Una vez vino a verme una mujer con verrugas deformantes en ambas manos y en todo el rostro. Me dijo que quería librarse de ellas mediante hipnosis. Si alguno de ustedes conoce algo de medicina, sabrá que las verrugas son causadas por un virus y son muy suceptibles a las alteraciones en la presión arterial.
Le dije a esta mujer que debería sumergir los pies primero en agua helada, y luego en agua tan caliente como lo soportase, para después volver a meterlos en agua helada. Tendría que hacer esto tres veces por día, hasta que le molestara tanto que diera cualquier cosa por no hacerlo. Una vez que se le hubieran ido las verrugas, podría olvidarse de sumergir los pies en agua.
Ahora bien, debe de haber sido algo muy desagradable para ella interrumpir sus menesteres diarios a fin de sumergir los pies en el agua, y hacerlo en forma sistemática.
El efecto mágico de la aplicación de la ordalía en la mujer con verrugas
Unos tres años más tarde, esta mujer vino a verme acompañada de su hijo. Le pregunté por sus verrugas. “¿Qué verrugas?”, dijo.
Yo le comenté: “Hace unos tres años usted vino a verme para que la tratase por unas verrugas que tenía en las manos y en el rostro”
“Debe estar confundiéndose con otra persona”, aseguró ella. Había obedecido mi sugestión. Sumergió sus pies en el agua durante varios meses, como me confirmó el marido. Luego esto llegó a hartarla tanto que se olvidó de sumergir los pies, y por lo tanto se olvidó de sus verrugas. Como ya no se preocupaba por estas, la menor atención que les prestaba disminuyó el aflujo sanguíneo hacia ellas, lo que se agregó al efecto circulatorio de los baños de pies. Fue así como perdió todas sus verrugas.