo, si estoy triste y me esfuerzo por pensar en positivo termino deprimiéndome todavía más. Si tengo miedo e intento pensar de forma optimista me asusto más aún. Pero los defensores del pensamiento positivo infravaloran o niegan las evidencias empíricas de los efectos casi siempre paradójicos del intento de influir sobre la realidad.

Por otra parte, no tienen en cuenta que fenómenos muy conocidos como el efecto placebo y el efecto expectativa del paciente no se obtienen a través del esfuerzo voluntario de pensar en positivo, sino gracias a elementos sugestivos involuntarios y no conscientes. El poder terapéutico de estos dos efectos se basa en atribuciones inconscientes del paciente: en el primer caso el paciente considera que la sustancia inactiva es un verdadero fármaco y en el segundo piensa que el tratamiento o el terapeuta tienen poderes extraordinarios basándose en creencias o en la fama del terapeuta.

Autoengaños

Esto no tiene nada que ver con la ilusión voluntaria de que todo va a ir bien porque pienso en positivo. Los autoengaños funcionan solo si se ejercitan inconscientemente: cuando se hacen explícitos pierden su poder. El pensamiento positivo es un acto voluntario y consciente y precisamente por eso resulta poco eficaz.

Hay que recordar que una expectativa elevada hace que el viaje sea hermoso pero que el destino sea decepcionante; en el peor de los casos el efecto será ilusión-desilusión-depresión. Además, nunca debemos aplicar el pensamiento positivo a percepciones o emociones como el miedo, la rabia o el dolor, que se agravarían en lugar de reducirse.

El pensamiento positivo únicamente funciona cuando ya se han obtenido resultados positivos: en este caso aumenta la confianza en nuestras capacidades y en nuestros recursos, ya evidentes en los hechos. Esto significa incrementar los esfuerzos sobre la base de una eficacia comprobada, justo lo opuesto a una expectativa ilusoria y voluntaria.

Para saber más lee el magnífico libro de Giorgio Nardone Psicotrampas. Identifica las trampas psicológicas que te amargan la vida y encuentra las Psicosoluciones para vivir mejor (Paidós)

6 comentarios

    • Pues evitar forzarlo, evitar que se produzca la paradoja de que cuanto más insisto para obtener algo menos lo consigo. Como hablamos de un acto voluntario es fácil eliminarlo. Y si hablamos de una depresión o una patología seria lo que se debe hacer es una terapia breve estratégica, puesto que sus técnicas tienen muy en cuenta este funcionamiento paradójico de la mente.

  1. Entonces no se puede tener confianza en tiempos de crisis? No podemos fiarnos de las emociones y pensamientos positivos? Llevo meses con una dinámica de pensamientos negativos muy destructivos y me cuesta gestionarlos a pesar de la ayuda psicológica. Supongo que te refieres a un positivismo exagerado e ilusorio, no?

    • El problema únicamente está en tratar de forzarlo y hacerlo voluntario, porque entonces es cuando nuestro cerebro tiende a empujarse en sentido contrario. Si el pensamiento positivo ha venido de manera espontánea no hay ningún problema!

      • Entonces ante un pensamiento negativo automático (“no podré…”, “nada tiene sentido…”, “todo irá mal…”,…), no lo puedes contrarrestar con uno positivo? O simplemente hay que evidenciar lo incorrecto del planteamiento, aceptar el pensamiento sin hacerle caso y a otra cosa?

        • Ante un pensamiento negativo lo ideal (habría que estudiar el caso para saber en concreto qué prescripción utilizar, dependiendo de si es un pensamiento simplemente obsesivo, paranoico, etc) es empujarlo aun más en esa dirección negativa para que ESPONTÁNEAMENTE la mente se dirija a lo contrario. Es decir, este funcionamiento paradójico de la mente (que va en dirección contraria a donde la empujes) se puede siempre también usar a nuestro favor.

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